#25

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Alumbrando tu avance con la linterna, desciendes presurosamente al segundo piso de tu casa, descubriendo al instante el estado en el que ha quedado la sala, asemejándose ahora a las vísceras expuestas de un animal sacrificado: Tanto las paredes como el piso están ahora recubiertas de sangre y otros repugnantes fluidos que no alcanzas a identificar claramente. A decir verdad, te sientes agradecido de que la escasa iluminación que posees durante esos momentos no te permita ver en su totalidad tan abominable escenario, pero el sólo hecho de encontrarte allí basta para darte las ganas de vomitar más intensas que alguna vez hayas experimentado en tu vida.

Al dirigirte a la cocina, tienes la impresión de estar caminando sobre la lengua de alguna clase de animal gigantesco, acompañándose tus pisadas por un sonido que se te hace muy similar a una débil exclamación de sufrimiento.

Lee la parte #26.

El Diablo está en tu casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora