Es al parecer una madrugada como cualquier otra...
Acabas de despertar de una horripilante pesadilla, sintiéndote aliviado de que el horror que presenciaste no fuera nada más que simples imaginaciones tuyas...
Y sin embargo....
Sin embargo hay algo...
Este último hallazgo es demasiado para ti: Caes de rodillas al lado de la cama de tus padres, sollozando amargamente al tiempo que tú intentas inútilmente de hablarles, pidiéndoles perdón por no haber podido hacer nada que los salvase de la muerte.
Sabes que no habrá respuesta, y que por más que llores, ninguno de los dos volverá a la vida, más aun así tú aferras con desesperación a sus cadáveres, abrazando sus cuerpos inertes mientras rompes en llanto lastimeramente.
Por fin, y con trágica resignación, cierras los ojos abiertos de ambos, dándoles de esa manera un poco más sereno a sus rostros...Por lo menos tendrás la impresión de que ahora ellos descansan en paz.
Al apartar una sábana ensangrentada para cubrir con ella a tus padres, descubres debajo de la misma dos objetos: La pistola que tu padre guardaba en un armario, y el devocionario de tu madre.
Si tomas la pistola, lee la parte #95.
Si tomas el devocionario, lee la parte #101.
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