Capítulo 35

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Esme había dicho que era un verdadero milagro no haber caído en cama con una muy buena pulmonía, al fin había salido de mi habitación, sé que Edward mantenía engañados a todo mundo diciendo que me había caído de la yegua y caí al lago, todo mundo se lo trago entero a excepción de Esme que me había regañado tan duramente que pensé que sería ella que me mataría. Alice aún estaba asustada por mi caída, ella no sabía nada.

-Ya no te dejare montar sola – Dijo sonriendo con tristeza, sonreí.

-Eso me parece una muy excelente idea – Dije despeinando su cabello, ella rio.

-Alice... - Lo escuche decir a mi espalda, me congele rápidamente – Bella, que bien que te encuentres mejor, es un gusto verte aquí – Sonreí, Edward me dedico una sonrisa amable.

-Dime – Dijo Alice interrumpiéndonos, él la miro.

-Nuestra madre quiere que me acompañes al pueblo – Dijo mirándola atentamente – Porque quiere que hagas unas compras, tiene una lista para ti – Dijo Edward, Alice se puso de pies y comenzó a dar saltitos de felicidad.

-¡Qué bien!, ¡Qué bien! – Dijo aplaudiendo, me miro - ¿Vienes? – Me quede mirándola atenta, negué.

-Anda ve – Dijo Edward señalando la puerta, ella hizo un mohín y se fue, hubo primeramente un largo silencio - ¿Por qué no? – Pregunto de pronto – No conoces el pueblo, sería un buen momento – Ascendí.

-No... No quiero molestar – Dije poniéndome de pie.

-Nunca has molestado – Dijo en un susurro, aquellas palabras me hicieron caer de nuevo en mi asiento – Te llevaría felizmente, solo tienes que aceptar – De nuevo no pude escapar de su atrapante mirada, tenía unos ojos muy bellos, verdaderamente hermosos - ¿Qué dices? – Pregunto colocando su mano en el respaldo del sofá.

-Está bien... – Dije sin siquiera poder razonarlo mejor, él sonrió.

-Nos vamos en un par de minutos – Ascendí, me puse de pie y me dirigí a mi habitación.

-¿Que estás haciendo? – Me pregunte mientras subía los últimos escalones hacia mi habitación, me mire en el espejo, al menos ya no estaba pálida y ojerosa, tome un abrigo más acogedor y volví a salir.

El viaje al pueblo fue agotador, Alice miraba entretenida un libro con ilustraciones de plantas, las leía una y otra vez, Edward evitaba mirarme, quizá no quería incomodarme más de lo que ya estaba, Jamás en todo mi tiempo de estadía en la hacienda había visitado el pueblo, solo había escuchado vagas descripciones de Alice y Esme, mirarlo, era verdaderamente un milagro, era pintoresco y hogareño, habíamos llegado al centro del pueblo que era una gran plazuela, el frio no detenía a las personas que comían animadas en las bancas, o que sencillamente caminaban y charlaban, en cuanto nuestros pies tocaron el suelo, todas las personas saludaban a los hermanos con mucha admiración y cariño.

-Nos veremos aquí en un par de minutos, no te distraigas – Dijo Edward apuntando a su hermana, Alice le saco la lengua y sonrió cariñosamente – Con su permiso – Dijo despidiéndose de mi con un asentimiento de cabeza, sonreí.

Alice me guio por la plazuela, informándome de cada lugar, prácticamente todos los negocios rodeaban la pintoresca plaza, las casas eran de colores vivos y parecían seguir cierto patrón de referencia.

-Solo tengo que comprar algunas plantas, ¿Quieres entrar? – Pregunto señalando el interior de la botica, ascendí, ambas entramos - ¡Hola Laurent! – Grito Alice agitando su mano animadamente.

-Señorita Cullen – Dijo un hombre, parecía mayor, era de tez morena, su cabello era castaño obscuro, sonrió mostrando sus dientes blancos – Que gusto verla – Dijo con sinceridad y extendiendo su mano hacia Alice, ella la tomo.

-Lo mismo digo, ¿Cómo está su esposa y su bebe? – Pregunto Alice tomando diferentes bolsas con ramas secas en su interior.

-A su madre y a dios gracias, muy bien – Dijo Laurent, siguiendo a Alice con la mirada, de pronto sus ojos azabache se fijaron en mi - ¿Puedo ayudarla? – Me pregunto, negué con la cabeza.

-Ella es Bella – Dijo Alice picándome las costillas.

-Mucho gusto – Dije extendiendo mi mano, Laurent me miro por unos instantes y luego rió, tomo mi mano.

-Un placer Señorita – Saludo con tanta amabilidad que me sentí tonta con mi amabilidad.

-Igualmente – Dije mirando a Alice, ella miraba las bolsas y miraba el libro.

-Si necesitas ayuda, estaré aquí – Dijo Laurent con dulzura.

-Gracias – Alice tomo un par de bolsas más y dejo que Laurent las empacara en un bolso de papel - ¿Cuánto te debo? – Pregunto tomando monedas de su pequeño bolso.

-La casa invita – Dijo entregando el bolso a Alice.

-No puedo permitirlo... Yo... - Laurent la interrumpió.

-Su madre no cobro el parto de mi esposa... Sería un honor para mí – Alice me miro y sonrió, tomo el bolso.

-Salud a su familia – Dijo Alice a manera de despedida.

-Gracias, dios bendiga – Despidió Laurent – Y un gusto conocerla señorita – Ascendí, ambas caminamos un par de pasos en silencio, al menos de mi parte, porque el pueblo entero saludaba a Alice y me miraba de forma intrigante.

-Todo el mundo te saluda – Dije cortando el silencio, Alice ascendió.

-¿Han terminado? – Pregunto Edward a nuestras espaldas, haciendo que ambas nos sobresaltáramos, él rió – Perdón, no quería asustarlas – Alice lo fulmino con la mirada – ¿Me aceptan una invitación a comer? – Dijo Edward aguantando las ganas de reír.

-Oh por supuesto que si – Dijo Alice animada y cambiando radicalmente su expresión.

-¿Qué dices? – Pregunto Edward mirándome.

-Claro – Dije en unmurmullo apenas audible, me ofreció su brazo, lo tome, Alice camino a nuestrolado, yo solo podía sentir las miradas sobre nosotros, eran incomodas, muyincomodas.

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