Capítulo 5

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-¿Cómo te sientes? – Pregunto Alice con preocupación plasmada en su rostro, me limite a ascender – Te traje el desayuno – Dijo señalando la mesa, negué con la cabeza, mi estómago estaba revuelto – Tienes que probar algo, vas a enfermarte – Ella se aproximó a la mesa y trajo consigo un plato repleto de fruta y me lo extendió, no moví ningún musculo, me limite a mirar el techo de mi habitación, mi cuerpo estaba tenso y hecho nudos – Bella por favor – Suplico ella, la mire, tenía su rostro suplicante mirándome, me senté en la cama y tome el plato, comencé a picar la fruta y meter uno que otro pedazo en mi boca, Alice me miraba atentamente. Mire mis manos, estas estaban lastimadas, tenían heridas y moretones, mire mis manos con repulsión – No los tenías anoche – Dijo poniéndose de pie – Primero tomaras una ducha después curare – Me limite a ascender, un silencio corría de Alice a mí y viceversa, ella buscaba ropa en mi armario y yo colocaba en mi boca ocasionalmente fruta.

-No quiero salir de aquí Alice – Ella volteo a verme – Quiero otro camisón y ya está – Ella camino hacia mi – No discutas por favor – Ella no dijo nada y volvió al armario, sacando un camisón de seda color verde.

No acabe ni la mitad de aquel plato de fruta, ni con las suplicas de Alice, entre a ducharme y en aquella ducha de nuevo mis nervios salieron a relucir, de nuevo llore, restregué mi cuerpo con fuerza, todo el me ardía y eso me agradaba me hacía olvidar aquella asquerosa sensación que era tener sus manos en mi cuerpo. No me case enamorada, si no esperanzada de enamorarme, pero me resulto un golpe fuerte en el rostro, mi vida había sido más que un infierno desde que me case, eran constantes agresiones de su parte, constante miedo de sus reacciones ante mis acciones, nunca antes había gritado que odiaba a alguien, pero lo sentía desde el fondo de mi corazón, Jacob y la familia Black habían sido mi verdugo personal y nunca entendí por qué, pero algo dentro de mí, me decía que era solo por ser malévolos y crueles.

-¿Bella? – Interrumpió Alice mis pensamientos.

-Ya voy – Dije saliendo de la bañera y secando mi cuerpo, me vestí con el camisón y salí del baño, me fui directo a la cama y me recosté.

-No quieres que... - Negué con la cabeza.

-Déjame dormir – Suplique, Alice no menciono más y la escuche salir, mis manos dolían, pero no más que mi alma, desde que llegue a la casa Black tenía un pasatiempo, cerrar mis ojos e imaginarme millones de cosas que hacer con mi vida, pero era más duro el golpe al darme cuenta que era un canario enjaulado, solo deseaba morir, pero era muy cobarde para hacer algo contra mi miserable vida, además que en aquel hospicio habían personas que confiaban en mí y aunque yo no las visitaba, al menos les escribía.

El día entero paso con Alice intentando animarme e intentando que comiera, pero no me sentía bien, no podía pasar ni siquiera agua.

-Bella por favor, no puedes tener un día entero sin probar nada – Sonreí, su preocupación me hacía sentir querida y quizá lo era por ella y Esme, que eran las únicas que se preocupaban en esta casa por mí.

-Estoy bien – Asegure, sentándome en la cama - ¿Cómo esta Gitana? – Pregunte preocupada.

-Bien, estuve en las caballerizas junto a mi hermano y él la cepillo, aún sigue enamorado de Gitana, dice nunca antes haber visto un pelaje tan puro como la de tu yegua – Sonreí.

-Es verdad – Dije ausentemente.

-Yo creo que es por el cariño que le implantas a esa bonita – Sonreí, por supuesto en mi pecho había mucho cariño para brindar y mi único objetivo de cariño y amor era mi Gitana, esa yegua que el padre de Jacob me había regalado cuando niña, esta había tenido potrillos, pero habían sido vendidos, ambas compartíamos tristeza.

-Supongo que si – Dije volviendo a recostarme.

-¿Quieres... Quieres hablar? – Cerré mis ojos y mi cuerpo se estremeció.

-No hay nada que no sepas Alice – Sonreí – El señor Black y yo nos casamos porque fui la única tonta que estaba más cerca y aquí estoy, pasando malos tragos por mi estupidez... Por haber caído en un seno familiar que solo me consideraba una propiedad, no lo entiendo... - Lagrimas comenzaron a salir de mis ojos rápidamente – No entiendo por qué fui adoptada por esta gente – Comencé a sollozar, Alice intentaba sonreír, pero a cada palabra aquel agradable acto parecía ser forzado – Quiero morirme Alice, quiero desaparecer... - Admití con dolor, ella se limitó a negar con la cabeza y a darme su apoyo.

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