Miré extrañada a Sebastián, no entendí lo que quiso decir con eso.
-¿A qué te refieres? -Le pregunté aún extrañada.
Sebastián tiró de la toalla y empezó a besar mis labios, yo me hice para atrás y le correspondí el beso, sé que más tarde me iba a arrepentir de esto pero ahora no era el momento.
Sebastián se subió arriba de mí cuidando de no lastimarme la rodilla, bajó una de sus manos a mi muslos y fue ahí cuando reaccioné, esto estaba mal. Yo simplemente no podía acostarme y perder mi virginidad con este idiota, él y yo somos rivales para toda la vida. Aventé a Sebastián lejos de mí.
-Quítate, me lastimas. -Me excusé.
-Eso no me importa, ahora acabemos lo que empezamos.
Quitó la toalla y la aventó al piso, yo lo trataba de empujar pero me era imposible, estaba delgado y todo pero al final de cuentas sí pesaba un poco. Me agarró delas manos y las puso arriba de mi cabeza, besó mis labios y yo solo movía mi cabeza de un lado hacia otro, no quería besarle y menos ahora, bajó y beso uno de mis senos mientras acariciaba el otro, yo intentaba zafarme pero por más que hacía la lucha no podía, sacó unas esposas de su bolsillo y metió mis manos a la fuerza amarrándome de la cabecera, se quitó sus pantalones y fue ahí donde me empezó a dar miedo, Sebastián abusaría de mí.
-Ya quítate, no lo hagas. ¿Qué te pasa? de un momento a otro estas enamorado de mí y después tratas de abusar de mí como si nada.
-Ya te vas a morir, no quiero que vayas virgen a la tumba.
Sus palabras me dieron mucho miedo, lo dijo con el mismo tono que me habló cuando lo conocí, mis lagrimas empezaron a salir y Sebastián siguió con lo que estaba haciendo.
Se quitó sus bóxer y sacó un condón de un cajón que estaba a lado de la cama, se acercó de nuevo conmigo y metió su miembro en mí, esto no daba nada de placer, al contrario, era muy doloroso y muy incomodo, era un maldito enfermo sexual,solo estaba esperando a que yo fuera buena persona con él para así poder abusar de mí.
-Estas tan estrecha como te imaginé. -Besó mi frente y después me desabrochó de las manos.
-Eres un maldito puerco, te juro que me las vas a pagar. -Le grité antes de que se saliera del cuarto.
Sé que está muy corto el capítulo pero quería al menos publicarles algo, ya no tengo celular de donde actualizaba, así que por ahora me tardaré un poco, espero y me comprendan, no todo el día estoy en casa. Gracias por el apoyo, no olvides tu voto!
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