Cinco

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Narra Tn .

Desperté y me di cuenta que estaba en la sala, agradecí de estar con Sebastián a estar con los otros.
Me paré del sillón y caminé a la cosina, estaban todos pero había cuatro chicos más. Cuando me paré en el marco de la puerta todos me vieron y Sebastian sólo rodó los ojos.

Se arrimó hacia mí y me jaló del brazo haciendo que caminara hasta la habitación.

-¿Qué hacías allá abajo? -Preguntó enojado.

Y no sabía por qué lo hacia, ¿enojarse por qué? Yo no pedí en ningún momento que me trajeron hasta aquí, ¿o sí?

-Desperté allá abajo, y no conozco lo suficientemente esta casa como para saber cuál era la habitación.

-¿Ah no? ¿Y por dónde escapaste? ¿Te das cuenta de lo que acabas de provocar? ¡ERES UNA IDIOTA! -Me soltó una abofeteada en la mejilla.

Mis ojos se cristalizaron del dolor pero no me iba a poner a llorar, no ahora, no debía ser débil ante los demás.

-¿Y yo pedí estar aquí? ¡NO! ¡EN NINGÚN MOMENTO LES DIJE "SECUESTRENME". -Le hablé de igual manera.

Y me soltó otra abofeteada junto con un jalón de pelos.

-Cuidadito con tu vocabulario mi niña. Aquí me respetas, sino ya sabes lo que te pasa. -Sacó su arma de su pantalón y me la pegó a la mejilla.

Yo empecé a temblar, es obvio, ¿Quién no le tiene miedo a un loco maniático junto con un arma? Yo sí.

-Ahora ponte algo de aquellos cajones, es momento de darte una buena bienvenida.

-No. -Susurré.

-Más vale que cuando llegue ya lo tengas puesto, sino ya sabes lo que pasa. -Miró su arma y después sonrió.

Cuando salió de la habitación corrí para ver lo qué había en los cajones. Oh mierda y más mierda. Era pura lencería, estaría muy loca si me pusiera esto para él. Y él muy idiota se lo pensó. Yo simplemente jamás me pondré algo así para un hombre, y menos para este idiota.

Salí de la habitación en silencio, me trataría de volver a escapar pero esta vez sin pedir raid, esta vez me iría yo sola por mi cuenta.

Una vez fuera de la habitación escuché unos pasos que venían subiendo las escaleras, y corrí otras escaleras para arriba, la casa era muy grande, pero no creo perderme en una maldita casa, sería muy estúpido de mi parte.

Entré a una habitación y estaba todo oscuro, prendí una luz y había una cama, era una habitación como cualquier otra y era la única en este piso, había otro arriba, o al menos pienso que esas escaleras llevaban a otro piso y no sólo a la azotea.

Recorrí la habitación y me di cuenta de que nadie se quedaba aquí, había una capa fina de polvo en todos lados, la cama no tenía cobijas, colcha y sábana. Caminé hasta una puerta y vi que era un closet, no había ropa sólo unas cuantas cobijas así que me puse a tender la cama.

Cuando la había acabado de tender me acosté en ella, era mucho muy cómoda para ser sincera. Me estaba quedando dormida cuando escuché que alguien gritó mi nombre, era la voz de Sebastián.

Corrí y apagué el foco y después me regresé a esconderme en el armario.

Él entró a la habitación y encendió la luz, empecé a temblar de que me fuera a encontrar. Por un orificio de la puerta veía cada movimiento que hacia.

-Joder, sal de aquí, tendiste la cama, sé que estás aquí.

Era verdad, nunca pensé en ese punto. Vi que cada vez se acercaba al closet y mi corazón empezaba a latir cada vez más rápido.

Abrió la puerta y se le formó una sonrisa en sus labios, yo sólo lo veía con demasiado miedo, no dejaba de temblar y mi corazón latía cada vez más fuerte.

-¿Pensaste que te volverías a escapar? -Juntó sus manos y se me quedó viendo. -Eres muy idiota si pensaste que volverás a salir de esta casa.

Me agarró del pelo haciéndome que gritara y me sacó arrastrada de ahí, me aventó a la cama y yo gatee tratando de estar mas lejos de él.

-Hasta parece que arreglaste la cama para nosotros, sigue así, vas bien.

Se apartó de mí y fue hasta un cajón, sacó tres corbatas, no sabía para qué las quería, se acercó hasta mí y me agarró las manos amarrándolas a la cabecera de la cama.

¿Qué mierda le pasaba? Este tipo estaba lo doble de loco que mi padre cuando llegaba tarde a casa. :(

Sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo y después agarró uno de mis pies y lo ató en una esquina e hizo lo mismo con el otro. Mis manos iban juntas, pero mis pies separados.

-¿Qué te dije que iba a suceder sino te ponías la lencería que te dije? -Se acercó hasta mí.

-No me hagas nada por favor. -Empezaron a salir mis lágrimas.

Sé que dije que tenía que ser fuerte pero nadie en su puta vida quisiera que le pasará esto. Mi corazón late a mil por minuto. Todo mi cuerpo tiene un escalofrío y tiembla.

-No te iba a hacer nada, pero cuando te doy una orden debes acatarla sino quieres que te pase nada. Y como me has desobedecido debo darte una lección para que aprendas. -Esa maldita sonrisa no se le quitaba del rostro.

Tenía ganas de partirle la cara, de que mis papás estuvieran conmigo y cuando encontraran al idiota de Sebastián mi padre le partiera la cara como se lo hizo a aquel señor cuando quería abusar de mí.

Mis padres siempre estuvieron para mí. Y ya no, ¿por qué ya no están para mí como lo prometieron? ¿Por qué se me fueron? Apenas tengo 16 años cumplidos y ya no tengo padres. No tengo familia.

-Ya te haré caso pero por favor no me lastimes, no me hagas daño. -Susurré.

-Demasiado tarde.



Secuestrada •S.V.•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora