Seis.

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Sebastián desabrochó mi pantalón pero no lo bajo, se pasó a mi blusa y la levantó, empezó a dar pequeños besos húmedos en mi no tan formado abdomen, subió hasta mí y trataba de besarme los labios pero yo no me dejaba, y no lo haría. Era un idiota, ¿cómo me iba a dejar besar por él? ¡Era ilógico!

-Para por favor. -Dije casi en un grito. Él no me hacía caso, así que tuve que pensar rápido en una manera para que me dejara libre. -Mis padres me dieron el número de sus tarjetas, te los daré pero por favor no me hagas nada. -Mi respiración seguía aún agitada.

Sebastián paró de golpe y se alejó varios centímetros de mi piel. Fijó su vista en mí.

-Habla. -Dijo serio.

-Te los daré pero por favor, no me hagas nada. -Susurré lo último.

-¡Damelos, ahora! -Gritó.

-Los tengo anotados en mi celular. -Mentí, todo era una mentira, no tenía nada de ellos, nunca fui una interesada, nunca me importó que mis padres tuvieran dinero, me daba igual, lo único que quería era pasar toda mi vida con ellos, tristemente eso no pudo pasar. - Pero está en mi casa. -terminé de decir.

-Si mientes te juro que te mato Tn, y sé que no quieres eso, así que iremos a tu lindo hogar y me entregarás todas las claves.

-Sí, lo prometo. -Volví a mentir.

Sebastián me desamarró y yo pronto bajé mi playera y abroché el botón de mi pantalón. Él salió de la habitación y yo hice lo mismo, supongo que iríamos ahora mismo a mi casa.

-Iré a la casa de Tn, me va a dar las claves de las tarjetas de débito, no tardo mucho. -Les avisó Sebastián a todos aquellos que estaban en la sala.

Yo sólo estaba atrás de Sebastián, nada aseguraba que ellos fueran menos locos que Sebastián, lo mejor era mantener mi distancia.

-¿Quieres que te acompañe? -Habló Mario. Al único otro hombre que conocía.

-No, puedo solo. Y ya me voy que tengo prisa. Mientras más pronto vaya, más pronto nos deshacemos de ésta. -Pasó su mirada por mí.

Ash.

Salimos de la casa y nos subimos a una camioneta, Sebastián se aseguró de que todas las puertas tuvieran seguro para no poder escapar, aunque no lo haría, tampoco era tan estúpida como para saltar afuera de la camioneta mientras estaba en marcha, era ilógico.

Yo no le tuve que decir dónde era mi casa, él sabía perfectamente donde lo era, esa era una señal de que él había sido el que había venido hasta mi casa por mí.

-Vas a entrar y vas directo por el celular, estaré aquí afuera por si intentas escapar, es mejor que no lo hagas, sino ya sabes lo que te pasa.

Yo sólo asentí y él quito los seguros de la camioneta, entré a la casa y estaba igual como había quedado, no tenía llaves pero estaba una en la maceta de afuera, siempre la escondía ahí ya que mi padre era muy despistado y siempre la olvidaba cuando iba para el trabajo.

Entré a la casa y subí rápido las escaleras, cuando entré a mi habitación busqué mi celular en mi cajonera, lo encendí y había puros mensajes de Kate preguntándose por mí y sobre lo que había pasado con mis padres. Gracias a sus mensajes se me vino una muy buena idea a la cabeza.

Teclee el número de Kate y en menos de diez segundos respondió.

-Tn; ¿eres tú?.- Se me salieron las lágrimas al escuchar de nuevo su voz.

-Claro que soy yo tonta, te he echado mucho de menos... pero bueno, no te hablé para eso, estoy en peligro, ahora más que nunca necesito de tu ayuda. -No quería meter en problemas a mi mejor amiga pero necesitaba su ayuda, con una demanda todo esto podría acabar.

-Dime lo que pasa, sabes que te puedo ayudar en todo. Anda, no me asustes. -Su voz se escuchaba preocupante de verdad.

-Estoy secuestrada. -Se escuchó como gritó Kate detrás del teléfono. -Calma, ahora estoy en mi casa y nadie esta escuchando, necesito que vengas por mí y me lleves a poner una demanda, parate en la esquina de mi casa, yo iré para allá, por favor no tardes, No tengo mucho tiempo. Y no me marques, sólo ven. -Traté de sonar lo más clara que podía.

-Ahora mismo voy para allá Tn. Llego en menos de cinco minutos.

-Te esperaré.

Colgué el teléfono y escuché un claxon, era el de Sebastián obviamente. Abrí la ventana para avisarle que no tardaría en llegar que estaba buscándolo. Él sólo me dijo que me diera prisa, tenía que hacer tiempo para esperar a que Kate viniera por mí.

Cuando vi el carro de Kate a la otra esquina de la calle volví a abrir la ventana y le hablé a Sebastián, le dije que necesitaba de su ayuda y él bajó enfadado de la camioneta pero entró a la casa, estábamos en mi cuarto.

-¿Qué necesitas? -Dijo quejándose.

-El cuarto de mis padres, ahí está, la puerta esta cerrada, no tengo llaves, necesitas derrumbarla. -Mentí.

-Haste a un lado.

Me quité y él la abrió, ambos entramos en ella y una vez adentro paté a Sebastián en su entre pierna lo más fuerte que pude, él me maldecía pero se tiró al piso, no podía mantenerse parado del dolor que le había provocado. Corrí lo más rápido que pude y salí de mi casa.

Vi el carro de Kate y me subí, ella no dijo nada y nos dirigimos a poner la demanda.

Hablé con una señora y le dije todo, también le dije el nombre de Sebastián y Mario junto con sus apellidos, también comenté sobre la otra pandilla que estaba buscándome, que supuestamente todos me buscarían para sacarme el dinero que mis padres habían dejado en sus empresas, creo que le dije todo lo que hacía falta, ella me dijo que no me preocupara, que todo saldría bien. Y así lo pensé.

Esa noche me fui a quedar a casa de mi amiga, ahora más que nunca era cuando necesitaba de ella. Le conté todo lo que había pasado con Sebastián.

Secuestrada •S.V.•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora