#54

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—Yo...Elijo la verdad... —repones tú, con voz débil.

Tu diabólico captor guarda silencio por unos breves segundos, después de los cuales una malévola sonrisa se dibuja en su horrendo rostro.

—Sabia elección...Muy sabia en verdad, hijo mío... —proclama el monstruo de forma burlona, hundiéndote sus enormes dedos deformes en las cuencas de tus ojos, reventándotelos al instante.

Y mientras tú profieres un desgarrador grito de dolor, aquel demonio que te ha dejado ciego deja escapar una carcajada cruel e inhumana, deleitándose un buen rato con tu sufrimiento hasta exclamar por fin las siguientes palabras:

—Deja de chillar de una buena vez, miserable bastardo... ¡Abre los ojos y contempla la verdad sobre ti mismo!

¿Abrir los ojos? ¡Pero si él mismo acaba de aplastarlos!

Para tu sorpresa, en cuanto ese demonio aparta sus dedos de tu cara, descubres que eres capaz de visionar perfectamente cada una de las escenas que van desarrollándose ante tu atónita mirada...

Lee la parte #58.

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El Diablo está en tu casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora