Las clases terminaron y cuando salí estaba hablando con Samantha. Serena estaba con nosotras, obvio ella está ya en un grado más arriba que el mío y el de Sam, sólo que yo me quedé reprobada por motivos, por motivos lindos que tienen de nombre "Sebastián".
- En serio tienen que ir a la fiesta de este fin de semana, se pondrá genial como todas las pasadas. No pueden faltar. -Dice Serena casi rogando.
-Yo no puedo, tengo cosas que hacer. -Hablé antes de que dijera otra cosa.
-Yo sí jalo. -Dijo Samantha.
-¡Ah! ¡Llegas en el momento indicado! -Gritó Serena mientras corría dejándonos casi sordas a Samantha y a mí.
-¿Qué hace ella con él? -Preguntó Samantha haciendo una mueca de asco.
Voltee para donde se encontraba Serena y estaba colgada casi del cuello de Sebastián. Le plantó un gigante beso cerca de la boca. Cuando vi a Sebastián él me veía a mí. ¿Qué carajos hace aquí? ¿Cómo se enteró de que aquí estudio? ¿Y qué carajos hace con Serena? ¿De dónde la conoce? ¿No puedo tener aunque sea una maldita amiga que no tenga nada que ver con Sebastián?
Caminé rápido y con el hombro choqué a Sebastián. No traje mi carro conmigo, hasta parece que la mala suerte siempre está de mi lado. Sebastián me jaló del brazo haciendo que volteara con él.
-¿Qué haces aquí? -Dije molesta.
-Vine por ti. -Salió esa maldita sonrisa de sus labios que me tiene loca.
-Sé llegar a casa sola, gracias. -Le sonreí falsamente e intenté safarme pero no pude.
-No veniste en carro, así que yo debo llevarte. -Seguía con su maldita sonrisa.
-Okey, pero sólo me llevas y te vas de mi casa.
Entré al auto enojada y Sebastián hizo lo mismo. Ambos íbamos sin hablar en el camino, llegamos a mi casa y me bajé sin decirle nada. Busqué las llaves en mi mochila y no estaban. ¿Qué jodidos voy a hacer?
-Haste a un lado. -Dijo Sebastián detrás de mí, sacó mis llaves y abrió la puerta.
-¿Qué haces con mi llaves? -Entré y él hizo lo mismo.
-Ayer me las llevé. -Juro que si sigue sonriendo le voy a estampar mi mano en su preciosa sonrisa.
-Damelas antes de que vuelva a pasar lo mismo. -Se las quité y las guardé en mi mochila.
-¿Así que vas a ir a una fiesta este fin de semana? -No.
-Es algo que a ti no debería importarte. -Hice mala cara.
-Tranquila, no entiendo por qué siempre estás enojada. Yo no te hago nada malo. -Arquée una ceja. -Ya no lo haré.
-Imbécil. -Susurré.
-El imbécil que te vuelve loca. -Se sentó en el sofá y me acercó con él. Quedamos casi a la misma altura.
Lo miré y él tenía su vista en mis labios. Mierda no. No quiero besarle pero él me incita a hacerlo. ¿Quién rechazaría esos labios tan carnosos y sumamente hermosos?
Esta vez yo di el primer paso, no puedo negar que Sebastián aún me vuelve loca. Siempre que está junto a mí es como si el tiempo se detuviera y sólo estamos él y yo. Sin nadie más.
Cerré mis ojos y me dejé llevar por el fino beso que ahora nos estábamos dando, me separé de Sebastián y mordí su labio inferior.
- Te amo. -Sonrió.
-Tenemos que hablar. -Negué con la cabeza.
-Habla.
Me senté enfrente de él.
-No quiero que las cosas vuelvan a ser como antes. Tenemos que darnos un tiempo. No creo que sea bueno volver a lo mismo, ya lo hemos intentado un par de veces y jamás funciona. Ya no se da lo nuestro. -Solté un suspiro al último.
-¿Después de que me acabas de besar? Ese beso fue especial. ¿Y ahora me dices que ya no quieres nada? Ya no eres una niña, Tn.
Es verdad. Jamás debí besarlo, el beso sólo hizo que me confundiera yo misma.
-Bueno perdón por hacerlo. Pero ya no quiero seguir contigo, podemos quedar como buenos amigos porque igual Mario es ahora novio de mi mejor amiga y eso implica que te seguiré viendo.
-No te voy a dejar.
❤
-No te estoy preguntando. Es por mi bien. -Alcé los hombros.
-¿Tu bien? Por favor, Tn. Ese beso dijo todo lo contrario a lo que me estás diciendo. Nunca te había nacido besarme sólo porque sí, y menos en un momento como este. A parte no te voy a dejar, hagas lo que hagas. Ya eres parte de mi vida, ahora debes aprender a vivir a mi lado. - Se sentó a un lado mío.
-¿Qué comiste? Tú no eres así. -Solté una carcajada.
-Mis errores me hicieron a prender. Y vaya que aprendí demasiado. Todo el tiempo que no estuve contigo hice muchas cosas malas, pero después me encerré, es por eso que ya no supiste más de mí. De los errores se aprende, a veces nunca es tarde. Y aún no es tarde para perderte. -Tomó mi mano y se inco en el suelo. -¿Me harías el honor de conderme volver a formar parte de tu vida, pero esta vez sin errores del pasado?
Esto es una decisión muy difícil. Sebastián las veces anteriores dijo que había cambiado pero eso jamás pasó. Volvió a lo mismo de nuevo.
Pero algo me dice que esta vez sí es diferente. Que algo bueno está por pasar.
-¿Nunca te cansarás, Villalobos?
-¿Eso es un sí? -Dijo sonriendo.
-¿Tú qué crees? - Lo paré y volví a besarlo.