La bestia te sonríe.
Es la sonrisa más perversa y malévola que tú alguna vez hayas tenido el infortunio de contemplar en tu vida.
—No esperaba menos de ti, hijo mío... —declara él, burlonamente, al tiempo que se yergue ante ti, extendiendo sus series enormes alas negras.
Dios...
Su sombra...
Su espantosa sombra parece cubrirlo todo.
Y tú estás seguro de haber visto rostros emergiendo de esa sombra. Rostros agonizantes, que derraman lágrimas de sangre.
—No tengas miedo, hijo mío... —te dice, avanzando hacia tu dirección con pasos lentos. Tú retrocedes horrorizado, pero por más que consigues alejarte, no consigues aparte de esa sombra terrible.
La bestia se ríe en forma cruel al ver tu reacción.
— ¿Por qué me temes? ¿No comprendes acaso que tú y yo somos la misma cosa?
No eres capaz de responder nada. El miedo te ha paralizado.
— ¿Acaso no reconoces lo que eres en realidad? —inquiere la bestia, al tiempo que arranca un pedazo de su propia carne y te lo ofrece. Y es en esos momentos cuando sientes unas terribles ganas de vomitar, de morirte allí mismo...Cualquier cosa con tal de no seguir contemplando aquel horror que tienes frente a ti.
En el pedazo de carne hay un feto humano. Un feto abortado y putrefacto, el cual sin embargo sigue con vida, logrando tú distinguir para tu completa locura una leve respiración en su pecho cubierto de laceraciones.
—Este es el verdadero tú, hijo mío... —te explica la bestia, sin dejar de mostrarte su odiosa sonrisa—. Esto es lo que tú eres en verdad...Tu verdadera madre no llegó a darte a luz. Pero fue tanto su dolor...Tanta su desesperación que decidió acudir a mí para darte una nueva vida...Yo acepté desde luego a conceder su deseo, con la condición de que tu nueva vida me estuviese consagrada...
No puedes creer lo que escuchar. Esto tiene que ser parte de alguna clase de pesadilla o delirio...
Ya no quieres oír más, pero la bestia sigue hablando:
—No me importa que no me creas hijo mío...Lo que te digo es la pura verdad... Y por cierto, ya que tienes dieciséis años de edad cumplidos, es tiempo de que lleves a cabo el destino para el cual tú volviste a nacer... Y luego de ver lo que le hiciste a tu falsa familia, considero que estás más que capacitado para realizar dicha labor.
—De... ¿De qué estás hablando? —murmuras tú aterrorizado—. ¿Qué le hiciste a mi familia?
—Yo no les hice nada en absoluto... Fuiste tú quien los mató. Tú fuiste el que mató a tus falsos padres, degollándoles mientras estaban durmiendo. Fuiste tú el que encerró a tu hermana dentro de la habitación, poniéndole esa ridícula máscara para luego pegarle un tiro...Y lo hiciste porque simplemente ya no eras capaz de contener la fuerza diabólica que hay en ti...La fuerza que yo mismo te di...
— ¡NO! ¡Eso no puede ser verdad! ¡No puede ser...! ¡No puede...!
Ni siquiera alcanzas a completar esa última frase. La bestia (que no es otra que el mismísimo demonio en persona estrella tu cabeza contra una ventana cercana. Y en esa ventana tú te ves reflejado...Tus ojos son dos cuencas vacías, y grandes cuernos adornan tu cabeza.
Tú también eres una bestia maligna.
Recién entonces tú lo recuerdas todo: Recuerdas haber degollado a tus padres mientras dormían, y luego torturaste a tu hermana, encerrándola en tu habitación antes de fulminarla con tu tiro errado.
Recuerdas la inmensa satisfacción que sentiste al momento de matar y torturar.
Y esto es porque tú siempre has sido un diablo en realidad.
— ¡Ven, hijo mío! —te grita el demonio, atrapándote del brazo izquierdo—. ¡Es tiempo de que volvamos a ser uno solo nuevamente! ¡Sólo así podremos dar origen al verdadero Anticristo, destinado a reinar sobre la tierra!
Y antes de que puedas reaccionar, terminas siendo despedazado y devorado por esa otra bestia cruel, sin que por ello se te permita conocer el reposo de la muerte, ya que alguna clase de arte infernal mantiene viva tu conciencia dentro de un nuevo ser...Una criatura en apariencia majestuosa, casi angélica.
Y sin embargo, su esencia no es que la maldad más absoluta: Tal es la naturaleza del Anticristo, maléfica fuerza profetizada para el Fin de los Tiempos.
FIN
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El Diablo está en tu casa
HorrorEs al parecer una madrugada como cualquier otra... Acabas de despertar de una horripilante pesadilla, sintiéndote aliviado de que el horror que presenciaste no fuera nada más que simples imaginaciones tuyas... Y sin embargo.... Sin embargo hay algo...