Hola *w* aquí esta el capítulo de esta semana :) espero que os guste
Décimo capítulo
Canto celestial
Las chicas aprendieron nuevamente una palabra nueva y esta era "calabozo", tal y como se imaginaban no era algo bueno, es más era algo realmente malo. Un calabozo según ellas era un sitio oscuro sin muebles y lleno de humedad, donde eran obligadas a sentarse en aquel suelo empapado y que sólo lograba que se le congelaran los huesos, ¿Quién hubiera imaginado que a pesar de ser sirenas podían sentir frío en el agua? Aunque claro está que esta agua era diferente a la del mar. Aquella extraña habitación, si así podía llamarse, en lugar de puertas, estaba rodeada de barrotes entre los cuales pasaba una fría corriente de aire que sumada a la humedad les daba aún más frío, casi era como un círculo vicioso.
Las jóvenes deberían pegarse la una a la otra para intentar así conservar el poco calor que les quedaba, más aquello parecía imposible por el mal humor de ambas. Lo único bueno es que ya no eran obligadas a llevar aquellas esposas que limitaban su movilidad, aunque dentro de ese lugar también estaban limitadas con o sin ellas.
Cada hora, un par de guardias con uniforme relevaban a los anteriores y daban un vistazo a la celda para asegurarse de que ellas siguieran en el mismo lugar, aunque tampoco es como si pudieran escaparse, Kagura llevaba horas golpeando los barrotes, intentando deformarlos y al final con desesperación, intentando morderlos.
- Deberías dejar eso o te romperás los dientes - dijo Mutsu sin mirar aún a Kagura a los ojos
Desde que las encerraron no habían intercambiado palabras y de eso hacía ya horas.
- Al menos yo intento buscar una salida - añadió Kagura mientras volvía a morder los barrotes
- Yo también busco una salida, pero pensando - dijo Mutsu
- Ya se ve de lo que nos sirvió tu manera de sacarnos de los problemas, todo esto es tu culpa, si no hubiésemos subido a la superficie nada hubiera pasado, ese imbécil estaba mejor ahogado - añadió Kagura enfadada
A Mutsu aquellas palabras la hirieron más de lo que quiso aparentar, en cierta parte tenía razón pero que lo dijese de esa manera lo hacía solo más doloroso y no podía evitar sentirse aún más culpable, pero intentó arreglarlo y dejó que ese par de humanos pisotearan su orgullo y ahora era su hermana la que continuaba la tarea.
- Nadie te obligó a venir - dijo Mutsu dejándose llevar por la furia
Kagura la miró con odio y quiso añadir algún insulto pero algo dentro suyo le recordaba la escena que presenció hace unas horas, la orgullosa Mutsu, la hermana que todo lo hacía bien y estaba siempre recibiendo cumplidos por su comportamiento o inteligencia, la misma que bajó la cabeza ante unos completos extraños y fue obligada a tragarse su orgullo, la hermana que siempre se preocupaba por ella y la consentía en todo lo que pudiera.
Kagura no sabía que hacer ni pensar y la única persona en la que podía confiar estaba a su lado, por lo que no sería muy inteligente pelear con ella.
- Lo de hace un rato, lo hiciste por mi ¿Verdad? - preguntó Kagura insegura
Y por primera vez desde que se encontraban allí, Mutsu la miró y en sus ojos se podía distinguir el miedo y vergüenza que estaba pasando.
- ¿Acaso no es obvio? - añadió Mutsu
Y eso fue todo lo que Kagura necesitaba saber.
- Lo siento Mucchi, fui muy cruel contigo - dijo Kagura mientras abrazaba a la mayor
- Yo también fui muy testaruda - explicó Mutsu devolviendo el abrazo a Kagura
Después de sentirse reconfortadas por la presencia de la otra, Kagura se levantó llena de energía.
- Ahora que arreglamos eso, falta solucionar como saldremos de aquí - dijo Kagura
- Quizás podamos distraer a los guardias y así- intentó decir Mutsu pero la mejor la interrumpió
- Se me ocurre una idea mucho mejor - dijo Kagura con una gran sonrisa, la misma que usaba cuando pensaba hacer una travesura
Mutsu la miró con miedo, a partir de ese momento ya nada bueno podía suceder.
- Déjame enseñarles un poco de gusto musical - añadió Kagura
- Kagura no - gritó Mutsu preocupada
Algo que todas las sirenas sabían es que estaba prohibido cantar frente a los humanos, pues según las leyendas, ellos caían encantados ante lo maravilloso de su canto. Las leyendas dicen que los hombres estaban tan felices por oír aquel canto que voluntariamente chocaban contra las rocas.
Así que Kagura sin escuchar a Mutsu, se dispuso a tomar aire y comenzó a cantar. Mutsu se tapó los oídos pues la menor estaba cantando con todas sus fuerzas. La reacción de los guardias no tardó, llegaron corriendo junto a las chicas.
- ¿Tú eres la que pega esos horribles alaridos? - preguntó un guardia
- Haz que se calle por favor, si no lo hace me tiraré por la ventana - dijo el otro guardia
Y así eran las cosas, para los humanos cuyos oídos no estaban acostumbrados, aquello era una tortura y por eso muchos de ellos preferían la muerte antes que escuchar aquel canto. Pero para las jóvenes era el momento adecuado para salir.
- Si nos das las llaves haré que la tortura acabe - dijo Mutsu aprovechando la situación
El hombre las miró mientras pensaba la manera más probable de salir con vida.
Mientras tanto en un lugar bastante alejado de allí, se encontraban dos jóvenes que estaban en su propio mundo. El menor estaba pensando en como podría torturar a la loca chica que encontró esa misma tarde mientras que el mayor no podía olvidarse de la joven de ojos marrones. Por más que lo intentara había algo en su mirada, aquella que parecía desafiar al todo aquel que la amenazara, que le llamó la atención.
La manera en la que intentó defender a su compañera, bajando la cabeza mientras que su mirada parecía decir algo diferente. Sakamoto sentía mucha curiosidad sobre la joven y sobre su actitud, pues no parecía la típica chica que vivía en la ciudad, tenía algo diferente y deseaba saber más sobre ella, quizás por ello dejó que Sougo se las llevara a un calabozo, aunque no pensaba permitirle que las dejara allí por mucho tiempo.
- Te preguntaría que es lo que tanto piensas pero sé de sobra que eres incapaz de pensar algo - dijo Sougo con malicia
Al contrario de lo que esperaba, el moreno no se defendió y cambio de tema.
- ¿Qué piensas hacer con ellas? - preguntó Sakamoto muy serio
- ¿A que viene la pregunta? - dijo Sougo sorprendido pero al ver que el mayor no contestaba decidió continuar - No tengo interés en la mayor, pero con la otra pienso divertirme -
- Sabes que ella estará en contra - añadió Sakamoto
- ¿Y que? - dijo Sougo - No tiene porque enterarse, tampoco es como si fuera la primera vez que meto a alguien en un calabozo -
- Pero si es la primera que lo haces por una razón tan estúpida - añadió Sakamoto molesto
- Aún hay sitio allí abajo, así que si me sigues molestando no tendré problema en dejarte una noche allí - dijo Sougo mientras lo miraba con odio
Sakamoto dio un paso hacia atrás, asustado por la mirada del chico, a veces parecía el demonio en persona y cuando eso pasaba no tenía el valor para pararle los pies.
Sougo tenía una personalidad bastante inestable, lo cual probablemente surgió de que cuando alguien tiene tanto poder no puede saber en quien confiar y sumado a la pérdida prematura de sus padres, acabó torciendo su mundo y él acabo sufriendo las consecuencias. Pero para Sakamoto él era un buen amigo y quería ayudarlo a volver a ser el joven alegre que debía ser a su edad, aunque en momentos como este le parecía una tarea difícil.
Continuará
Y hasta aquí el capítulo de esta semana ^^
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Perlas del mar
Fiksi PenggemarKagura y Mutsu son sirenas bastante curiosas ¿Lograran ver todas las maravillas de la superficie? ¿Que tienen que ver Sakamoto y Sougo en todo esto? ¿Es solo una versión cutre de la sirenita? Todo esto y mas en la historia.