Te dispones a huir a toda prisa de aquella habitación maldita, pero tu intento de escape no demora en ser frenado por la abrupta aparición de numerosos cadáveres andantes que te cierran el paso, y te empujan hacia adentro de la habitación, dónde todavía te espera aquella mujer de largos cabellos negros.
—No tengas miedo hijo... No tengas miedo, por favor... —te susurra ella, apoyando su mano derecha sobre tu hombro.
Sus manos son heladas, espantosamente heladas...
Es entonces cuando te das cuenta de que ella también es cadáver andante, empezando a desprendérsele partes de la piel de engarfiar sus brazos en torno a ti, quedando al descubierto la horrenda descomposición de sus carnes, de las cuales emergen numerosas larvas de color blancuzco, las cuales no tardan en subírsete a los hombros mientras dura aquel abrazo tortuoso e infernal.
—Todo va a estar bien, hijo mío...No te asustes...Todo va a estar b...
Ella no alcanza a completar la frase, puesto que su mandíbula se ha separado de cuajo del resto de su cara. Tú empiezas a gritar a todo pulmón, sintiendo entonces que estás al borde de la locura.
Y sin embargo, un horror mucho más más enfermizo y terrible está a punto de tener durante aquellos instantes que se te hacen infinitos...
Más y más cadáveres andantes van ingresando a la habitación, entre los cuales alcanzas a distinguir a tu madre, tu padre y tu hermana menor. Tú imploras ayudas con amargas lágrimas de desesperación en tu rostro, pero ninguno de ellos parece reaccionar a tus palabras, sino que junto con los demás muertos se reúnen, formando un semicírculo alrededor tuyo y de la espeluznante mujer que te retiene entre sus brazos.
Unos breves instantes después, se presenta ante ti un ser bestial, de aspecto semejante al del ídolo abominable con cabeza de macho cabrío de pelaje negro. Y al igual que la diabólica efigie, esta criatura venida del inframundo carece de ojos, teniendo en su lugar dos cuencas vacías dentro de las cuales parece arder un débil resplandor de ojo oscuro.
¿Será acaso...?
Oh Dios...
Ni siquiera puedes terminar de completar este pensamiento. No ahora que está frente ti...
Ojala pudieras negarlo.
Ojala esta fuese una pesadilla espantosa, de la que pudieses despertar ya mismo.
Pero sabes que esto no es un sueño ni ilusión.
Y este ser...
Este ser es el mismísimo diablo en persona, que se ha adueñado de tu casa, de tu familia y también de ti.
De un solo movimiento brutal y horrendo, te extrae el corazón del pecho, y se lo devora lentamente, con expresión de profundo deleite, mientras tú te desangras y agonizas, pero no alcanzas a morir.
Luego de devorar tu corazón, el diablo te abre las entrañas, sacando violentamente de tu interior tus intestinos, huesos, vísceras y demás órganos, hasta no dejar más que tu piel, la cual queda desperdigada en medio de un montón de despojos sanguinolentos.
En medio de risas y exclamaciones jubilosas hechas por los cadáveres andantes, el diablo se pone tu piel encima, produciéndose una desconcertante metamorfosis de su apariencia...
Lee la parte #108.
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El Diablo está en tu casa
HorrorEs al parecer una madrugada como cualquier otra... Acabas de despertar de una horripilante pesadilla, sintiéndote aliviado de que el horror que presenciaste no fuera nada más que simples imaginaciones tuyas... Y sin embargo.... Sin embargo hay algo...