1.-Muerte, secuestro y Jefes.

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Así es como pueden arrebatarle la vida a las personas en sólo cuestión de segundos. No podía creer lo que acababa de pasar, ya no tenía a nadie conmigo, ya era sólo yo y nadie más. Entré a mi casa y busqué en todos lados esperando que todo fuera un sueño y mis padres se encontraran ahí felices como siempre, esperándome a que yo llegara para que dejaran de estar preocupados por su única niña.

Subí las escaleras y entré al cuarto que era de ellos. Me inqué y empecé a llorar. Es que no podía asimilarlo aún, no quería creer que mis padres se me habían ido, yo aún no era mayor de edad. ¿Por qué se me fueron? Apenas a mis 17 años mi vida empezaba a ser una mierda. Ya no quería vivir, ¿Cómo mierda me iba a mantener? Podía conseguir un trabajo pero eso apenas me alcanzaba para alimentarme, después la luz, el agua, todo lo que necesitara, yo sola no podría.

Estar en la casa me deprimía más así que salí a dar una vuelta al parque. Iba caminando, veía muchas familias alegres con sus hijos, mis lágrimas empezaron a salir pero yo las limpiaba, todos pensarían que soy una loca si me ven así.

Iba de camino a casa, al menos mi mente ya se había despejado un poquito, cuando estuve frente a mi casa di un suspiro y saqué las llaves, las metí pero ya no alcancé a abrir, alguien me había agarrado de la cintura mientras su otra mano la tenía en mi nariz con un pañuelo, me empecé a marear y después ya no supe nada.

...

Fui despertando y abrí los ojos pero fue absurdo, tenía un pañuelo puesto. Me lo iba a quitar pero cuando moví las manos sentí que tenía unas esposas. No había ni un sólo ruido, podía jurar que estaba sola en aquella habitación, ¿pero dónde estaba? Escuché que se abrió una puerta de golpe, di un pequeño brinco y se escucharon muchos sollozos de chicas.

-Caminen bola de estúpidas -gritó aquella voz que provenía de la puerta.

Yo me asusté, no sé en qué mierda me había metido.

- Éstas son las chicas, pueden llevarse a las que quieran, obvio, siempre y cuando cumplan con su parte del trato.

-Me sorprendes, jamás te he fallado, así que no hables de más -habló una voz más ronca.

-Escogan ustedes, el resto lo venderá Ruiz.

-Me llevo a esas 4 últimas... -parecía pensar -y a la primera de aquella esquina -dijo la voz ronca.

-Bien. Chicos, pueden comenzar a llevárselas.

Empezaron a gritar las demás personas que habían aquí, supongo que a las que habían elegido pero seguía sin entender nada. Pegué un pequeño brinco cuando sentí que me levantaron de golpe. Me iban guiando y yo solo iba caminando hacia donde fuera que me llevarán. Nos sentaron en algo y segundos después se escuchó que el carro se puso en marcha.

El camino fue muy largo, chicas no dejaban de llorar bueno, al menos hasta que las callaron de un golpe. Fue más mi miedo así que yo no hablé, tal vez portándome bien podía salir de ésta.

Cuando llegamos nos bajamos, un hombre venía detrás de mí, tal vez era para que no me escapara pero ni loca que lo haría. Sólo de escuchar a las otras me ponía los pelos de punta.

Yo seguía caminando hasta que paramos.

-Aquí está bien -creo que me decían a mí.

-Escuchen bien muñecas. Sí una de ustedes intenta escapar, está muerta -se escuchó un fuerte disparo y di un pequeño saltito en mi lugar. Otras empezaron nuevamente a llorar - ¡Cállense! Ahora cada quien llévesela a sus respectivas habitaciones. Tienen una semana para divertirse, después las llevaremos a la trata.

¿Qué? ¿había escuchado bien? Nos iban a prostituir, eso no lo iba a permitir.

-No, son unos idiotas todos ustedes, se van a la mierda -dijo una voz chillona a mi izquierda.

Sólo bastó de un disparo para que todo quedara en silencio.

La habían hecho mierda, y si yo desobedecia me podría pasar a mí.

Subimos unas escaleras y después entramos creo que a una habitación, después de entrar yo escuché que cerró la puerta con llave.

-Te desamarrare, sólo te advierto que si haces algo estúpido pagarás con tu vida, entendido -el chico de voz ronca era el que venía conmigo.

-De acuerdo.

Me quitó las esposas y después me quitó el pañuelo que cubría mis ojos, voltee a verlo y mi sorpresa fue que me topé con un chico de unos 20 años, sus ojos eran color marrón, tenía unos labios super gruesos, sus perfectos dientes blancos, una ceja ni gruesa ni delgada. Era guapo. O perfecto.

-¿Qué me vez? No lo hagas.

- Puedo hacer una pregunta.

- Ya la hiciste, ahora cállate -esta vez no se escuchó su voz ronca.

- Púdrete -susurré.

- Parece que no has entendido nada. Tú estás aquí sólo por una semana y yo mientras soy tu jefe, así que tenme respeto sino quieres que te vaya muy mal, aparte de lo que ya te irá. Una vez que te vayas serás libre por una parte.

¿Libre? Debía emocionarme, ¿o alguna otra cosa?

- Bien... -fue lo único que dije.

Él se acostó en la cama y prendió el televisor, yo seguía en la orilla de la cama sentada sin saber qué hacer, y creo que así me la pasaría toda la semana mientras sería libre, aunque tenía mis dudas, para que nos tienen una semana y después somos libres.

- ¿Puedo entrar a bañarme? - pregunté.

- Sí -dijo sin verme.

- Pero hay un problema.

- ¿Qué? -seguía con su vista en el televisor.

-No tengo ropa.

- Allí hay -apuntó a un closet - agarra la que quieras, pero que no sea algo provocador.

Tomé la ropa y me metí con ella al baño, después de 15 minutos la tibia agua ya estaba pasando por mi cuerpo, se me vino a la mente la imagen de mis padres y empecé a llorar, ¿Qué mas podía pasarme? Me tenían aquí tal vez por que mis padres habían muerto? No, eso no era. Ellos mencionaron algo de trata de blancas. ¿Y si me quieren prostituir? Eso no me puede pasar, aun soy virgen y no quiero perder mi virginidad, estoy muy chica.

Después de al menos 30 minutos salí del baño con mi ropa, obvio me cambié adentro, no lo iba hacer delante de un hombre que ni siquiera conozco y se dice llamar mi "Jefe".

Él ya no estaba en la habitación, moría de sed así que intenté salir pero fue imposible, la puerta tenía llave, me fui a acostar un rato a la cama y después de unos minutos me quedé dormida.

...

Desperté porque escuché que se azotó la puerta y me asusté, era de nuevo aquel hombre, aunque olía mucho a alcohol. Estaba ebrio.

- ¿Voy a dormir contigo en la misma cama? -me atreví a preguntar.

-Sí.

Llegó y se acostó a lado de mí. Me dio la espalda y en menos de 20 minutos sus ronquidos se escuchaban en toda la pequeña habitación.

Menos mal.

Secuestrada •S.V.•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora