-Narra (TN)-
-¿(TN) estas bien?- preguntó mi padre asustado al otro lado de la línea del móvil.
-Sí, tranquilo- lo calmé- ahora estoy bien. ¿Te ha llamado la profesora?- pregunté.
-Sí, y muy preocupada- pausó- ¿Louis cuida bien de ti?- me preguntó.
-Muy bien- puntualicé.
-Me alegro, cielo. Nos vemos a la hora de cenar, ahora mismo tengo una reunión- se despidió- te quiero.
-Y yo papá- le colgué.
Louis estaba cocinando un bocata de queso fundido. Y me lo entregó en un plato.
-Toma, tienes que comer para pasar la ansiedad- me ofreció el bocado. Mordí dejando derretir el queso en mi boca y lo miré sonriendo.
-Te ha quedado muy bueno- dije suavemente. Toda la ansiedad se me había pasado. Ahora sabía que Louis sentía lo mismo que yo.
-Ahora… ¿me dirás que te dijo él o ella para que te diera un ataque de ansiedad?- se apoyó con los codos en la mesa mirándome fijamente.
Tragué sonoramente y me limpié la boca con una servilleta. Estaba nerviosa.
-Que si me habías pegado…- Louis puso sus labios en una línea recta y podía ver como apretaba los dientes ligeramente- zorra…- se levantó de golpe pasándose la mano por el pelo. Mierda, no tendría que haberle dicho eso.
-¿Quién?- me preguntó seriamente.
-¿Le vas a pegar?- lo miré asustada. En el estado que estaba ahora mismo de seguro que lo mataba.
-¿Eres consciente de lo que te ha dicho, (TN)?- me preguntó girándose sobre sus talones y observarme.
-Lo sé, pero he visto su tamaño… y como le pegues, lo matarás- dije horrorizada.
Louis se mordió el labio intentado reprimir una sonrisa. ¿Acaso se sentía alagado por lo que le había dicho?
-Sólo hablaré con él, ¿vale?- me acarició la mejilla.
-¿Seguro?- pregunté un poco desconfiada.
-¿Confías en mí?- me respondió con otra pregunta. Me levanté, rodeando su cintura y pegándome a él. Me encantaba abrazarlo. Sentirlo. Y ahora, era completamente mío.
-Mjhmm- asentí.
-Pues ya está- me abrazó.
Mike había llegado del colegio, y Lucy de trabajar. También me preguntó como estaba, que papá la había llamado y se había preocupado bastante. Y Mike… saludó bastante alegre a Louis.
-Hola señora Frederick- saludó Louis muy sutilmente a Lucy.
-Llámame Lucy, cariño- sentí un poco de celos que ella lo llamara de esa manera. Era mío. Y no compartía.
-Está bien, Lucy- Louis le dio una cálida sonrisa.
-¿Tienes entreno?- pregunté mientras subía las
escaleras.
-Sí, pero es a las seis- dijo despreocupado mientras subía las escaleras conmigo.
Abrí la puerta de la habitación y no dejé que Louis pasara. Entrecerré la puerta y lo miré desde adentro mientras él me miraba sonriendo.
-¿Me vas a dejar aquí solito?- puso carita de cachorrito.
-Mmm, no sé, tengo que pensármelo- entrecerró los ojos y me mordí el labio.
-Enana déjame pasar, en el pasillo hace frío- frunció su ceño. Era tan adorable.
-Ven aquí- lo cogí del cuello de su jersey, trayéndolo hacia mí, y adentro de mi habitación. Louis cerró la puerta con la mano, dando un pequeño portazo.
Lo besé con ganas. Con hambre. Louis gimió cuando rodeé su cuello y apreté mis pechos contra su torso.
-Mmmm…- me apretó el trasero y me pegó a la pared, poniendo sus manos a los lados de mi cabeza.
-¡(TN)!- era la voz de Lucy. Louis paró de besarme y abrí la puerta lentamente. Estaba abajo, en el salón, con Mike.
-Dime.
-Llevaré a Mike al parque, así podéis estar solos- sonrió coqueta. ¡Oh!
-¡Lucy!- reí y ella me sacó la lengua.
-Nos vemos cielo- cerró la puerta.
Inhalé aire fresco, del pasillo y entré nuevamente. Louis estaba sentado en la cama.
-¿Qué quería?- preguntó.
-Llevaba a Mike al parque- jugué con mis dedos. Lo miré un segundo y vi una sonrisa en su rostro.
-Ven aquí- cogió la parte de debajo de mi sudadera y me atrajo hasta él.
Me empujo suavemente y caí en la cama. Se sacó el jersey con ansias, respirando aceleradamente y me miró. Me lamí los labios y metí mi dedo índice por el sitio donde estaba su cinturón y lo atraje hacia mí.
Me besó agresivamente, podía notar como Louis apretaba ligeramente la colcha de mi cama. Oh dios. Me quitó la sudadera y la camiseta. En la parte superior solo tenía el sujetador, y en la parte de abajo los tejanos.
-Te voy a hacer sentir en el paraíso, mi amor- noté como el corazón se me aceleró como nunca y como me mojaba. ¡Por dios! Me bajó los pantalones, y acarició mis muslos.
-Si quieres- aclaró- no te voy a obligar a nada, ya lo sabes- lo miré con ternura.
-Claro que quiero- dije jadeando.