Capítulo 5

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((Dylan en multimedia)

¿Un mes más? ¿Por qué? —farfullé con el ceño fruncido. Mientras iba caminando con el teléfono en la oreja. A mi derecha estaban Emma y Dylan.

Lo siento, Melie, sabes que no me gusta dejarte sola en casa —dijo mi madre a través de la línea. Justo en ese momento pude ver a mi derecha que venían los chicos del equipo y las porristas en dirección contraria.

Déjalo —dije entre dientes. El conjunto de personas pasó a nuestro lado—. No importa. Entien... —una de las chicas puso su pie para que me tropezara. Por suerte no fue así y pude mantener el equilibrio. Lo que más me hizo enfadar no fue el tropiezo, porque bien pudo haber sido un accidente. Pero no. Lo peor fueron las risitas que oí a mis espaldas. Estaba demasiado estresada y esa fue la gota que derramó el vaso—. ¡¿Tienes algún problema?! —solté alejando un poco el teléfono de mi cara.

—Uy, perdón —dijo sonriéndole a sus amigas. Rodé los ojos y me di la vuelta poniéndome nuevamente el teléfono en la oreja.

—¿La conoces? —cuestionó Emma.

—No —dije aún con la cara deformada de la rabia—. Zorra —susurré refiriéndome a la chica y volviendo a poner el celular en mi oreja.

¿Está todo bien?

Sí, fue una animadora idiota. Me puso el pie a ver si tropezaba. Te hablo luego, mamá. Tengo que desayunar. Te quiero.

Yo también a ti, linda —susurró, y luego de un suspiro, colgué la llamada. Maldición, la extrañaba tanto. Dylan puso su brazo alrededor de mis hombros.

—Tranquila, bonita. Ya todo pasó. Juro por Dios que si hubiera sido alguno de los chicos lo habría golpeado. Ahora que lo pienso —frunció el ceño—. ¿Por qué no la golpeaste?

—Ganas no me faltaron, créeme —reí.

JACE

Joder.

¿Por qué no podía sacármela de la cabeza? ¿Por qué me sentía tan frustrado? Algo que sí sabía era que uno de los motivos de mi frustración probablemente era que ninguna chica jamás me había rechazado tanto. Mucho menos de la forma tan cruel en la que Melissa Seller me había rechazado incontables veces. Y yo jamás me había visto ni sentido tan ridículamente estúpido como fue desde el primer momento en el que había empezado a ser rechazado por ella. Lo peor de todo es que me di cuenta de que había mandado mi dignidad literalmente a la mierda rogándole cada maldito día. ¡Y no me había importado absolutamente nada! Me sentía ridículo. No, yo era ridículo. Jamás había sido rechazado por ninguna chica.

Muy en el fondo –y muy a mi pesar también–, sabía que Dylan tenía algo de razón cuando decía que no podía estar tranquilo sabiendo que una chica me había rechazado. Maldición. Yo no estaba acostumbrado a eso. Era la primera vez que me sucedía. Pero era Melissa. Confieso que apenas la vi cuando llegó le había tenido el ojo encima. Pero no me atrevía. Sé que él también tiene razón cuando dice que ella no es igual a las otras. Eso lo doy por sentado. Pero eso es lo que más me atrae. Y es inevitable para mí seguir intentando algo que probablemente sólo haya consumido mi tiempo.

Iba con el equipo y algunas porristas por los pasillos y a lo lejos pude ver a Melissa notoriamente irritada mientras hablaba por teléfono. A su lado estaban Dylan y Emma mirándola básicamente con un signo de interrogación pintado en sus caras.

Cuando pasamos por su lado yo la miré de reojo. Sus mejillas estaban rojas de rabia y sus ojos estaban ligeramente cristalizados. No era tan notorio, podría fácilmente pasar desapercibido. Pero yo logré notarlo. Su cara de desconcierto mostraba un ligero toque de tristeza.

Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora