Capítulo 25

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-¿Quieres que ponga la chimenea?- preguntó. Lo miré asombrada.

-¿Tienes chimenea?

-Sí, está en el salón- se sacó la chaqueta y la colgó en una percha que tenía en el vestíbulo. Yo copié su acción y cerré la puerta. 
Era un depatartamento bastante grande. Pasé al salón y me fije que tenía una gran tele de pantalla plana, con un sofá de piel a juego. Una mesa no muy grande y un par de sillas del mismo color que la mesa, negras. La chimenea estaba al lado de la tele, y en frente había una alfombra. Louis encendió la chimenea y se sentó en la alfombra. 

-Ven aquí, no muerdo- me miró y yo sonreí tiernamente. Me senté a su lado con las piernas como india y el acercó las manos al fuego.

-No pega contigo, que te sientes en la alfombra como un niño pequeño y te pongas enfrente de la chimenea- centré mi mirada en el fuego.

-¿Y que pega conmigo? ¿Qué sea pesado y un borde de mierda?- reí un poco- Aún me parece muy raro que estemos hablando después de 9 años…

-Y a mí, es muy raro, pensé que nunca volvería a verte…- un poco de tristeza inundó el salón.

-Peeeero- Louis rodeó mi cintura con su brazo y me echó hacia atrás, haciendo me caer a su lado, en la alfombra. Los dos estirados- Aquí estamos, los dos juntos- acarició mi mejilla, y dejó su mano ahí, gire mi cara para ver su carita, y se veía aún más precioso a la luz del fuego.

Giró su cuerpo completamente, quedando de lado y yo hice lo mismo, sinceramente, en ese momento estaba en trance. Se acercó y empezó a acariciar mi nariz con la suya.

-Joder, te echaba tanto de menos- dijo. Suspiré y él sonrió. Me dio un beso un corto beso en la nariz que hizo que yo sonriera. Me observó por última vez y se levantó de golpe-¿Vamos a comer?- me preguntó mientras extendía su mano para ayudarme a levantar. Me levanté por mi sola.

-Te puedo hacer caer si cojo tu mano- le dije.

-No digas estupideces- al parecer, eso le molesto.
Caminó hacia la cocina y yo detrás de él. Abrió un mueble, que estaba situado arriba del lavaplatos, cogió dos platos y los puso encima de la encimera, al lado de una olla que creo, que estaban los macarrones. Efectivamente, cuando abrió la tapa, un olor a pasta con carne inundó mis fosas nasales. Cogió un cucharón y sirvió una buena porción de macarrones en un palto, y un poco menos, en el otro. No intercambiamos palabra, no hacía falta. A mí me encanta observarlo. Des de que éramos pequeños.

-Toma, este es el tuyo- me pasó el plato que tenía menos macarrones y caminé hasta la mesa del salón. Me senté en una silla y esperé a que Louis viniera. Se sentó en frente mío y con un mando a distancia, encendió el reproductor de música, música relajante, como para hacer yoga, algo que me encantaba para estar tranquila. 

Empecé a mover mis dedos al compás de la música mientras me echaba la primera cucharada a la boca. Miré a Louis y me miraba expectante. Tragué.

-¿Qué miras?- le pregunté casi riendo.

-¿Están buenos o qué?- ¿Tú o los macarrones? (TN), contrólate.

-Están riquísimos, ¿cómo cocinas tan bien?- le pregunté mientras me echaba otra cucharada a la boca.

-Mi madre me enseñó- dijo orgulloso y… ¿apenado?

-Ah, por cierto- recordé- ¿Cómo está tu madre?

-Bien, ella está bien. Cuida de mi hermana menor.

-¿En serio ahora tienes una hermana menor?- le pregunté alucinando.

-Sí, tiene 9 años, es una monda, se llama Sophie- dijo con ternura. Se me emblandeció al ver esa parte de Louis, esa parte tierna, hablando de su hermana pequeña y sintiéndose orgulloso.

-Tengo que conocerla- dije sonriéndole.

-Algún día lo harás- eso espero, pensé. Acabamos de comer, sin decir otra palabra, no hacía falta que dijéramos nada. A veces nos mirábamos y con eso sobraba.

Acabamos de comer, me levanté y recogí los platos.

-Ey deja los platos ahí, eres la invitada- dijo Louis haciéndose el enfadado y quitándome los platos de las manos, mientras se dirigía a la cocina. Sonreí tontamente. 

No seguí a Louis, si no que me senté en el sofá, a ver qué pasaba ahora. Salió de la cocina, y se paró en seco al verme a mí sentada en el sofá, mirando el móvil. “Es preciosa, joder.” Pensó Louis.

-¿Qué quieres hacer?- me sobresalté y me guardé el móvil en el bolsillo del pantalón.

-No lo sé, ¿Qué quieres hacer tú?- “besarte” pensó Louis. De repente sonó mi móvil, lo miré extrañada y vi el número de mamá. Me levanté y le pregunté si podía ir a su habitación, el asintió y yo corrí hacia su habitación.

-Hola mamá- contesté feliz.

-Hola mi amor, ¿Cómo estás?- preguntó con ese tono dulce. Me dolía el pecho al pensar que no podía estar con ella, que vivía tan lejos de mí…

-Genial, adivina…- sonreí tontamente.

-Pasó algo con Louis- dijo segura.

-Sí- me sonrojé- pero nos llevamos bien, de momento nada- le expliqué.

-¿Quién se puede resistir a los encantos de (TN)?

-Ay mamá no exageres- dije nerviosa.

-Ay mi niña, te echo de menos, muchísimo, me encantaría haber estado ahí cuando te graduaste para pasar a Bachillerato, y ahora que estás en la Universidad… me he perdido tantas cosas- suspiró y yo tenía los ojos húmedos. 

Cada vez que hablaba con mamá me ponía mal, aunque fuera 1 minuto, siempre tenía ganas de llorar…

-Ya podremos pasar tiempo juntas, estas navidades nos veremos, ¿verdad?- le pregunté.

-Claro, como cada navidad, cielo- sonreí, ya con lágrimas en los ojos.

-Te tengo que dejar mamá, no voy a dejar a Louis todo el rato solo- intenté que mi voz no pareciera quebrada.

-Está bien, no hagas nada malo- noté un tono pícaro.

-Ay mamá, ¡no!- hice una pausa- adiós, te quiero.

-Adiós mi niña, te quiero mucho- colgué y me senté en la cama de Louis. Cerré los ojos y un nudo en la garganta me impedía respirar con facilidad. Al unísono, dos lágrimas cayeron de mis mejillas, me tapé la cara y el móvil cayó al suelo.

-¿(TN)?- era la voz de Louis. Escuché unos pasos que se acercaban y me sequé las lágrimas. Qué vergüenza que me viera llorar… Abrió la puerta y lo miré. 

-¿Qué pasa?- se acercó a mí y se puso en cuclillas.

-Na-nada- tiré los mocos hacia arriba y cogí mi móvil.

-Esta vez quiero que me respondas, ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?- lo miré, y no sé porqué, tenía necesidad de contárselo, tenía un presentimiento de que me lo preguntaba de verdad, con interés y preocupación.

-Echo mucho de menos a mi madre- se me quebró la voz y aguanté las lágrimas- se que sonará a niña tonta, pero casi no la veo y…-me callé, si no estallaría en lágrimas.

-No eres ninguna niña tonta- se levantó y me miró. Tardé unos segundos y lo miré- Ven- me cogió de la mano y me apretó contra él, sus brazos acariciando me la espalda, y su cabeza al lado de la mía. Subí los brazos y rodeé su cuello, poniendo mi mejilla en el hueco de su cuello- Nunca dudes en contarme tus problemas ¿vale? No me gusta ver a las chicas llorar- su tono era sincero, necesitaba volver a besar esos labios. Me separé un poco y lo miré a los ojos. Quería besar lo, pero no sé por qué, no lo hacía.

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+VOTO! :D

Boo Bear... ¿para siempre? (Louis Tomlinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora