OMNISCIENCIA
Melissa había terminado de acomodar sus cosas y se había tumbado en la cama. Un rato antes le había informado a Jace que ya se encontraba en la mansión, y él le había dicho que ya había empezado a trabajar en el plan. El cual por fin le había explicado.
Sin embargo, Melissa se puso bastante nerviosa cuando se dio cuenta de que el paso número dos era la cosa más difícil que había. Y que toda aquella situación colgaba de un hilo. Ella mentiría si dijera que no se había dado cuenta de lo nervioso que se oía Jace a través de la línea telefónica.
Aun así, él logró demostrarle que, pese a su dificultad para realizar el segundo paso del plan. Él iba a hacer hasta lo imposible por lograrlo. Le rogó a ella que no se preocupara demasiado, aunque hasta él mismo sabía que lo que pedía era imposible.
Dicho así, tras haber cortado la llamada, Melissa empezó a llorar nuevamente, en posición fetal, mientras abrazaba una almohada. La chica no sabía qué había hecho para merecer toda aquella desgracia que la perseguía.
De un momento a otro, sus sollozos eran tan fuertes que, detrás de la puerta, Lance, quien había parado de trabajar un momento para visitar a su prometida, estaba a punto de dar dos toques a la puerta, pero frenó su mano al escuchar los llantos de Melissa. Hizo una pequeña mueca de preocupación y apoyó su frente en la madera soltando un fuerte suspiro.
Detrás de él, Henrietta casualmente estaba de paso, cerciorándose de que todas las habitaciones estuvieran bien organizadas. La mujer paró en seco cuando vio la posición del joven. Ella también logró oír a lo lejos el llanto de la chica.
A diferencia de Lance, Henrietta no sabía por qué Melissa lloraba tan desgarradora. Lo cual sembró en ella un gran sentimiento de angustia por pensar que la chica sufriera de algún mal de salud.
—¿La Señorita está enferma? —cuestionó Henrietta inocentemente, haciendo que Lance se volteara a verla. El joven negó con suavidad.
—Ella no padece ningún mal que pueda ser medicado. Por favor deja que se calme y luego haz que tome una pastilla para el dolor de cabeza. Ella se sentirá algo débil cuando su llanto cese —contestó apenado. Henrietta frunció el ceño cuando vio que Lance había decidido retirarse cabizbajo sin decir nada más. Dejándola aún más confundida que antes.
Lance había vuelto a su despacho y se recostó en su silla. Su corazón se sentía tan apretado que le asfixiaba. Él sabía que quien le había causado Todo aquel dolor a Melissa había sido él. Pero en un rincón de su corazón, aún tenía la esperanza de que ella pudiera sentir algo por él en algún momento. Había estado deseando conocerla por tanto tiempo que la idea de que ella se fuera le causaba escalofríos.
—Perdón por todo, Melie —susurró él sintiendo cómo un nudo se hacía en su garganta—. Te quiero.
JACE
Mi padre finalmente había llegado y yo me encontraba conduciendo con la finalidad de llegar al punto en donde habíamos acordado en reunirnos. Puesto que luego de hablar conmigo él tendría que irse otra vez y me ayudaría desde lejos. Mentiría si dijera que no estaba preocupado por Melissa. Pero sabía que la manera más fácil de salir de todo aquello sería poner el plan en marcha lo más rápido que fuera posible.
Aparqué mi coche frente a la plaza y bajé enseguida, mirando en todas las direcciones en busca de mi padre. Finalmente, lo vi sentado en una banca. Me acerqué con rapidez y toqué su hombro.
—¡Jace! —me sonrió—. Hacía ya un tiempo que no nos veíamos —asentí dándole un par de palmadas en la espalda—. Bueno. A lo que nos concierne. Podemos ir a un café para discutir el tema mejor.
—Vale —caminé detrás de él, quien aparentemente había comprendido bastante bien cuál era la gravedad del asunto, puesto que había comenzado a caminar con un paso bastante acelerado.
—Entonces —inició cuando habíamos tomado asientos en una pequeña cafetería—, cuéntame bien qué es todo lo que está ocurriendo.
—Bueno —rasqué mi nuca—... ¿Por dónde empiezo?
—Quiero saberlo todo. Así sabré qué hacer.
No pude evitar mirarle con el ceño fruncido. Normalmente mi padre no se comportaba de aquella manera conmigo. Sin embargo, en vez de pensar en el comportamiento repentino de Chase Collins, prefería que él mismo me ayudase con mi situación.
—Bien... Creo que siempre hemos sabido lo mujeriego que me había vuelto luego de que terminé mi relación con Olivia, ¿no es así? —mi padre asintió rodando los ojos— Bueno, no me mires así, para empezar.
—Continúa.
—Creo que mi vida cambió de una manera brutal cuando hace poco más de un año, llegó una chica nueva al instituto, de la que todo el mundo hablaba. «Es muy guapa, en serio», era todo lo que oía entre los chicos del equipo —me reí un poco. Melissa se moriría de la vergüenza si supiera aquello—. Lo entendí cuando logré verla. Era una hermosa chica de piel porcelana y cabello rojo. Pese a que aún seguía actuando como de costumbre, quería ir por ella. No estaba conforme con las demás chicas. Así que lo intenté —me encogí de hombros y solté una risilla—. Fue un error pensar que mis tácticas de mujeriego iban a servir con ella —mi padre también se rio.
—Siempre llega una que te saca de quicio con su actitud difícil —me dijo él con una sonrisa divertida.
—En fin —proseguí—. Ella me ignoró olímpicamente. Siempre encontraba la manera de evadirme y pasar de mí. Sin embargo «La energía y la persistencia conquistan todas las cosas» —dije llamando la atención de una de las camareras—. Quiero un americano, por favor —le dije cordialmente a la chica.
—Lo mismo para mí, señorita —la chica asintió y se retiró.
—Melissa es una persona llena de sorpresas. Luego de insistir incansablemente logré que empezara a confiar poco a poco en mí. Y posteriormente terminamos saliendo juntos luego de un arduo trabajo que, si me permites, valió absolutamente toda la pena —la chica dejó los cafés en la mesa y se retiró nuevamente—. Pero, ¡cómo no!, algo tenía que pasar. Sus padres... Son los seres más imprudentes que he visto, papá –pasé con frustración una mano por mi cara—. Vieron con ojos de mayor importancia a un sucio contrato de compromiso con el futuro dueño de Carter's Ventures, Lance Carter. Quien, por cierto, tiene a Melissa viviendo con él justo en este momento —apreté los puños encima de la mesa—, y va a casarse con ella en dos malditos meses.
—¿Qué es lo que propones? —me preguntó él juntando sus manos con los codos encima de la mesa y mirándome atentamente—. Te escucho.
—Bueno —le di un sorbo a mi café—. Tú vas a ayudarme.
A partir de ahí, comencé a dictarle todo el plan detalladamente y sin evadir ni la más mínima cosa.
—Entonces —me dijo al fin—. Necesitaré mucha ayuda legal. Por el lado financiero, no te preocupes demasiado. Pagaré todo lo que sea necesario, siempre y cuando tú me digas algo, Jace...
—¿Qué? —pregunté con el ceño ligeramente fruncido.
—¿Esa chica realmente vale que hagas todo esto?
—Padre —solté—. Yo soy quien debe casarse con ella.
—Está dicho, entonces —finalizó él—. Manos a la obra.
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Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)
Teen Fiction-Maldición, para de molestarme -dijo Melissa exasperada. Jace sonrió con arrogancia. Propio de él. -Oh, vamos, sólo quiero que me des un beso -susurró mientras apretaba el cuerpo de la chica contra el suyo-. Sólo uno, preciosa. -¡Ni lo sueñes! Sólo...