Capítulo 25

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No sé cuánto tiempo había pasado desde que me abrace a Edward, ya había cesado mi llanto y me encontraba plenamente tranquila, pero algo me detenía, quizá el hecho de que si lo dejaba él me preguntaría.

-Gracias – Susurre separándome de él, me miraba con preocupación, me lo decían sus ojos.

-¿Estas bien? – Pregunto limpiando mi rostro con delicadeza, negué con la cabeza.

-No te preocupes – Dije intentando soportar el pánico que me corría por el cuerpo.

-¿Qué te hizo llorar? – Pregunto ayudando a incorporarme, mire a su caballo, no había escuchado, ni me había dado cuenta.

-No quiero agobiar a nadie con mis tonterías – Dije abrazándome al bonito caballo color negro – No es... - Me interrumpió.

-No me agobias... Quiero escucharte – Dijo buscando mi mirada, apreté mis dientes.

-No es necesario... - Dije ocultando mi rostro en el cuello del caballo, sentí sus manos en mis hombros.

-Quiero apoyarte – Escuche a mi espalda – Para eso estoy aquí – Continuo en tono suave y bajo, había una presión fuerte en mi pecho, era como un globo queriendo explotar.

-Tengo miedo – Dije en un susurro ahogado – Tengo miedo a su regreso – Dije volteando para verlo.

-Te entiendo – Dijo volviendo a colocar sus manos en mis hombros, comencé a negar con la cabeza.

-¡No lo entiendes! – Dije con desesperación y aferrándome a él con las uñas – ¡Mi vida es un maldito infierno! – Dije mirándolo a los ojos, intentaba no llorar pero mis ojos comenzaban a nublarse y un nudo apretando mi garganta con fuerza – Quiero morirme... Quiero morirme, no quiero vivir más a su lado, no quiero si quiera imaginarme que me pueda volver a tocar, ¡No lo entiendes! – Cerré mis ojos fuertemente – No me puedo sacar de mi cabeza esa maldita noche, ¡No puedo! – Grite, me coloque en cuclillas y él me imito.

-Fuerza – Dijo tomando mi mano y la apretó – Fuerza mujer... No te rindas, estoy aquí para protegerte, lo prometo – Dijo mirándome directamente a los ojos y formando una sonrisa en sus labios.

Narra Edward.

La ayude a bajar del caballo y seguido yo, ella se encontraba paralizada prácticamente, entro en la casa y mi control se fue directo a la basura, el enojo me sobre paso.

-Llévate el caballo – Dije casi en un murmullo ahogado, uno de los trabajadores tomo las riendas del caballo y se encamino a las caballerizas. Mi cabeza comenzó a pensar, la frialdad de mis pensamientos era corrompida por ella, por Bella, solo un deseo se me cruzaba por la mente, eliminarlo de la fas de este planeta – Necesito ese maldito testamento – Dije golpeando la pared con fuerza – Necesito ese maldito testamento – Susurre.

-¿Hablando con la pared? Eso es señal de locura – Dijo Jasper.

-¿Ahora eres psiquiatra? Y no estoy de humor para tus tonterías – Escupí las palabras una tras otras y con enojo.

-Eso no me sorprende – Dijo en tono burlón, me di la vuelta y lo encare.

-¡No estoy de humor para tus estupideces Jasper! – Dije con fuerza, su sonrisa me provocaba más furia.

-Tranquilo – Dijo alejándome con su mano – No soy tu enemigo... - Dijo aun sonriendo – Mejor ponte a pensar, ¿Cómo vas a ayudarla? – Dijo señalando por donde se había ido ella.

-¿Desde cuándo sientes tu pena por las demás personas? – Pregunte intentando tranquilizarme, su sonrisa cambio por una melancólica.

-No soy tan malo y no soporto verla así, de la misma forma que tú no soportas, ni nadie aquí – Comencé a adentrarme en la casa, Jasper tenía razón, tenía que pensar, tenía que razonar y tenía que ser rápido. Me encerré en una habitación de la gran casa, para ser exactos en mi habitación cuando era un niño, me deje caer al pie de la cama.

Mi mente comenzaba a divagar, conocía perfectamente a mi primo, lo que le movía era el dinero, dinero que yo no poseía, pero si encontraba la forma de acceder al testamento de mi tío y conseguía recuperar la fortuna de mi padre, podría conseguir la libertad de Bella, podría casarme y tener hijos y el dinero pasaría a mis manos... Pero eso no era una opción, no desde que la conocí a ella, no desde que inconscientemente me robo el alma.

-Esa es mi opción –Dije poniéndome de pie.

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