Capítulo 17

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-No tienen nada que agradecer – Dije mientras estrechaba la mano de Eleazar – Fue todo un placer – Concluí abrazando a Carmen.

-Después nos toca a nosotros invitarlos y definitivamente es irrechazable – Solté a reír.

-Por supuesto – Dijo Jacob, despidiéndose de Carmen con un apretón amistoso de manos.

-Ustedes también tienen que venir, ¿Entendido? – Dijo la bella Carmen mientras apuntaba a la familia Cullen con gesto dulce.

-Por supuesto que si – Dijo Esme, colocando su mano en el brazo de su hijo, este se limitaba a mirar a la nada, parecía fastidiado.

Los Denali se alejaron y con ellos mi alegría, mi sonrisa se borró de forma inmediata y de nuevo todos mis temores se volvieron mi piel.

-Bien hecho mi amor – Dijo Jacob colocando su mano en mi hombro, me removí incomoda zafándome de su tacto - ¿Ahora vienen los resentimientos? – Pregunto divertido, voltee a verlo.

-Jacob... - Murmuro Esme.

-Sí, sí... - Dijo acariciando mi cabello, apreté mi mandíbula atragantando mi dolor, planto un beso en mis labios – Nos vemos – Se marchó, voltee a verlo, apreté mis labios y entre en la casa.

-Bella... - Llamo Esme.

-Quiero estar sola – Dije subiendo las escaleras y tallando mis labios con fuerza, entre en mi habitación, cerrando la puerta con un golpe sórdido, no quería llorar, me estaba recorriendo una furia que jamás había sentido antes.

De nuevo el día pasaba ante mis ojos, recorría dolorosamente lento, triste, ¿Qué es lo que pasaría conmigo?, morirá aquí, moriría a su lado, sin haber conocido el amor, sin saber quién soy, ¿Qué es lo que pasaba?, ¿Estaba resignándome?, todos aquellos pensamientos sobre mi futuro pasaban por mi mente y yo solo me limitaba suspirar, me acerque a la terraza y acaricie el barandal.

-Te has resignado Bella... Lo has hecho – Cerré los ojos fuertemente.

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Los días pasaban uno tras otro, atropellados, veloces, yo parecía no distinguirlo, era noviembre, el frio empezaba a ser fuerte, aquello era lo único que me mantenía despierta, el sol permanecía oculto entre gruesas capas de nubes grises, eso no ayudaba en lo absoluto a mis estados de ánimos.

Jacob estaba totalmente ocupado por los negocios de la finca, no me importaba en lo absoluto, era algo que agradecía profundamente. Aun así, siempre estaba entre las cuatro paredes de mi habitación, miraba ocasionalmente por el balcón, solo para encontrarme con el mismo paisaje, era hermoso, pero me producía las más tristes de las melancolías, Alice intentaba animarme, lo sabía, iba y venía por mi habitación, entraba y salía de la misma, pero al ver que nada funcionaba, se rendía al cabo de un par de horas. Me estaba cerrando ante las posibilidades de vivir, lo sabía, mi mente lo reflexionaba a cada instante, ¿Pero que importaba ya?, de vivir así, ¿Para qué vivir?


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