Capítulo 50

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Llegó el dichoso examen, para el que no había estudiado nada. Resultó ser muy fácil, aunque mis compañeros no parasen de quejarse. Es una norma, deben quejarse sea como sea la prueba, sino no son ellos.

El profesor nos puso una plantilla para que pudiésemos corregirlo nosotros y así saber la nota en el día.

Yo no tenía ningún interés en saberla pero una niño de mi clase muy lindo me la miró. Aprobé, una menos! No es que me importe mucho pero es una buena noticia. Aunque mi mente no para de recordar otras cosas. Tiene una doble temática. No sé si desinhibirme de la realidad pensando en lo guapísimo que es Poncho y lo mucho que me va a gustar machacarlo. O pensar en lo que me gusta estar con Miguel, lo que me rió y también, las ganas que me entraron de besarlo ayer. No Any! No te metas en más problemas! Olvida a los hombres! A todos! No merecen la pena, si te divierten pues ríete pero no lo tomes enserio!

Terminé las clases y salí como alma que lleva el diablo. Hoy no sé por qué tengo mucha energía y ganas de sonreír. Aunque cuando me acuerdo de Poncho... Ag! Prohibido pensar en ese! Suena mi teléfono. Últimamente no para! ¿Quién será? Descuelgo.

— ¿Quién es?

— ¿Cómo estas preciosa? Soy Miguel ¿Cómo te fue el examen?

— Bien! Saque un nueve (con desgana)

— ¿De cuanto?

— Pues de diez ¿De cuanto va a ser?

— ¿Has sacado un nueve de diez y dices un simple "bien"?

— Ya te dije que me lo había preparado (mintiendo)

— No te creo! Sé muy bien que no has abierto un libro en semanas. Que no pregunte como hacen todos no significa que no me dé cuenta de las cosas.

— Si, de eso quería hablar contigo! ¿Por qué no me has hecho ni una sola pregunta? Te pedí que me acompañases cuando la ruptura con Poncho y también te has cargado los numeritos en el antro ¿por qué nunca quieres saber?

— Ya sé lo que pasa! Sé lo necesario. Él te hizo daño y tú no quieres volver a su lado. Suficiente información! Pero si quieres desahogarte conmigo, puedes contarme!

— No gracias! Así está perfecto! ¿Desde donde llamas?

— Del despacho de mi jefe (riéndose) Si me piílla hablando contigo, me corre!

— Y ¿por qué no me llamas desde el tuyo o desde tu celular?

— Porque entonces no tiene gracia (soltando una carcajada). Me gusta el peligro!

— Estas loco! (sin parar de reírme)

— Si además como se enteren en mi trabajo que ando de charloteo con una enana de diecisiete me denuncian (bromeando)

— Te recuerdo que tengo dieciocho. Y yo no soy ninguna bebita, es que tú eres muy viejo! (riéndome)

— Que ya sea legal no lo hace menos inmoral!

— Pero sino hemos hecho nada!

— No por lo que haya hecho (sin aguantar la risa) sino por lo que estoy pensando!

— Cochino! (Riéndome) Hombres! Siempre pensando en lo mismo!

— Y ¿tú que sabes en que estaba pensando yo? (burlándose)

— Ni lo sé ni me quiero enterar!

— Haces bien! Que no te corrompan! (bromeando)

— Claro que no (me quedé en shock al ver a alguien frente a mi salir de una tienda) Tengo que colgarte. Otro día hablamos ¿Ok?

~Su Muñeca~ AyADonde viven las historias. Descúbrelo ahora