Acortando la distancia

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Hola aquí os dejo el capítulo de esta semana :) espero que os guste y os espera una sorpresa (espero) xD

Sexagésimo octavo capítulo

Acortando la distancia

Kagura y Mutsu acababan de separarse, cada una decidida a encontrar a su persona importante, al chico sádico en caso de Kagura y al idiota de pelos rebeldes en caso de Mutsu. Llenas de esperanza y creyendo que todo solo podría ir a mejor, partieron en busca de lo que sus corazones deseaban.

Mutsu había repartido en dos el dinero que recibió de aquella extraña mujer de cabellos violetas a cambio de su retrato de Sakamoto. Así tanto ella como Kagura podrían pagarse algún tipo de transporte para encontrar a los chicos.

Mutsu le prohibió a Kagura gastarse el dinero en cosas inútiles, haciéndole prometer que usaría el dinero para el transporte. Diez minutos más tarde, Kagura había gastado todo en Sukonbu, arruinando así sus posibilidades. Quedando sola, sin dinero y ahora también sin Sukonbu, pues se lo comió en segundos.

Probablemente las cosas irían mejor para Mutsu. Quizás.

Para Mutsu, el problema más grande fue encontrar a alguien que le prestase tu transporte o que se ofreciese a llevarla.

No entendía porque todas las personas le huían, pero estaba segura de que no tenía nada que ver con su comportamiento. No es como si los humanos creyesen que era una loca.

Cuando ya estaba a punto de abandonar, una voz fría la hizo girar. Pero quizás girarse no fue la mejor opción.

Por primera vez, Mutsu deseó volver al mar y esconderse allí por los próximos años.

- Puedo ayudarte a ponerle un fin a todo - explicó el hombre que era mucho más alto que la sirena y que llevaba una flor rosa en la cabeza

- No gracias, no quiero suicidarme - añadió la joven con miedo en su voz

- Nadie dijo que deberías suicidarte - explicó el hombre

Mutsu estaba segura, de que una voz en su mente acabó la frase a la perfección, asegurándole que la mataría.

- Yo tengo mucha prisa y lo mejor será que me vaya - añadió Mutsu intentando huir

Una mano en el hombro detuvo su huida.

- De eso nada - amenazó el hombre

Y Mutsu cerró los ojos, preparada para no poder volver a abrirlos nuevamente.

Pero se equivocaba. El hombre que se acabó presentando como Hedoro, quería ofrecerse para llevarla a su destino o al menos la mayor parte del camino.

Hedoro no aceptó un no por respuesta y acabó llevando a la chica en su pequeña carreta. Mutsu creyó que Katsura se había equivocado de bestia, pues definitivamente Hedoro era lo más aterrador que había conocido, a pesar de que por dentro el hombre parecía un gran oso de peluche, uno realmente aterrador por fuera.

El hombre le acabó contando acerca de su sueño de convertirse en florista y ella lo animó a ello, más por miedo de llevarle la contraria que otra cosa.

Las cuatro horas del viaje se le hicieron eternas, pero Hedoro fue muy amable y el viaje llegó a su fin sin incidentes ni asesinatos, lo cual sorprendió a Mutsu pues había leído las suficientes novelas de asesinatos como para saber cómo debería haber acabado la situación. Sin darle tiempo al hombre a cambiar de idea sobre convertirse en un asesino en serie, Mutsu quiso despedirse rápidamente.

Perlas del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora