Cosas de borrachos

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El segundo capítulo de hoy

Nonagésimo cuarto capítulo

Cosas de borrachos

Umibozu se encontraba viajando solo, lo cual no eligió por propia voluntad, más bien fue algo que no pudo rechazar, después de todo fue una petición de su hija mayor.

Mutsu había planeado la conspiración perfecta, o al menos eso sería según ella. La joven le había dado una dirección a su padre, donde supuestamente debía entregarle un mensaje a una amiga.

La excusa de Mutsu para no viajar fue que, debido a la ausencia de la reina, no podía dejar a Kagura y Sougo solos en el palacio y solo podía confiar en él. Umibozu, creyendo la inocencia fingida de su hija, decidió ayudarla pues después de todo Mutsu no solía pedirle normalmente nada.

Mientras tanto, la joven había citado a la otra persona en el mismo lugar al que su padre debía ir, mintiendo sobre haber ganado un premio y tener ahora su bebida favorita gratis de por vida. Sabía perfectamente, que con lo idiota que era ese hombre, caería en la trampa.

Al ver que todo funcionaba de acuerdo con el plan, la joven comenzó a reír de manera siniestra.

- Me das miedo, pero sobre todo me molesta que después sea yo el de la risa estúpida - añadió Sakamoto preocupado por las neuronas de su pareja

Mientras tanto, el calvo de la historia continuaba con su viaje, ignorando el gran problema que se le vendría encima.

El destino de Umibozu acabó siendo un bar bastante lúgubre, incluso pensó dos veces si se encontraba en el lugar correcto, pero sin otra alternativa acabó entrando allí.

Una momia lo saludó, por lo que creyó estar en un museo.

- Señor, estoy buscando a una tal "Toser" - preguntó el rey

Al ver como la expresión de la momia se desfiguraba, Umibozu creyó que estaría teniendo un infarto, pero las palabras que vinieron no se las esperaba.

- ¡¿A quién crees que estás llamando señor?! Te voy a sacar a patadas de mi bar, además, ¿Quién se supone que es "Toser"? Mi nombre es Otose y soy la dueña de este local - dijo la mujer furiosa

Umibozu no tenía dudas de que la mujer quería apagar el cigarro que estaba fumando en su calva, por lo que decidió hablar con mucho tacto.

- Mi hija me manda a darle saludos y esta carta - explicó Umibozu

La mujer tomó la carta de sus manos sin delicadeza alguna mientras que Umibozu no estaba seguro de si debía huir mientras todavía tenía la oportunidad.

Otose comenzó a reír al leer la carta y acto seguido la prendió fuego con su cigarrillo, convirtiéndola en ceniza.

- ¿Qué hace? Eso era algo importante - añadió Umibozu preocupado

- Esta bien, ya entendí lo que debo hacer, aunque no me puedo creer que seas el padre de esas dos locas - explicó ella

Umibozu no sabía que había escrito en esa carta, pero ahora se daba cuenta, de que probablemente debía haber usado el viaje para leerla, aunque ya era demasiado tarde.

- Bueno, mientras yo arreglo lo que me pidió su hija, puede quedarse a tomar algo - ofreció la mujer

- No gracias, desconozco que tan fuertes pueden ser estas bebidas humanas y yo tengo una misión que cumplir - explicó Umibozu decidido a ser un buen padre

- Que cobarde, no eres un hombre - se burló una voz al fondo del local

Umibozu observó al hombre y algo le decía que era peligroso, que no sería una buena idea cambiar palabras con él. Aun así, le respondió.

- Tengo lo necesario colgando allí abajo, así que no entiendo tu desafío - añadió Umibozu que todavía desconocía las maneras de actuar de los humanos

- Me caes bien, te invito a una cerveza, pero pagas tú - añadió el extraño

Otose sonrió, todo iba de acuerdo con el plan.

Horas más tarde, parecía que ambos hombres se habían hecho mejores amigos.

- ¿Dónde está mi leshe de feeeesa? - preguntó el hombre de pelos rebeldes

- Eso mismo, y yo quiiiiero un Kraken fiiito- añadió Umibozu

Otose comenzaba a pensar que quizás no fue tan buena idea juntarlos a ambos. Pero probablemente recibiría más dinero de parte de las jóvenes, por lo que le daba igual, de por si su bar siempre estaba lleno de raritos.

- Yo quiero un parfait de feeeesa - añadió el de cabellos plateados

- Te llamaaaaare Dante, peeeeero no te daré mi pizza - se burló Umibozu

- Lo queeee me faltaba, seguiré siendo virgen, peeeero al menos sería seeeeexy - siguió Gintoki

Esos dos eran una mala combinación y de por si bastante ridículos.

Para suerte de Mutsu, se había librado de su padre, pero eso no significaba que tuviese menos problemas sin él, es más, sus problemas se acababan de presentar en forma de hermana pequeña.

- Mucchi, no me siento bien -

Definitivamente la mala racha comenzaba ahora.

Continuará

Prefería subir dos capítulos pequeños como recompensa por mi falta de inspiración en las últimas semanas xD prometo que ahora viene lo bueno

Perlas del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora