Mientras dura el terremoto, la luz del foco que ilumina tu habitación se enciende y apaga una y otra vez.
Lo mismo el televisor en tu cuarto, que se ha prendido por sí solo, aunque en el mismo no pueden apreciarse nada más que figuras difusas, completamente distorsionadas por la estática.
Cuando por fin cesan los sacudones, todo queda a oscuras, aunque no tardas en descubrir que la puerta de tu habitación se ha abierto por fin. Al empujarla, descubres que no hay nada ni nadie detrás de ella.
El pasillo está ahora recubierto de sombras, sombras en las que podría estar escondido alguien...
El silencio es absoluto. Dentro de la casa no se escucha ni el más mínimo sonido fuera del que hacen tus pasos o tus respiros. Tampoco se alcanza oír ni remotamente algún ruido proveniente del exterior.
Es como si todo el edificio se hallase sepultado a varios metros bajo la tierra, más allá de cualquier contacto humano posible.
Aunque ya no esté cerrada la puerta de tu cuarto, sabes que sigues siendo un prisionero.
—Dios mío... —susurras, con apenas un hilillo de voz—. Esta pesadilla no tiene cuando acabar...
Ojala todo acabase de una buena vez.
Ya no te sientes capaz de resistir la situación por mucho tiempo más...Estás a punto de derrumbarte...
Si te derrumbas, lee la parte #30.
Si eres capaz de resistir pese a todo lo ocurrido, lee la parte # 22.
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El Diablo está en tu casa
HorrorEs al parecer una madrugada como cualquier otra... Acabas de despertar de una horripilante pesadilla, sintiéndote aliviado de que el horror que presenciaste no fuera nada más que simples imaginaciones tuyas... Y sin embargo.... Sin embargo hay algo...