-Me he quemado mientras cocinaba- le enseñé la piel roja e irritada. Me escocía bastante.
-¿Y no te has puesto nada para que se pase el escozor?- preguntó un poco enfadado.
-No…- dije apartando su mirada.
-Ven, te voy a poner algo para que no te duela tanto- se levantó y deje de respirar por unos segundos. Ese cuerpo… dios mío.
Ese torso, no era de este mundo. Y aquellos tatuajes que lo adornaban, eran aún más sexys.
Me levanté de la cama, y seguí a Louis, quien entró al baño y sacó una pequeña cajita de un cajón.
-Siéntate ahí- me indicó. Bajé la tapa del inodoro y me senté. Tenía frío. Se nos había pasado el calentón, y yo solo estando en ropa interior, tenía mucho frío.
-Voy a coger la sudadera, espera- Louis me empujó para que me sentara otra vez.
-Ya voy yo- me di cuenta de que tenía una erección bastante grande… esto debería estar prohibido- toma- me entregó la sudadera. Me la puse y sentí un escalofrío de placer al notar ese calor.
Louis se puso en cuclillas enfrente de mí y me cogió delicadamente el brazo. Me arremangó la sudadera y pasó un fino algodón con alcohol por la herida. Fruncí el ceño y me quejé.
-Shhh… un poco mas y ya está- lo repitió dos veces más, y la herida se sentía mucho peor- ya está- me miró y sonrió. No me aguantaba, él era jodidamente irresistible. Me acerqué y lo besé. Él se quedó en cuclillas mientras yo seguía sentada ahí.
Acaricié su nariz con la mía, y él sonrió.
-Eres guapísimo…- lo miré a los ojos y él se levantó rápidamente, dejándome aturdida.
-Me duelen las rodillas, de estar en esa posición- rió. Me cogió de la cintura para levantarme y dejarme cerca suyo- tú no eres guapa, eres preciosa- rozó mis labios y la piel se me puso de gallina.
¿Cómo podía provocarme tantas sensaciones, un chico de 21 años?
-Venga (TN), tardas mucho- se quejó Louis que estaba sentado en el sofá, ya listo y jugando con las llaves.
-Sólo vamos a una mierda de supermercado, tranquilo- le dije. Salí y me puse la chaqueta- ya estoy, pesado- le dije mientras salía del departamento.
-Dame la mano, que las niñas pequeñas no pueden cruzar la calle sin un adulto- noté el tono de burla y lo miré a punto de explotar en risas.
Su mano buscó a la mía, pero yo la aparté cuando sentí su roce.
-No quiero darte la mano- dije escondiendo una sonrisa. Rió y negó con la cabeza.
Me cogió del mentón, con su mano, estaba caliente, al contrario que yo, las tenía heladas. Me levantó un poco la cabeza y pasó la lengua por mi labio inferior. Joder. En la calle, no. Por favor.
-Louis…-traté de reprimir un gemido.
-¿Me darás la mano?- preguntó posesivo.
-Sí, sí- le dije inmediatamente. Me besó cortamente y entrelazó nuestras manos.
-Narra Louis-
Llegamos al supermercado. Cómo odiaba tener que hacer la compra, pero ahora no me importaba, tenía a (TN) al lado, y podía mirarla mientras ella hacía la compra. Era preciosa, me tenía vuelto loco.
-Dame la lista- puso su mano frente a mí en referencia para que le diera la supuesta lista.
-¿Qué lista?- pregunté.
-Cómo qué, que lista…-me miró sonriendo- Louis, ¡para saber que comprar!- me dijo obvia. Me encantaba cuando sacaba su carácter. Era tan… tan ella. Y ahora era mía. Aunque ella no lo supiera, yo la consideraba mía.
-Da igual, tu pon en el carrito lo que te apetezca- dije sin preocuparme. Ella negó riendo y empezamos a caminar por los enormes pasillos. Echaba de todo, y casi siempre le replicaba que para que quería tantas cosas, y ella me contestaba que por no tener la lista, ahora echaría muchísimas cosas. Era única.
Había un grupo de chavales, y sabía que estaban hablando de mí. ¿Por qué lo sabía? A uno le faltaba un diente, y el causante había sido yo. Miraban a (TN) como si fuera un trozo de carne y ellos unos putos leones hambrientos. Y eso me empezó a tocar mucho los huevos.
La cogí de la cintura, posesivamente, mientras caminábamos, y deposité un beso tierno en su mejilla.
-¿Quieres comprar algo más?- me preguntó.
-¿Has puesto leche con chocolate?- eché un vistazo al carro de la compra.
-No…-me contestó un poco rara.
-Me encanta la leche con chocolate- sonreí tímido.
-Que tierno- se mordió el labio y se pegó más a mí, haciendo que la apretara más de la cintura.
Caminamos por el pasillo de la leche, cuando escuché que alguien me llamaba.
-¡Louis!- me giré y era Gary.
-¡Hola tío!- nos saludamos y sonrió a (TN). Así me gustaba, que no la tocara.
-¿Has visto quienes están en el supermercado?- preguntó con una sonrisa.
-Esos imbéciles…- reí.
-¿Qué imbéciles?- preguntó (TN).
-Nada, no te preocupes- le dije- son inofensivos- Gary y yo chocamos los puños.
-¿Cómo va todo?- preguntó.
-Ge…- paré de hablar cuando vi que ese grupo de burros.
Se dirigían hacia nosotros. Ellos eran tres críos de mierda, y nosotros dos hombres… ¿acaso pretendían hacernos algo?
-Cuanto tiempo, Tomlinson- me dijo al que le había partido la cara.
-¿Queréis algo, señoritas?- preguntó Gary.