Capítulo 38

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-Discúlpame – Dijo alejándose de mi – Pasa que me recuerdas a alguien – Sus ojos estaba llorosos, sonreí.

-No hay problema – Dije colocando mi mano encima de su mano, ella mantenía mi mano entre las suyas. Un silencio recorrió la sala.

-Ellos son mis primos, Edward y Alice Cullen – Dijo Jacob interrumpiendo aquel pacifico silencio.

-¿Cullen? – Pregunto el Señor Swan, era un hombre de quizá 30 o 35 años, parecía cansado, era de tez clara, muy alto, de ojos marrones, ella era un poco más joven sus ojos eran grandes de color azul, tenía una ligera sonrisa plasmada en sus labios, pero en aquel jovial rostro había una pena grande, su cara parecía tener arrugas prematuras de dolor – Me suena su apellido – Dijo el señor dirigiéndose a Edward.

-Por supuesto y el suyo a mí – Se estrecharon sus manos, no sé por qué todo aquello me hacía sentir incomoda.

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Después de una larga cena entre charlas y risas era hora de volver a mi habitación, yo estaba con un nudo fuerte en el estómago, Edward no me quitaba los ojos de encima y yo intentaba hacer lo mismo, de alguna manera me inyectaba de sus fuerzas, parecía tan tranquilo con aquella postura recta y educada, ¿Cómo podía hacerlo?, según las palabras del hombre que intentó matarlo, Jacob era el principal interesado en verlo tres metros bajo tierra, pero la pregunta que me atormentaba, ¿Por qué?, Jacob no era para nada así, ¿Qué había pasado?

-Es hora de ir a descansar, el viaje estuvo muy largo – Dijo Jacob.

-¡Bella! – Dijo Alice tan rápidamente que todos nos sobresaltamos, ella se cohibió ante nuestra mirada – Perdón... Yo solo quería pedirte que... Bueno, pedirles... - Dijo dirigiéndose a Jacob y volviendo la mirada hacia mí – Aun no me recupero de mis pesadillas por haberme caído al pozo... - Mire de reojo a Edward, este bebía vino de su copa, era planeado – Primo pasa que Bella a dormido conmigo y... Yo no quiero estar sola y mamá salió de viaje... Podría... - Jacob la miro atentamente.

-Que niña más dulce, ¿Te lastimaste? – Pregunto la señora Swan, Alice ascendió repetidas veces.

-Tengo una costilla rota – Dijo tan tímidamente que pude habérmelo creído – Primo... - Jacob miro a la pareja de desconocidos y ascendió.

-Por supuesto que si prima – Dijo Jacob con una sonrisa que era más que temible a mis ojos.

-Que muchacho más gentil eres Jacob – Dijo la señora Swan.

-No me equivoque contigo – Dijo ahora el señor Swan palmeando a Jacob, Edward y yo nos miramos inevitablemente, si supieran la clase de hombre que es... No dirían ni de broma aquellas palabras.

Después de señalar las habitaciones a los señores que serían nuestros huéspedes un par de días antes de partir a sus vacaciones de casados, Jacob, Alice y yo íbamos a mi habitación, un silencio perturbador me cortaba entera.

-Buena jugada – Soltó Jacob cuando llegamos a la puerta de mi habitación, Alice tomo una postura rígida - ¿Desde cuándo tan amigas? – Pregunto mirando a la pequeña Alice con desprecio.

-Gracias primo – Dijo Alice haciendo una pequeña reverencia y mostrando sus dientes.

-Eres una insolente – Dijo caminando hacia ella, me interpuse.

-Jac... - Me tomo del brazo.

-Fuiste salvada mi vida – De pronto Edward lo tomo del hombro.

-Si quieres podemos armar un escándalo aquí mismo, ¿Qué crees que dirían tus nuevos socios? – Jacob me soltó del brazo, soltó un par de risas y se fue a su habitación, sentí que mis piernas flaqueaban, Alice me abrazo deteniéndome – Cierren con pestillo la puerta, yo estaré por aquí – Me miro preocupado por unos momentos y luego se fue.

-Vamos... - Me susurro Alice, entramos y antes de dar un paso más me asegure de cerrar la puerta perfectamente bien, mire a Alice y la abrace fuertemente, por un momento pensé que la asfixiaría, pero ella me correspondió de la misma forma que yo, entonces comprendí, no era la única asustada.

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