—¿Qué haces aquí? —cuestioné con el ceño fruncido cuando salí de casa y vi a Jace recostado de su auto.
—Te dije que vendría a buscarte hoy —se encogió de hombros—. Buenos días, por cierto —rodé lo ojos.
—Yo te dije que no iría contigo —empecé a caminar.
—¿A dónde vas? —preguntó desconcertado.
—Al instituto. ¿No es obvio? —dije aun dándole la espalda y volví a retomar mi paso. Oí el motor del auto encenderse y ponerse en marcha. Cuando ya había avanzado algunos metros el auto llegó a mi lado y Jace bajó la ventanilla.
—¿En serio eres tan orgullosa? —dijo mirándome mientras me seguía.
—Si así quieres llamarlo, entonces sí. Lo soy —continué mi paso. Jace estuvo siguiéndome con su auto por varios minutos hasta que llegamos por fin al instituto—. No puedo creer que me siguieras todo el camino —le dije cuando bajó del coche.
—Igualmente llegamos juntos —me sacó la lengua y yo gruñí irritada. Me alejé de ahí y en la entrada observé a Dylan y a Emma charlando.
—Hey —saludé cuando los vi. Emma me sonrió y Dylan hizo una pequeña mueca. Pero de todas maneras me regaló una sonrisa.
—Perdón por dejarte sola ayer —se rascó la nuca Dylan—. Aunque veo que no te fue tan mal, después de todo —sonrió forzosamente. Yo lo miré con el ceño fruncido.
—¿A qué te refieres? —le pregunté notablemente confundida.
—Oímos que te fuiste en el auto de Jace —dijo Emma encogiéndose de hombros. Dylan parecía ido y desanimado.
—Oh. Eso... —susurré—. Él me obligó a irme con él. No importó cuánto lo rechacé ni cuánto lo ignoré. Él me tomó del brazo y me hizo correr y entrar a su auto —el rostro del castaño pasó a un estado de irritación y su cara se puso roja y llena de rabia.
Lo que les había dicho era la verdad. Pero no sabía si realmente me iban a creer (especialmente Dylan). Pues usualmente yo habría golpeado a alguien que me hubiese hecho aquello.
—¿Debemos creerte? —soltó Dylan algo brusco. Maldición, sabía que nada bueno pasaría si se enteraba de lo que había pasado.
—Dyl... —susurré mirando su expresión seria y fría.
—Ella no está mintiendo, White —oí detrás de mí y vi a Dylan apretar su mandíbula—. Yo la arrastré dado que no podía dejar que una señorita se quedara sola en un lugar como este a esas horas. Ella me dijo incansablemente que no iría conmigo. Hasta le ofrecí traerla hoy y ella se negó tan rotundamente que vino caminando pese a que yo había ido a su casa y terminé siguiéndola. No tienes nada que reprocharle a ella, Dylan. Si tienes algún problema, no dudes en venir a mí. Pues yo asumo toda la responsabilidad —observé atónita a Jace, el cual estaba parado detrás de mí. Llevaba una expresión seria y para nada agradable—. Se supone que quieres a Melissa, pero mira cómo la tratas. Sin mencionar que lo de ayer es en un alto porcentaje culpa tuya por haberla dejado sola con la tormenta que hacía.
Dylan me observó, no podía leer la expresión de su rostro. Pero ya no lucía molesto conmigo.
—Jace —volvió a mirarlo—. Te detesto desde el fondo de mi ser. Y eso no va a cambiar. Pero, debo aceptar que tienes razón. No debí dejarla sola —volteó nuevamente y le hizo una seña a Emma.
—Vamos al patio, Mel —susurró tomándome de la mano y alejándome de aquella escena.
DYLAN
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Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)
Teen Fiction-Maldición, para de molestarme -dijo Melissa exasperada. Jace sonrió con arrogancia. Propio de él. -Oh, vamos, sólo quiero que me des un beso -susurró mientras apretaba el cuerpo de la chica contra el suyo-. Sólo uno, preciosa. -¡Ni lo sueñes! Sólo...