Es al parecer una madrugada como cualquier otra...
Acabas de despertar de una horripilante pesadilla, sintiéndote aliviado de que el horror que presenciaste no fuera nada más que simples imaginaciones tuyas...
Y sin embargo....
Sin embargo hay algo...
—Vete a la mierda... —es tu respuesta inmediata—. De ninguna forma voy a aceptar que un engendro como tú sea mi verdadero padre, maldito hijo de puta... ¡Prefiero la muerte a aceptar una cosa así!
Tu respuesta enardece al demonio de tal manera que su furia hace temblar a la casa entera desde sus cimientos. Las paredes de la habitación en la que te encuentras empiezan a derretirse, hasta que finalmente no queda a tu alrededor nada más que la más profunda oscuridad.
Por un momento crees que el demonio terminará arrancándote la cabeza. En vez de eso, esa bestia te arroja al vacío, no sin antes haber proferido la siguiente maldición:
— ¡QUE TE PUDRAS ETERNAMENTE DENTRO DE ESE VACÍO INTERMINABLE, BASTARDO ESTÚPIDO! ¡YA VERÁS QUE DE IGUAL MANERA YO SEGUIRÉ SIENDO EL DUEÑO DE TU DESTINO!
Lee la parte #53.
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