Capítulo 45

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Jace y yo nos habíamos sentado en un espacio junto a Mike, Emma y Dylan.

—Estoy enojado, viejo —gruñó Jace cuando estaba hablando con Mike—. Ese tipo aparece de la nada y actúa de esa manera. ¿Quién demonios se cree que es? Ya he tenido suficiente con ustedes dos. No necesito una Escoria Número Tres en mi vida —se quejó bebiendo un poco de vino.

—¿No te haces una idea de por qué está él aquí? —me preguntó Dylan mirando de reojo a Lance, quien hablaba desde hace rato con mis padres.

—Realmente no —respondí con sinceridad.

Miré nuevamente en dirección al muchacho de cabello castaño claro, el cual, luego de unos segundos, pareció percatarse de mi mirada. Puesto que me observó y me sonrió cálidamente a la par que me guiñaba un ojo.

¿Qué ocurre con ésta persona?

—Michael, agárrame antes de que lo mate —rugió Jace levantándose de su asiento—. Ese bastardo no sabe con quién se está metiendo —Mike tomó los brazos de Jace con fuerza para que éste no escapara.

—Hermano, relájate —lloriqueó el moreno. Miré a Lance, él rodó los ojos cuando vio la actitud que había tomado Jace.

—Melissa —me llamó mi padre.

—¿Sí? —lo miré atentamente.

—Acompáñame un momento —me levanté.

—Vuelvo en un momento. Cálmate —besé cortamente los labios de Jace.

Me alejé de ahí siguiendo los pasos de mi padre. Quien me llevó hasta donde mi madre se encontraba charlando con el muchacho.

Esto es malo.

—¿Me llamaban, madre? —pregunté algo avergonzada ante la penetrante mirada del chico frente a mí.

—Supongo que Lance y tú ya se conocieron —me dijo ella señalándole. Asentí un poco confusa.

—Sí, nos conocimos hace un rato ya —sonrió Lance—. Tienen una hija muy hermosa, Sr. y Sra. Seller. Estoy encantado de haber venido el día de hoy.

—Oh, Lance, nos halaga lo que dices —respondió mi madre con modestia.

No, madre. No nos "Halaga", nos incomoda mucho.

—Hemos invitado al joven Carter porque nos gustaría que ambos se llevaran bien. Después de todo sólo tienen unos pocos años de diferencia —dijo mi padre—. El joven sólo cuenta con 22 años.

—Bueno, sé que sólo son cuatro años. Pero me hace sentir bastante viejo delante de la señorita que apenas está cumpliendo sus dieciocho el día de hoy.

Esta persona era insoportablemente modesta.

—No se preocupe —sonreí—. No es para tanto.

—Bueno, los dejaremos solos un momento mientras atendemos al resto de los invitados. Tómense su tiempo —mis padres se alejaron dejándome sola con Lance, el cual le hizo una seña a un mayordomo para que trajera un par de copas de vino hasta nosotros.

¿Mis padres pagaron hasta por mayordomos? Qué excéntricos...

Miré de reojo en dirección a los chicos. Todos (Salvo Jace que era sostenido por Mike para no volverse loco) estaban mirándome interrogantes. No hacía falta que hablaran. Yo ya sabía qué me estaban preguntando: ¿Qué ocurre? ¿Está todo bien?

—Veo que tiene amigos muy enérgicos, señorita. Especialmente ese muchacho —señaló a Jace y se rio un poco.

—Oh, sí —me reí incómoda—. Somos todos muy unidos.

—Ese muchacho es su novio, ¿verdad?

¿Qué diablos es esto? ¿Un interrogatorio?

—Así es —contesté asintiendo.

—Ya veo —suspiró.

Sinceramente lo único que deseaba en aquel momento era simplemente huir corriendo de ahí. En serio sentía que había algo que no sabía de ésta persona. Lance no parecía necesariamente alguien malo. No parecía tener malas intenciones. Aun así, había algo en él que me causaba un extraño sentimiento de estar ocultando algo.

—Así que dígame. ¿Cuáles son sus intereses? —me miró interrogante.

El hombre frente a mí desprendía magnificencia, esplendidez y superioridad. Tenía la gracia y la educación de un noble. Y te hacía sentir pequeño con tan sólo mirarle.

Como dije antes, no parecía precisamente una persona de malas intenciones. Es sólo que para mí era extremadamente sospechoso estar atrapada en una situación semejante. En mi vida pensé entablar conversación con un Carter. Y heme aquí: bebiendo una copa de vino junto a uno de ellos.

—Déjeme decirle, me gustan muchas cuestiones. Disfruto de la sencillez de las cosas. Aunque esto no es la perfecta definición de sencillez —señalé el entorno.

—¿A qué se refiere?

—Bueno, todo esto, no es realmente algo que yo habría pedido. Disfruto más de las cosas, no tan ostentosas, ¿me entiende?

—Comprendo. Veo en usted a una persona que no disfruta demasiado ser el centro de atención —sonrió.

—Absolutamente —me reí—. Así que imagino que debe imaginar cómo debo estar sintiéndome con todo esto...

—Por supuesto. Ha de ser bastante duro para usted.

JACE

—Michael, suéltame —gruñí tratando de zafarme.

—Hermano, relájate. Ella está ahí porque sus padres le dijeron que debía estar ahí.

—Jace, te odio. Pero te entiendo —me dijo Dylan—. Aun así, no te recomiendo hacer una escena. Esa persona es el heredero de la compañía Carter's Ventures —dejé de forcejear—. Es una de las empresas más ricas del país. Tal vez hasta del continente. Aparte de la de tus padres.

—¿Cómo sabes eso? —pregunté desconcertado.

Ya decía yo que ese nombre se me hacía conocido. Recuerdo también haber visto ese rostro en alguna parte. ¿Cómo pude olvidar algo como esto?

—Oí cotilleos por aquí y por allá. Luego busqué en Google el nombre de ésta persona. Echa un vistazo —me tendió su teléfono.

"Lance Carter, es el hijo primogénito del dueño de Carter's Ventures. Actualmente es el heredero legal de la compañía. Logrando conseguir a sus 22 años uno de los más ambicionados puestos en el mundo de los negocios."

—Maldito seas, Carter —susurré suspirando y echando mi cuerpo nuevamente al sofá—. ¿Cómo es que esto está ocurriendo? ¿Seller's Graphic Company y Carter's Ventures no son rivales? —pasé frustrado una mano por mi cabello.

—Parece que ambos quieren quedar en buenos términos con el heredero. O al menos es lo que puedo llegar a pensar —opinó Dylan—. Emma —la llamó—, tú estás más familiarizada con los padres de Melissa que yo —se cruzó de brazos echándose hacia atrás—. ¿No mencionaron nada de esta persona?

—Absolutamente nada —respondió ella—. Yo sólo estuve a cargo de la decoración y de contratar al personal. De la lista de invitados se encargó la madre de Melissa.

—¿Qué demonios está pasando? —susurré cuando eché un vistazo en dirección a Melissa. Ella reía de vez en cuando, a veces con nerviosismo. Y él. Diablos, yo conocía perfectamente esas miradas que él le estaba lanzando a ella.

Esto me causa un mal presentimiento.

Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora