Desperté sin saber en qué momento me había quedado dormida. Supuse que tanto llorar había hecho que mis ojos se cansaran un poco. Fruncí el ceño cuando sentí un punzante dolor en mi cabeza. Mi garganta también estaba seca y ardía un poco. Giré un poco mi cabeza, y en la mesita de noche pude ver una pequeña bandeja de plata con una aspirina y un vaso de agua.
—¿Qué? —susurré tomando la pastilla. Mis mejillas se pusieron rosadas cuando pensé en la posibilidad de que alguien pudiera haberme oído—. Maldición...
—Señorita —oí detrás de la puerta, acompañado de un par de toques en ella—. ¿Ha despertado? —era Henrietta.
—Lo estoy —dije suavemente—. Adelante —la puerta se abrió y ella se asomó por el umbral de esta—. ¿Ha tomado la pastilla?
—Justo acabo de tomarla. ¿La ha dejado usted? —Henrietta asintió con suavidad—. Gracias —le dije avergonzada.
—No hay por qué —negó—. Nuestro deber ahora es cuidar de usted.
Suspiré y asentí, removiéndome en la cama. ¿Qué podría ser más incómodo que todo aquello? Un día estaba tumbada en mi sofá. Viendo televisión y comiendo pizza. Y al siguiente estaba alojándome en una mansión en la que probablemente me perdería un par de veces, siendo atendida por mayordomos y mucamas.
¿Qué es todo esto?
—Está bien. Aunque de todos modos estoy muy agradecida con usted —le dije cordialmente.
—Iré retirándome ya —asentí—. La cena estará lista a las ocho. El Joven Carter me pidió avisarle que quiere cenar con usted.
Henrietta se retiró cerrando la puerta lentamente.
Cenar con Lance.
Ugh.
«Hey» —tecleé en el móvil.
«¿Estás bien, Roja?»
«Tengo que cenar con Lance hoy. Estoy horrorizada»
«Terminarás sufriendo una indigestión» —me reí. Al menos él estaba tratando de animarme un poco.
«Qué gracioso, Collins»
«Es un don»
«Ya he hablado con mi padre»
«Me ha dicho que va a ayudarme» —una sonrisa se dibujó en mis labios.
«¿De verdad?»
«De verdad, bonita. Todo va a terminar pronto»
Miré la hora, iban a ser la ocho en al menos veinte minutos.
«No quiero bajar a cenar»
«Hazlo. Recuerda el paso número uno» —suspiré frustrada.
«Ceder»
Me levanté de la cama y fui a darme una ducha. Tras haberme vestido volví a repasar los pres pasos del plan:
Ceder.
Recibir ayuda de Chase Collins.
Volver a mi vida normal con Jace.
—Vale —susurré antes de salir de la habitación—. Aguanta un poco más.
Salí de la habitación y caminé por el largo pasillo. Al fin llegué a las enormes escaleras. Después de haber bajado por ellas, me quedé completamente en blanco.
—¿Y ahora qué? —susurré para mí misma cuando me di cuenta de que no sabía en dónde quedaba el comedor. Comencé a caminar tratando de conseguir la habitación—. Sabía que me perdería, demonios —bufé.
—Señorita Seller —oí detrás de mí y me sobresalté—. ¿Se ha perdido?
—¡Por supuesto que no! —exclamé avergonzada. La chica sonrió—. Sí —susurré.
—La guiaré. El Joven la espera —asentí apenada y quise golpearme a mí misma cuando noté que ella estaba llevándome en la dirección contraria.
—Soy terrible —me quejé cuando habíamos llegado al comedor. Ella negó sonriéndome con cordialidad.
—No es su culpa. Usted aún no ha recibido el tour por la casa. Si gusta, cuando termine de comer, puedo mostrarle la casa...
—No hace falta —la cortó Lance desde la mesa—. No se preocupe. Yo lo haré —dijo él suavemente. La chica que rondaba los veinte años asintió con suavidad.
—Me retiro entonces. Buen provecho —hizo una pequeña reverencia y se retiró de la habitación.
Lance se encontraba sentado en una de las puntas de la gran mesa rectangular.
«Siéntate donde gustes» —lo oí decir por lo bajo mientras señalaba toda la mesa.
Me senté en la otra punta.
De todos modos, pude notar a la perfección su cara de desconcierto.
Toma eso.
—¿Has terminado de instalarte? —me preguntó rompiendo el silencio. Henrietta apareció con los platos. Detrás de ella, la misma chica de antes traía una bandeja llena de lo mismo que había en el plato, aparentemente.
—Así es —contesté tratando de sonar lo menos seca posible.
Futuro.
Vida.
Libertad.
—Luego de eso me quedé dormida. Aún estoy algo cansada por no haber dormido bien anoche —Henrietta puso el plato delante de mí—. Muchas gracias, señora.
—Henrietta, por favor —me sonrió cálida.
—Muchas gracias, Henrietta —le sonreí de vuelta.
Éxito.
Amor.
Felicidad.
—Me alegra que hayas descansado un poco —me dijo Lance con dulzura.
Ceder.
—Lamento mi comportamiento de esta mañana —le dije cuando Henrietta y la otra chica habían abandonado la habitación—... Fue algo inmaduro de mi parte.
—Descuida. Puedo entender —le sonreí.
Volver.
—Es una casa bastante grande —opiné.
—Un poco, sí —se rio un poco—. Al terminar de comer puedo enseñártela si gustas.
Escape.
—Claro —asentí. Evidentemente él se veía bastante confundido por mi repentina actitud. Pero, aun así, no dio nada. Sólo sonreía.
Salida.
Plan.
Jace.
Huir...
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Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)
Teen Fiction-Maldición, para de molestarme -dijo Melissa exasperada. Jace sonrió con arrogancia. Propio de él. -Oh, vamos, sólo quiero que me des un beso -susurró mientras apretaba el cuerpo de la chica contra el suyo-. Sólo uno, preciosa. -¡Ni lo sueñes! Sólo...