Hola esta semana toca un nuevo capítulo desde el punto de vista de las sirenas :) espero que os guste y os advierto que sigo con el drama xD
Sexagésimo segundo capítulo
Prisionera
Cuando Mutsu despertó, necesitó de un par de minutos para acostumbrarse a la presión del agua, había olvidado lo que se sentía y ahora sentía una extraña sensación, necesitaba volver a acostumbrarse a su aleta también, pues había pasado demasiado tiempo con sus piernas humanas.
Mientras se acostumbraba a su cuerpo de nuevo, no pudo evitar pensar en lo que había sucedido, recordaba encontrarse mal y que Sakamoto la llevó en brazos, pero el resto estaba borroso, aun así necesitaba saber que había sucedido y que era de los chicos. Por eso mismo no dudó en buscar a su padre, aunque sabía que le esperaba una gran discusión.
Encontrar a su padre fue una misión fácil, pues siempre se encontraba en la sala del trono. Por eso le importó bien poco que este estuviese acompañado, la conversación no podía esperar.
- Padre - llamó la joven - Debo hablar contigo -
Umibozu suspiró, tenía la esperanza de poder aplazar aquella charla por un tiempo, no se sentía del todo recuperado del susto de ver a sus amadas hijas enfermas o peor aún, siendo humanas.
- Esta bien - dijo el rey mientras despedía a los guardias
Mutsu imaginó que sería difícil, pero ahora que había llegado el momento se sentía nuevamente como una niña pequeña que había roto la caracola favorita de su padre y esperaba ser regañada y castigada por ello.
Para Umibozu no era diferente, siempre vio a sus hijas como pequeñas e indefensas, pero ahora parecían crecer a velocidades agigantadas, obligándolo a ver a aquella mujer que ya no tenía nada de pequeña. En esos momentos sentía más que nunca lo mucho que le faltaba su esposa, ella hubiese sabido como tratar con dos adolescentes traviesas.
- ¿Qué sucedió cuando enfermé? - preguntó Mutsu directa como siempre
A Umibozu le dolió que las primeras palabras que su hija le dirigió fuesen para preguntar por aquellos estúpidos humanos.
- No le hice nada al chico, si eso es lo que querías preguntar - añadió Umibozu con voz fría
A pesar del tono, Mutsu se sintió aliviada al oír esas palabras, al menos Sakamoto podría vivir una vida feliz sin ella a su lado. Ese pensamiento hizo que un dolor punzante atravesase su pecho. De repente toda su pacífica vida carecía de sentido.
- Él encontrará pronto a otra humana, no debes preocuparte por ello - dijo Umibozu
- ¡No sabes nada sobre él! - recriminó la sirena sin pensar
Nuevamente el rey tuvo que ser más consciente, de lo mucho que habían cambiado sus hijas. Mutsu siempre fue correcta y casi la hija obediente e inteligente, ideal para tomar su puesto en un futuro. Ahora, sin embargo, parecía todo lo contrario, dispuesta a decir lo que piensa sin dudar, defendiendo sus ideales, lo cual no era malo, pero preocupaba a Umibozu, no deseaba que su hija sufriese por un humano extraño, por eso debía protegerla aun si eso lo hacía parecer un villano. No dudaría en reducir a todos los habitantes del océano a la mitad si eso le aseguraba la felicidad de su hija.
- Tienes razón, no sé nada sobre él - comenzó Umibozu - ¿Pero crees que por estar junto a una persona por un mes la conoces completamente? -
Mutsu sabía que tenía razón, era muy poco tiempo, pero su corazón le decía que lo conocía, que Sakamoto le había abierto una parte de su corazón que nadie más conocía, que su relación era diferente. Pero no podía demostrarlo, sentiría esa incertidumbre por el resto de su vida.
- Aprendí más en un mes que toda una vida encerrada aquí, así que soy capaz de juzgar a alguien por mí misma y Sakamoto salvó mi vida, por lo que le confiaría la mía - confesó Mutsu sin titubear
El rey no supo cómo reaccionar ante esa confesión. Podía ver la amenaza silenciosa en los ojos de su hija y eso le asustaba, más que nada porque nunca la había visto plantarle cara de tal manera, era algo con lo que no creía ser capaz de lidiar.
- Creo que deberíamos olvidar lo sucedido allí, ni siquiera preguntaré lo que sucedió, si ignoramos lo sucedido durante este mes - propuso Umibozu, en un intento de recuperar a su hija, lo cual era algo en vano
- No hablaré de ello si no lo deseas, pero nada podrá hacerme olvidar los maravillosos momentos que pasé en la superficie, todo lo que aprendí y descubrí que estabas equivocado padre, los humanos no son monstruos, son como nosotros - explicó Mutsu, sin bajar la cabeza, orgullosa de lo que había descubierto junto a los humanos
Para Umibozu, no había manera de aceptar las palabras de su hija, no sólo se había casado con un humano, había desobedecido sus órdenes y ahora le llevaba la contraria. No sabía cómo tratar con ella, casi se parecía a su rebelde hijo, lo cual le dificultaba el imaginarse como tratarla.
- Los humanos son unos fenómenos, tienen vehículos extraños, personalidades raras y cosas colgando como justaway, es imposible que sean como nosotros - explicó el rey
- No son unos fenómenos, hay personas fuertes, débiles, ricos, pobres, buenas y malas, al igual que entre nosotros - corrigió la sirena
- Hablas como si los conocieses a todos - se burló el mayor
- No los conozco a todos, pero conocí a personas maravillosas y aprendí mucho de ellas y de los libros, hojas llenas de sabiduría, transmitidas de generación en generación y que hablan de infinidad de temas, por primera vez sentí vergüenza ante mi propia ignorancia - confesó Mutsu
- Todo eso son palabras sin sentido - añadió Umibozu, restándole importancia
- Y tú también eres un ignorante, padre - añadió Mutsu sin cambiar un segundo su tono, como si se hubiese vuelto mucho más sabia
El rey no podía creer tal falta de respeto, jamás esperó algo así de su hija, por lo que, para evitar perder el respeto de su hija, tuvo que demostrar que no podía hablarle de esa manera, le gustase o no.
- Parece que te crees muy adulta de golpe - comenzó Umibozu con un tono de voz frío, capaz de helar a cualquiera - Pues tendrás mucho tiempo para pensar mientras te encuentras encerrada en tu habitación -
Mutsu no se sorprendió, tampoco le dolía aquello, no veía la diferencia entre estar encerrada en un castillo o en una habitación, después de todo era lo mismo, siempre lo fue y parecía que la única que había cambiado era ella, todo lo demás parecía estancado en el pasado.
Sus días de prisionera comenzaban nuevamente.
Continuará
Un capítulo bastante aburrido, pero creo que es importante, al menos ver como los puntos de vista de padre e hija chocan entre ellos y no saben cómo actuar :( espero que os haya gustado e igualmente espero poder incluir algo de humor en el próximo capítulo xD
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Perlas del mar
Hayran KurguKagura y Mutsu son sirenas bastante curiosas ¿Lograran ver todas las maravillas de la superficie? ¿Que tienen que ver Sakamoto y Sougo en todo esto? ¿Es solo una versión cutre de la sirenita? Todo esto y mas en la historia.