Los reencuentros son cosa del destino

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Tendré visita y no podré subir el capítulo el sábado, por lo que estoy intentando subir algo que escribí rápido para poder compartir algo al menos y no dejaros sin nada :) 

Cuadragésimo noveno capítulo

Los reencuentros son cosa del destino

Mientras que las jóvenes sirenas seguían sorprendidas por el hecho de encontrar a la bestia, alias Ikumatsu, los chicos habían encontrado un medio de transporte para poder llegar a la ciudad vecina. Katsura aseguraba sentir la presencia de las jóvenes bastante cerca, mientras que Sougo no paraba de repetirle que eso serían seguramente gases. Sorprendiendo a todos, lograron que alguien con poco sentido del peligro los llevase en su carroza. Pobre alma que tuvo que escuchar por tres horas sus estúpidas conversaciones y locuras, por no mencionar que tendría que limpiar el vómito de Sakamoto al marearse esta vez en un medio de transporte con ruedas.

- Cada vez estás peor - regañó Sougo

- Seguro que se descompuso al ver tu rostro - añadió Katsura con una sonrisa

Y así Sakamoto siguió vomitando mientras lloraba por la crueldad de las palabras de sus amigos, a la vez que Sougo intentaba clavar su espada en Katsura, intentando en vano recrear la muerte del cadáver de Hijikata número trescientos diez de sus sueños.

Al final del trayecto, no sabían si el pobre hombre que los llevó lloraba por la tristeza de tener que despedirse de ellos, por la agujereada carroza gracias a la katana de Sougo o por el olor a vómito, lo más probable es que fuese de alegría de no volver a ver a semejantes criaturas.

Siguiendo el plan, Katsura hizo de guía, para poder encontrar a las jóvenes.

- Seguiré su olor - explicó el hombre

- ¿Y quién dijo que no era un perro? - preguntó Sougo a Sakamoto mientras sacaba nuevamente el collar de perro de su bolsillo

- Primero encontramos a las chicas y después puedes jugar tus extraños juegos sádicos con él - aceptó Sakamoto sin ganas de discutir

- Una vez que encuentre a la china no tendré necesidad del idiota - respondió Sougo bastante ofendido

Sakamoto no pudo evitar sonreír, entendió lo mucho que había llegado a significar la chica para su amigo. De alguna manera se sentía feliz al notar el cambio enorme en la personalidad y vida de su amigo.

- La obligaré a rogarme de rodillas para que perdone su vida - dijo Sougo con aura maligna

Bueno... el cambio probablemente no fue tan grande, pero se notaba que cambiaba lentamente por la chica de personalidad extraña.

Después de un rato siguiendo al hechicero por todos lados, los jóvenes comenzaron a darse cuenta de que algo no parecía ir como debería.

- Admítelo - ordenó Sougo bastante cansado y molesto - Nos hemos perdido -

Katsura palideció, antes muerto que confesar que su sentido de la orientación daba pena cuando se trataba de rastrear a alguien.

- No estamos perdidos - mintió el hombre mientras desviaba la mirada y hacía todo lo posible para evitar tartamudear - Solo pensé que sería una buena idea dar una vuelta por la ciudad -

Sougo y Sakamoto intercambiaron miradas, parecían pensar lo mismo.

- Si no nos eres útil tendremos que deshacernos de ti - amenazó Sougo

Sakamoto normalmente no aprobaba ese tipo de métodos de su amigo, pero por primera vez creyó que sería la única solución asustar un poco al hombre.

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