Capítulo 31

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Ya es mitad de semana y como los días anteriores he almorzado en casa de Poncho. O mejor dicho he cocinado para él. Cuando me dejaba porque es entrar en la cocina y se convierte en un pulpo, le salen manos por todas partes, y todas dirigidas a interrumpir mi labor. Pero ya lo controlé! Le dije que lo enseñaba a cocinar, así que él lo hizo todo mientras que yo lo guiaba. Y es verdad! Que sexy se ve cocinando! Creo que hoy le he interrumpido yo más a él que él a mí. Pero yo no sabía que una cocina tuviese semejantes efectos. Cogiendo cada ingrediente, moviéndose de un lado a otro, todo concentrado. Que sexy, que guapo, como me pone! Pero me controle y conseguimos almorzar sin percances.
Ahorita estamos tendidos en el sofá, él se ha quedado dormido sobre mi pecho. No paro de mirarlo y acariciarle el pelo. Se ve tan lindo! Me tiene abrazada por la cintura con el brazo sano. Creo que cuando se despierte le va a doler de tener todo mi peso sobre su brazo. Pero que bien se está!

Suena mi teléfono móvil. Está sobre la mesa pero no lo puedo alcanzar porque él me tiene muy bien agarrada. Intento cogerlo antes de que el ruido lo despierte pero es precisamente él el que no me deja cogerlo. Estoy inmovilizada. Si lo aparto un poco podré. Lo agarro por los hombros y lo desplazo suavemente hacía mi derecha, separándolo de mí y quedando ambos tendidosde lado. Iba a disponerme a levantarme para coger el teléfono pero sentí como me abrazaba muy fuerte, hundiendo de nuevo su cara en mi pecho.

— Poncho suéltame que tengo que coger el teléfono (no contesta). No te hagas el dormido, que sé que estas despierto. Vamos déjame!

— No! (acomoda la cara entre mis pechos)

— Ey! Que no soy una almohada a la que ahuecar (riéndome)

— Si! (se separa y me mira con una sonrisa pícara) Son mi almohadas.

— Cochino! (dejó de sonar mi teléfono)

— No te me pongas rojita (tendiéndose sobre mí) porque así (besándome el cuello) me excitas más.

— Óyeme Poncho! Llevamos tres días encerrados en esta casa haciendo lo mismo.

— ¿Y? (baja el recorrido de los besos) ¿No te gusta? (con una sonrisa pícara)

— Me encanta! (muy excitada) Pero sino fuese porque no hemos llegado hacer algo más, pensaría que somos ninfomanos!!! (riéndome)

— Ninfomano no! (besándome) Pero adicto a ti, si!

— Esta claro que yo tampoco soy adicta al sexo, pero es verdad que no me puedo separar de ti (lo beso) Pero déjame ver quién me ha llamado.

— Ok (se hace a un lado) Y bien ¿quién te llamo?

— Pos (mirando al móvil) Dul. Voy a llamarla (marcando) A ver qué quiere!

— Amiga! ¿Dónde estabas? He estado un rato llamándote.

— No podía cogerlo (miro a Poncho y nos reímos)

— Ok! Te llamaba para organizar lo de tu fiesta de cumpleaños.

— Pensaba que era un secreto! (extrañada) ¿No estabas organizándola con Chris? (miro a Poncho y se encoge de hombros)

— ¿Cómo sabes? Bueno da igual! Eso ya fue. Por eso te llamaba. Tengo que hablar contigo.

— Pero ¿qué pasó con Chris? (Poncho se acercó para escuchar) — Pos hemos hablado hoy, quedamos pa´ lo de tu fiesta
De repente empezó a sonar el teléfono de Poncho, hicimos malabares para cogerlo antes de que Dulce escuchase. Tapé mi teléfono con la mano y casi nos caemos al piso para coger el suyo. Lo descolgó y se fue a otra habitación para hablar.

~Su Muñeca~ AyADonde viven las historias. Descúbrelo ahora