Capítulo 7

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-¿Qué has estado haciendo? – Pregunto Jacob mirándome comer, trague saliva incomoda.

-Fui a montar un poco junto a Alice, ¿Te... Te molesta? – Pregunte intentando mirarlo, pero no podía, no sin vomitar primero o llorar.

-En lo absoluto – Soltó cortante – Así no dejas morir a Gitana - Ascendí - ¿Qué hablaste con esa niña? – De nuevo aquella pregunta.

-De cosas sin importancia – Lo escuche reír con ironía.

-Eso lo juzgare yo – Ascendí.

-Me estaba contando como fue su primera caída en caballo, cual fue el primer vestido que diseño y... - Dio un largo suspiro.

-Ya... - Calle, mi cuerpo esta rígido - ¿Algo más? – Había algo que quería pedirle desde hace mucho tiempo, pero temía su reacción, di un largo suspiro y lo mire, me anime a mí misma a decirlo.

-Bueno yo... Yo quería pedirle – Continúo cenando sin mirarme, suspire y trague saliva – Libros... Ya me los he leído todos y... Me interrumpió.

-Sabes cuales son mis exigencias – Su mano se posó en mi rodilla, mi cuerpo comenzó a temblar - ¿Quieres algo? Dame algo – Sentí como el pánico y la agonía me invadían, intentaba mantener un grito ahogado, pero este amenazaba con salir en cualquier momento.

-Yo... YO...- Su mano recorrió mi muslo, me removí incomoda – No me...

-Jacob, Eleazar está esperándote en tu oficina – Era Edward, el siempre oportuno Edward, Jacob soltó un suspiro.

-Que aguafiestas – Se puso de pie, allí me quedé helada – Terminas de cenar y te vas a la cama – No moví ningún centímetro mi cuerpo, solo mi respiración me hacía moverme - ¿Entendiste? – Ascendí.

-S-si... - Él partió y yo me rompí a llorar, no había centímetro de mi cuerpo que no temblara y no había pensamiento de pánico y sus derivadas que no se cruzara por mi mente – Dios ayúdame – Suplique con dolor, ya no podía más, aquello me resultaba de lo más repugnante, solo una vez había sucedido y jamás desearía que pasara de nuevo.

-S-S-señora – Aquella voz freno mi llanto de golpe, volteé a verlo, me miraba con tristeza, me incorporé en mi silla y me puse de pie.

-Buenas noches – Me despedí antes de salir corriendo, me encerré en mi habitación con seguro y me tiré en mi cama.

No entendía por qué mi vida había sido tan desdichada, ¿Dónde estaba el arcoíris en mi tormenta?, sentía que no aparecería nunca y ya estaba perdiendo la fe en cualquier cosa, deseaba morir, deseaba cerrar mis ojos y no volver abrir nunca, no al menos para ver mi triste realidad, ya no soportaba más y creo que ya era obvio para todos.

Y era mucho muy curioso que mi salvador de las desgracias sea Edward a quien no le importa si existo o no.


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