Han pasado dos años, de los cuales he aprendido mucho, ahora estoy siguiendo mis estudios para poder entrar de jefa en la empresa de mis padres.
Sebastián ha estado terminando sus estudios, comenzó a hacer la secundaria y ahora va a terminar su preparatoria, siempre he estado para él y le doy todos los ánimos del mundo, nunca imaginé que el gran Sebastián Villalobos podía ser una gran persona. Y vaya que es más que eso.
Los chicos se fueron casando, ya todos tienen pareja, menos Rk, siempre voy con él los fines de semana, no sólo yo, hacemos reunión y también asiste la familia de Kate. El gran Osiel cada vez está más grande, es un amor, obvio soy su tía preferida y no se diga Sebastián, ambos se aman.
Mis padres siguen estando en casa juntos, y yo también, siempre estoy con ellos, he dejado a Sebastián de lado un poco pero no es algo malo, casi siempre salimos juntos.
-¡Tn, baja a comer! -gritó mamá.
-¡Ya voy!
Me puse mi bata ya que estaba en pijama y bajé a comer con ellos. La comida estuvo muy rica pero ninguno de ellos hablaba. Estaban raros. Terminé de comer y lavé los trastes, recogí la mesa y barrí los pequeños pedazos de comida que cayeron al suelo.
-Vamos a salir, tú puedes quedarte aquí y en un rato volvemos -dijo papá.
-¿Quieren que los lleve? -pregunté.
-No, vamos a tardar un poco, no te preocupes -besó mi frente y salieron ambos.
Fui a mi cuarto y me acosté un rato, la tarde pasó muy larga, estaba muy aburrida pero ya le había dicho a Sebastián que hoy no podría salir ya que mis padres estarían aquí todo el día y resultó que no. Tal vez Sebastián ya estaba ocupado en otras cosas.
Me dormí un rato y cuando desperté mis padres ya habían llegado, bajé y no vi que hubieran comprado nada, no pregunté nada y volví a subir a mi cuarto, estaba viendo una serie muy buena llamada Enemigo íntimo, cada vez se pone más interesante aunque es algo fuerte.
Me quedé dormida después de casi ver cinco capítulos seguidos.
-Tn -alguien me llamaba pero no veía quién era -despierta.
Abrí los ojos y ahí estaba Sebastián.
-¿A qué hora veniste? -dije con los ojos entrecerrados.
-Hace una hora, arréglate, vamos a salir a comer.
-¿Ahora? -pregunté aburrida.
-En unas tres horas, es algo especial así que haste magia -se burló.
-¿Tres horas? Es sólo una comida, ¿para qué hacerme "magia"? -hice comillas con los dedos.
Con decir "magia" se refería a que me vistiera elegante y me pusiera algo de maquillaje.
-Hazlo, yo me voy y al rato paso por ti -besó mi frente y se fue.
Me paré de la cama y bajé a comer aunque sea una fruta, no quiero después tener mi estómago inflamado. Fui al cuarto de mis padres y no estaban, ni siquiera me dijeron que iban a salir hoy.
Regresé a mi cuarto y abrí el grifo de la regadera, esperé a que la agua saliera caliente y mientras cepillé mi cabello, agarré mis sandalias y entré a la lluvia artificial. Me tardé al menos unos 10 minutos y salí, me enrollé una toalla en el cabello para así poder secarlo más pronto, me puse mi ropa interior y empecé a buscar algún vestido para la comida.
Al final encontré uno que nunca me había puesto y me lo compró Sebastián, ahora es el momento indicado para estrenarlo.
Antes que todo cepillé mis dientes y después me puse crema en la cara y con un pedazo de papel quité lo grasoso, me puse algo de primer y una base de mi color, me puse unas sombras negras y las difuminé bien para que al final no se viera tan negro como en el párpado, me hice un delineado de gato y con un encendedor quemé un poco mi enchinador para que deje mis pestañas más largas y después les puse algo de rimel, pinté del color de mi cabello un poco mi ceja para darle una mejor figura. Me puse algo de blush y al final sólo un labial algo morado y café. Al final sólo me puse el spray definidor y terminé, creo que me veía bastante bien.
Me puse unos tacones que sólo había utilizado una vez, aparte son los que mejor combinan con mi vestido. Son negros y a frente están descubiertos, tienen un aro hasta arriba donde se abrochan.
La puerta empezó a sonar y bajé las escaleras casi corriendo pero también teniendo cuidado de no tropezar. Abrí la puerta y ahí estaba Sebastián vestido de traje, no sé qué tipo de comida sea esta pero es algo raro.
Nos dimos un beso y me abrió la puerta del auto, entré y la cerró y después rodeó el auto para él hacer lo mismo. El perfume de Sebastián olía bastante bien, es hora de preguntar de qué es esta comida.
-¿De quién es la comida? -pregunté con ansias.
-No comas ansias, ya verás -sonrió.
-¿Las ansias se comen? -los dos nos carcajeamos -Sólo dime algo, ¿alguien más estará con nosotros?
-Tn, estamos a nada de llegar, ahorita vas a ver.
-Está bien.
Me quedé en silencio y es que en verdad estaba muy nerviosa, no sabía qué tipo de comida sería esta. La última vez que me pasó algo así fue cuando cumplí mis 18 años que por cierto fue cuando me hice novia de Sebastián oficialmente.
El auto se paró y mis nervios volvieron, tal vez estaba exagerando mucho, agarré a Sebastián de la mano y entramos al restaurante. Estaba todo oscuro, las luces sólo iluminaban una mesa y era a la que nosotros nos estábamos acercando. Sebastián separó la silla para que yo me sentara y después él hizo lo mismo.
-Antes de cualquier cosa quiero preguntarte algo.
-¿Qué pasa?
Sebastián se incó a un lado de mí y sacó una caja pequeña color rojo mate. La abrió y la extendió hacía mí.
-Tn Ta, ¿quieres casarte conmigo?
Oh mi Dios, esto es algo que en realidad no me esperaba.
-¡Sí! -lo levanté y le di un beso muy romántico.
Las risas y aplausos se escucharon en el lugar, las luces encendieron un poco más y fue cuando me di cuenta de que no estábamos solos, estaban todos aquí, mis papás, Kate y su familia, los chicos. Estábamos los que debíamos estar.
La cena fue muy buena, no quiero imaginar cuánto pagó Sebastián por esto. Nos paramos un rato a bailar, todo el rato estuve a lado de él, fue una de las mejores noches a su lado.
Cinco meses después de la boda...
-Tranquila, verás que él estará bien -dijo Sebastián sobando mi mano.
-Yo estoy bien, pero las ansias me comen, ¡necesito saber ahora! -exclamé feliz, nerviosa y desesperada.
La doctora llegó con unos papeles y nos vio a ambos.
-¡Felicidades, son gemelos!
Fin.