Capítulo 41

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Sentí el ruido de unas llaves, y el sonido de la puerta. Abrí los ojos asustada. Miré el móvil, las 2…

-¿(TN)?- preguntó Louis. Encendió la luz, y yo rápidamente me tapé entera. No quería verlo. No quería que me viera- se que estas despierta- escuché sus pasos secos, caminando por la alfombra. 

Cogió un poco de edredón, y de un tirón me destapó.

-¡Tengo frío!- me quejé.

-¿Qué haces en el sofá?- me preguntó. Lo miré por un segundo. Aún no se había quitado esa chaqueta, que tan bien le quedaba. Y aun tenía las llaves en la mano.

-Intentar dormir- dije obvia- ¿no ves?- me señalé el pijama.

-Tengo una estupenda cama- imitó mi tono- ¿no ves?- rió, pero yo lo seguía mirando seria.

-Ahí dormirás tú- me estiré en el sofá y le arrebaté el edredón de las manos- yo dormiré aquí- me tapé.

-¿No vendrás a dormir conmigo en esa cama tan cómoda?- preguntó con tono de niño pequeño. Me moría de ganas, pero el orgullo me lo impedía.

-No- le contesté seca.

-Bueno…- escuché el ruido de la cremallera de su chaqueta y como caía al suelo, al igual que las llaves y sus zapatos- pues dormiremos aquí, en el sofá- abrió un poco el edredón y se estiro a mi lado. Me mordí el labio inferior, pero me aparte de él.

-Ve a dormir a tu cama, yo dormiré aquí- le dije mientras miraba la tela del sofá.

-No quiero- se pego a mí, rodeando mi cintura con su pesado brazo, mientras notaba su respiración en mi cuello- No voy a dormir sin ti. No después de una discusión- dio un beso en mi cuello, que hizo que se me pusiera la piel de gallina.
Me giré, poniendo mi cabeza en su pecho y acurrucando en él, como un bebé. Él me abrazo fuertemente contra si.

-No me gusta discutir contigo- le dije con un hilo de voz.

-A mi tampoco- me acarició la espalda- pero acaso ¿crees que iba a dejar que ese asqueroso te tocara?- me preguntó. Levanté los hombros en símbolo de no saber que responder- claro que no- dijo obvio. Solté una risita apenas audible y cerré los ojos.

-Buenas noches, Louis- le deseé.

-Buenas noches, cielo- me besó la frente y apoyo ligeramente su cabeza en la mía. Este momento era perfecto. Desearía que el tiempo se parara.

¿Acaso era verdad lo que estaba pasando? Para mí, esto es muy raro. Louis era puto amor conmigo, a pesar de las discusiones… y ¿Quién no discute? Él celoso, y presiento que discutiremos muchas veces, pero… ¿Qué mas da? Yo estoy enamorada de él. Pero… ¿Él de mí?
Sólo se que le gusto, y ni eso se si es verdad. 


Abrí los ojos pesadamente. No sabía donde estaba, estaba desorientada. Giré mi cabeza y vi la espalda de Louis. Me mordí el labio inferior al escuchar sus pequeños ronquidos y ver como se movía ligeramente su cuerpo a causa de la respiración. 
Tenía un poco de frío, así que estiré el edredón hacia arriba para poder taparme más, pero dejé los pies de Louis al descubierto. Escuché un gemido providente de su boca, en señal de queja y reí. Me puse de lado, y di un beso en su mejilla. Otro gemido. Se giró aún con los ojos cerrados, pero estaba sonriendo.

-Mmmm… Buenos días- dijo con voz de recién levantado.

-Hola- dije coqueta- ¿Por qué no abres los ojos? Es de día- reí.

-Me molesta la luz- se restregó la mano por los ojos. Levantó el edredón y lo puso por sobre nuestras cabezas, haciéndonos quedar tapados completamente, y a oscuras. Había un poco de luz y vi como Louis abría los ojos- mucho mejor- se acercó y junto sus labios con los míos, suavemente- me tocaba a mí- sonreí y quito el edredón de nuestras cabezas.
Se estiro poniendo su espalda completamente en el sofá y me rodeó los hombros con su brazo.

-Ven aquí- me tiró hacia él y yo obedecí. Con su pulgar me acariciaba el brazo, y yo puse mi mano encima de su pecho.

-He dormido fatal, me duele la espalda- le dije riendo.

-Creo que nunca había dormido tan mal- se quejó con tono gracioso- soy mas grande que tú, y este sofá se me queda pequeño.

-Pobrecito- levanté la cabeza y lo miré- pobrecito mi Boo Bear…- besé la comisura de sus labios y se pasó la lengua en el sitio que lo besé. Eso fue jodidamente sexy.

-Hoy tengo partido, otra vez- dijo con fastidio.

-¿Tienes entreno ahora?- le pregunté.

-Sí…- rodeó los ojos- te puedes quedar aquí si quieres- se destapó y se sentó en el sofá- son las 8… es temprano- me informó.
Me tapé otra vez con el edredón y me acomodé en el sofá.

-Creo que me quedo- dije escondiendo una sonrisa.

-Que vaga…- negó riendo. Se acercó y me besó. Me cogió de la mejilla, algo muy usual en él, y me acercó más a él. Cualquiera se despierta de buen humor con estos “buenos días”…- pero aquí no, duerme en mi cama- se levantó y me estiró la mano.

Cogí su mano y me la apretó. Me dirigió a su cama y yo me tiré pesadamente mientras me tapaba.

-¿En serio tienes que ir a entrenar?- le pregunté haciendo un puchero.

-Sí…- se mordió el labio inferior.

-¿No te puedes quedar un ratito conmigo?- le pregunté.

-Tu padre es muy exigente con la puntualidad…- se pasó la mano por el pelo.

-Pero estas con su niñita, creo que te lo perdonará- le sonreí.

-A la mierda- caminó sobre la cama y se estiro al lado mío- como me deje sin jugar el partido de hoy, le diré que es por tu culpa- con su dedo índice me dio en la nariz.

-Estoy dispuesta a correr ese riesgo- reí. 

Estuvimos hora y media abrazados, haciendo comentarios absurdos y dándonos pequeños besos. Era lo único que sabíamos hacer, era lo único que queríamos hacer.

Boo Bear... ¿para siempre? (Louis Tomlinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora