Aires de palacio

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Aviso: Este capítulo es más corto de lo normal, puesto que el lunes y martes tengo los dos primeros exámenes más importantes del año y no tengo el tiempo para escribir, pero como no quiero pausar la historia o dejaros sin nada (ni acabar con mi racha de actualizar siempre a tiempo) decidí subir algo aunque sea muy corto (intentaré compensaros por ello), más vale algo que nada ¿No? Dicho esto espero que os guste lo poco que pude escribir xD y ya intentaré que el próximo capítulo sea mejor :)

Desde hace varios capítulos que quería escribir Hijimitsu y de como estaban pasando el tiempo en la ausencia de Sougo y Sakamoto, pero estaba segura de que si os dejaba con la intriga para subir un capítulo de ellos me acabaríais matando (al menos espero que no literalmente xD) así que me esperé a que la historia no estuviese tan interesante para hacerlo :) dicho esto disfrutad de Hijikata y Mitsuba.

Trigésimo noveno capítulo

Aires de palacio

Era un buen día, el sol brillaba y gracias a la tranquilidad del palacio, se podía escuchar el piar de los pájaros. Aquello era un día maravilloso para Hijikata, además de que desde que el pequeño demonio que siempre quería asesinarlo se había ido, veía todo desde otro punto de vista.

Lo único que preocupaba a Hijikata era la reina, no es que ella hubiese enfermado o algo parecido, al contrario, parecía más saludable y feliz que nunca, pero ese era precisamente el problema del hombre. Desde que Sougo se fue, la princesa aprovechaba cualquier escusa tonta para acercarse a él y no es que Hijikata no disfrutase de su compañía, al contrario, la disfrutaba demasiado. Ese era el problema.

Para Hijikata era difícil mantener sus sentimientos a raya, aquellos vergonzosos e innecesarios sentimientos hacia la reina, alguien inalcanzable. Cuando Sougo estaba presente no podía pasar mucho tiempo con la mujer, pero ahora era imposible escapar de ella y eso era una tortura demasiado dulce para el guardaespaldas.

- Te encontré - dijo la mujer con una sonrisa

- ¿Necesita algo? - preguntó Hijikata en su tono formal

La mala cara de Mitsuba no se hizo esperar, ella odiaba ser tratada formalmente por Hijikata, pues no le gustaba que sus amigos o personas cercanas usasen su título para dirigirse a ella o cosas parecidas.

- Eres un idiota - murmuró la chica pero igualmente Hijikata la escuchó

- ¿Hice algo para molestarla? - preguntó el hombre

- Sí - afirmó Okita - Así que como recompensa deberás acompañarme a dar una vuelta por la ciudad -

- Eso es imposible, es demasiado peligroso y no puedo permitirlo -

- Pienso escaparme con o sin ti, así que tu decides - amenazó la mujer

Y así es como una mujer que sonríe sin parar, logró dominar al hombre más malhumorado de todos. Por suerte aquello solo funcionaba con el mayor de los Okita de lo contrario Hijikata estaría en grandes problemas.

Para evitar llamar la atención, fueron solo los dos, mientras que Mitsuba pidió prestada ropa a una de las criadas del castillo, Hijikata se negó a abandonar su uniforme de guardaespaldas, demostrando que incluso en esa pequeña escapada su gran prioridad era la seguridad de la joven y no olvidaría su cometido.

Con la energía y felicidad que desprendía la joven era imposible no acabar sonriendo, o al menos para Hijikata que debía esforzarse por no sonreír a cada rato. El hombre no sabía exactamente desde que momento sus sentimientos habían cambiado tanto, dejó de pensar en la chica como tal y comenzó a verla como a una mujer, lo cual complicaba toda su vida. Ella era la reina, sabía que jamás tendría una sola oportunidad con ella pero igualmente su corazón se volvía loco ante la proximidad, sus ojos buscaban siempre el contacto y se moría por más, pero su cabeza mantenía los últimos vestigios de cordura, reaccionando siempre a tiempo.

Lo que Hijikata ignoraba es que no era el único con esos sentimientos, pues Mitsuba estaba en una situación similar. La joven tenía miedo de que su título asustara a muchos, sobretodo a Hijikata, pues una reina intentando ligar con su guardia no estaba bien visto, pero no podía mandar sobre su corazón. Mitsuba estaba segura de que aquellos extraños sentimientos eran puros y sinceros, estaba segura de que jamás amaría a alguien tanto como a Hijikata. Sabía que él era amigo, guardaespaldas, niñera a ratos de su hermano y la persona en la que podía confiar plenamente su vida. Por eso mismo quería disfrutar de aquella cita por la ciudad, aún si a aquello no se le podía llamar así o Hijikata no sabía que era tal.

Continuará

De verdad lamento dejar esto así pero de lo contrario no podré subir nada T^T pero la semana que viene (probablemente) escriba la continuación de este capítulo :(

Dicho esto iré a concentrarme en mis exámenes T^T

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