Lluvia

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Hola de nuevo este es el capítulo de la semana :) así que espero que os guste xD

P.D. Vi en facebook que muchas personas comentaban en una imagen de un fanart okikagu de la sirenita (la imagen de la semana pasada) y me di cuenta de que realmente a muchas personas les gusta esta historia y me gustaría agradeceros por ello, eso me levantó el ánimo y me hizo feliz, no me gusta escribir historias largas porque sé que es una responsabilidad actualizar a tiempo y no me gusta decepcionar a nadie, pero al crear esta historia me imaginé que quizás llegaría a tener diez capítulos como máximo... pero aquí estoy, con un montón de ideas locas y feliz de llegar tan lejos.

Estoy segura de que no soy la única, a la Gintama cambió la vida, con la típica comedia del gorila y sus maravillosos personajes, intenté cambiar un poco, me motivaron a ser más valiente y decir lo que pienso, por eso le tengo un gran cariño a Gintama y puede que me este poniendo demasiado estúpida en esta nota (de verdad lo siento) pero espero que aunque el manga acabe, no nos olvidemos de todo.

Muchas gracias a todos los que leen esto y espero seguir cumpliendo vuestras expectativas.

Quincuagésimo quinto capítulo

Lluvia

Odiaba el mundo de los humanos, por todos era sabido que eran unas personas crueles y que disfrutaban de la desgracia ajena. El hombre lo había probado con la anciana loca y ahora debía enfrentar al próximo problema en su perfecto plan de rescate.

Su poco lujoso medio de transporte lo dejó en la próxima ciudad portuaria que encontró, aunque Umibozu estaba seguro de que el hombre lo abandonó para ir a acosar a alguien, pero eso es otro tema. Una vez en la ciudad, sintió el mayor de sus problemas: la orientación. Para alguien que vive en un palacio, la orientación de Umibozu era un desastre, por eso eso no podía encontrar nada en aquel laberinto de calles y edificios.

Cualquier persona hubiese pedido ayuda, pero el orgullo del rey era aún mayor que su calvicie, por lo que jamás pediría ayuda a un humano.

No tardó en tener hambre pero carecía de dinero, así que intentó aguantar por horas, hasta que llegó el momento en el que sintió ganas de llorar, no podría encontrar a sus hijas en un mundo tan peligroso y raro, además de que tampoco estaba seguro de salir vivo por si mismo. Al menos nada podía salir peor.

Excepto por la lluvia, que comenzó a caer sin advertencia alguna. Umibozu no se sentía molesto por la lluvia, pero al ver que todos los humanos corrían para esconderse, decidió hacer lo mismo. El problema es que ningún lugar le permitía acogerlo si no tenía dinero. En una taberna incluso le ofrecieron trabajo al cambio de hospedaje, eso fue un insulto para el rey, era imposible que alguien de la realeza se rebajara a tal límite solo por un refugio. Por lo que siguió vagando bajo la lluvia, con pensamientos cada vez más negativos y preocupado por la situación de sus hijas, ellas no serían capaces de sobrevivir en tal horrible lugar.

Despistado como estaba el hombre, acabó chocando con alguien. El rey ya estaba harto, por lo que pensaba desahogarse con aquella persona, gritándole incluso, como si tuviese la culpa de todos sus problemas.

- Maldito imbécil, ¿ni siquiera sabes caminar? ¿Tan retrasados sois los humanos? - gritó Umibozu harto de todo

El hombre contra el que chocó solo lo miró confundido, no sabía porque el hombre estaba tan molesto.

Al no recibir respuesta, Umibozu alzó la cabeza, para darse cuenta de que aquel estúpido humano era demasiado alto, seguro que también se regocijaría de ello.

Perlas del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora