Narra Edward.
Comencé a escalar por la terraza, según los informes de Alice esta estaría abierta, entre en la terraza y abrí sus puertas con sumo cuidado, la habitación estaba obscura, solo los rayos pálidos de la luna se colaban por las ventanas, me gire y me topé con ella, estaba recostada sobre su espalda, estaba completamente dormida, me acerque hacia ella, lucia tranquila, era un ángel descansando, su rostro a pesar de los golpes que habían en él, este lucia hermoso, era perfecta, me senté a su lado, me limite a mirarla por unos instantes.
-Sí que eres bella – Murmure, después de unos momentos mirarla no me bastaba, acaricie con mis dedos su mejilla, acaricie aquel golpe que tenía en sus labios, su respiración era tranquila, recorrí sus brazos, era maravilla su piel, suave, delicada como la más frágil rosa del jardín, se remoción incomoda y se acurruco en un pequeño espacio de su cama, sonreí.
Esa mujer había trastornado mis sentidos y no entendía por qué, apenas había cruzado unas palabras con ella, pocas veces la había visto sonreír, entonces comprendí en ese momento, no era su belleza, ni su sonrisa, era aquella necesidad de protegerla, de quererla... Amarla, mimarla, consentirla.
-Es momento de alejarme – Murmure poniéndome de pie, me coloque en la puerta escuchando, no se escuchaba ningún ruido, mire por última vez hacia su cama y salí, los pasillos estaban en total silencio y obscuridad, eso podría ayudarme en mi misión, comencé a recorrer los pasillos cautelosamente, no sabía que buscaba, algo que me diera atenuantes para solucionar nuestra situación, ¿Pero qué exactamente?, continúe mi camino, entraría a la oficina de Jacob y buscaría y tenía exactamente una hora para volver, si no Alice se volvería loca, mi oído estaba atento y mis ojos parecieron haberse adaptado a la obscuridad.
Encontré la oficina y entre rápidamente, cerrando la puerta detrás de mí con sumo silencio, encendí una vela y comencé mi búsqueda en todos los papeles del escritorio, no había mucho, excepto papeles de importaciones y exportaciones, mire las librerías, habían demasiados libros, quizá había algo allí, comencé a perder la paciencia, no había nada, ni un solo documento que ayudara en la situación de mi familia, solté un suspiro cansado, ruidos se escuchaban en el pasillo, debía volver, quizá el tiempo se había acabado y Alice ya había comenzado con el teatro, escuche de nuevo detrás de la puerta, no había ruido, no había nada y salí, volví a recorrer el mismo lugar, esta vez mas rápido de lo normal, entre de nuevo en su habitación, di un golpe en la puerta y solté un suspiro, no había nada.
-Nada, maldita sea no hay nada – Me gire para salir por la ventana, me quede estático, me miraba, estaba de pie a unos metros de mí, un nudo se formó en mi estómago.
-E...Edward – Termino de hacerse el nudo en mi estómago, camine hacia ella, acorto la distancia que nos separaba, me miro con atención, coloco sus manos en mi rostro, recorría con sus dedos mi rostro. Estaba atónito, su piel al contacto era algo inimaginable de sentir, sus delicados dedos aún continuaban acariciándome – Eres tu... - Susurro, coloco su frente en mi barbilla.
-Y...Yo... - Sus manos cayeron de mi rostro y ella se desvaneció, la atrape antes de que cayera, solté un suspiro aliviado, se había despertado en estado de algo parecido a ebriedad, con algo de suerte no recordaría nada, la levante entre mis brazos y la metí en su cama, la acobije, acomode su cabello, me contuve para no besarla, para no cumplir mi loco deseo de besarla, coloque mi frente contra la suya – Debo alejarme... - Murmure mientras dejaba que su aroma me inundara los sentidos, quizá sería la primera y la última vez que la tendría así – Eres una mujer prohibida... - Le susurre, ella se removió en la cama tomando mi brazo como almohada, sonreí – Pero ¿Porque cada vez te quiero más? – Dije acariciando sus labios, sonreí – Descansa ángel mío – Sonreí con ironía – Ángel – Saque mi brazo con delicadeza y salí por el balcón de nuevo. Que locura había cometido, zacearme de la mujer de la cual me enamore, una mujer que está casada y con mi primo. Dios. – Que locura – Solté mientras daba el ultimo salto, camine hacia la casa lo más rápido posible, asegurándome que nadie me mirara, Alice aún no había comenzado la función, eso me indicaba que la hora aún no había pasado, entre en la casa rápidamente y me saque el abrigo – Al... - Una voz femenina me interrumpió.
-¿Los dejo una semana solos y tu... - Dijo mi madre apuntándome con enojo – Tu induces a tu hermana a sabrá dios que cosas? – Mire a Alice, esta estaba sentada cabizbaja.
-Madre – Tenia elceño fruncido y las manos en su cintura, esa pose solo significaba una cosa,estábamos metidos en un lió brutal.
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Deseos Compartidos
Fanfiction¿Vivir o morir?, decisiones, decisiones... Decisiones y más decisiones, solo una podría cambiar por completo el curso de tu vida, cambiar todo tu mundo, quisiera yo poder tomar una decisión y poder cambiar el calvario que es mi vida. Cuando escogí...