Capítulo 9

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Narra Edward

Alice revoloteaba a mí alrededor, hablaba y hablaba y hablaba, yo mantenía mis ojos en aquel libro que intentaba leer.

-¿Me estas escuchando? – Dijo arrancando el libro de mi mano, sus ojos azules se toparon con los míos.

-¿Qué? - Pregunte calmadamente.

-Bella cree que no la tragas, ¿Puedes explicarme eso? – Le arrebate el libro de nuevo.

-No tengo nada para decir – Dije buscando la página en la que me había quedado.

-Mmmm... - Dijo volviendo a tomar el libro con rudeza – Edward – Menciono ella con energía, cuando Alice se empecinaba en algo era difícil hacerla salir de aquello, rodee los ojos y la mire – Dime – Suspire cansado.

-¿Por qué le dijiste eso a Bella? – Pregunto con el ceño fruncido – Al final ella no tiene la culpa de nuestra desgracia, más bien es una pobre desdichada que está atrapada en esta encrucijada – La mire directo a los ojos, de nuevo tenía razón, ella solo era un peón en el tablero, un triste peón solitario blanco entre las rojas y por desgracia nuestra familia no era nada que le pudiese convenir tampoco.

-Bueno... Ella no tiene por qué ser parte de mi círculo – Me puse de pie – Y en el tuyo tampoco, te recuerdo... - Me interrumpió.

-Ella es inocente... INOCENTE – Recalco la palabra haciendo que en mi cabeza resonara con fuerza – No tiene la culpa de casarse con la bestia de nuestro querido primo... - Solté un suspiro de cansancio.

-Alice... ¿A qué punto quieres llegar? – Pregunte mirándola a los ojos, ella sonrió de forma temible, aquella sonrisa era como parte de la segunda personalidad de Alice, tomo una postura recta y me miro directo a los ojos.

-Hay dos cosas que me llaman la atención de ti cuando estas alrededor de ella – Dijo aun con sus ojos en mí.

-Déjame escuchar – Pronuncie colocando mis manos en mi espalda.

-Siempre la miras... Y siempre optas esa... - Se acercó a mí – Esa postura tan rígida, ¿Sientes pena por ella?, ¿U otra cosa? – Pregunto mientras colocaba una mano en mi hombro, reí, tome su mano y le plante un beso.

-Tienes una imaginación increíble, lastimosamente no certera – Ella soltó a reír.

-Lo que frene tu inquietud – Soltó un bostezo – Me iré a dormir, nos vemos mañana, buenas noches – Pronuncio mientras caminaba hacia su habitación.

-Saldré un momento... - Dije mirándola, ella ascendió y continuo su andanza hacia su habitación, salí de la casa con tranquilidad.

Las palabras de Alice me hacían un agujero en la cabeza, aquella infame criatura que era mi hermana tenía prácticamente la razón, aquella mujer no tenía la culpa de nuestra deplorable situación, sin embargo, ella tenía la llave para que esto no acabara bien, al menos no para nosotros, me iba acercando a la casa, tantos recuerdos embargados en esa casa, mi infancia, mi niñez, mi adolescencia y ahora mi adultez, quien sabe por cuánto tiempo.

Escuché sollozos de algún lugar, comencé a extrañarme, todo a mi alrededor estaba obscuro.

-¿Esta alguien aquí? – Pregunte buscando aquellos sonidos lamentables, estos se detuvieron de golpe, continúe buscando la raíz de aquellos sonidos – Muéstrate, tal vez pueda ayudarte – Un suspiro se escuchó.

-E-Edward... Buenas noches – Me quede estático y atónito, era ella, Bella, trague saliva incómodo.

-Señora – Dije forzando las palabras salir de mi garganta, ella aún se encontraba en las penumbras de la obscuridad, pero pude verla, no su rostro, su cuerpo, un cuerpo delgado y bonito – Perdoné la indiscreción, pero... ¿Qué hace usted aquí? – Un silencio recorrió de ella hacia mí y viceversa.

-No puedo más – Soltó de pronto, cayo de rodillas, reaccione lo más rápido posible – No- No puedo más – Repitió con voz quebrada, soltó a llorar.

-Señora – Llame intentando ponerla de pie, mire su rostro, estaba ensangrentado, me quede inmóvil.

-¡Quiero morirme! – Grito con fuerza, como si aquello saliera directo de su corazón, con sentimiento, con decisión, golpeo. Me puse de pie y solté un suspiro intentando controlar aquel temblor que recorría mis manos.

-Venga – Dije extendiendo mi mano hacia ella, se limitó a mirarme por unos segundos, luego la tomo, la ayude a incorporarse, la mire con atención, tenía un golpe en el labio este sangraba, limpie con mis pulgares sus lágrimas.

-Lo siento – Dijo alejándose de mi – Siento... Siento – Su rostro fue perturbado por el dolor y coloco sus dedos en el golpe – Siento el berrinche, soltó de nuevo a llorar, soltó un bufido que me desgarro el alma – Quiero morirme – Soltó con tristeza, sus manos se aferraron a mi ropa con fuerza – ¡No lo entiendes! – Sus piernas parecían flaquear.

-No, no, no, no... -Dije reteniéndola en mis brazos para que no cayera, ahora tenía – Venga – Dijecolocando mi abrigo en sus hombros, comencé a caminar con ella a mi lado,estaba callada, seria y hundida en sus pensamientos, yo solo sentía un frió recorrertodo mi cuerpo y en mis ojos solo se reflejaba una persona y el deseo obscurode colocarlo tres metros bajo tierra.    

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