Quisiera saber por qué demonios no podía encontrar una mínima parte de estabilidad mental en mi persona. El reencuentro entre Dylan y yo me había causado un insomnio incontrolable. Iban a ser las tres de la mañana y yo seguía dando vueltas en la cama.
"Aún no logras superarlo, Melissa."
Definitivamente era cierto al cien por ciento.
Pero, ¿cómo iba a olvidarme tan fácil de aquellos sentimientos? No hacía falta mencionar todos los buenos lados de este muchacho. Porque ya los había mencionado infinitas veces.
Por más que sabía que no podía dormir seguiría intentándolo hasta que pudiera lograrlo.
* * *
JACE
Estaba acostado en mi cama mirando hacia el techo mientras pensaba y pensaba en cómo diablos iba realmente a acercarme a Melissa, ya que, por lo visto, mi plan no estaba saliendo como yo me esperaba que saliera. Aunque no iba a desecharlo aún, necesitaba otra opción. Sólo por si mi idea no resultaba.
Había llamado a Michael para que fuera a mi casa. Necesitaba ayuda con urgencia.
Se deben estar preguntando: ¿Y mi familia dónde estaba siempre?
Pues, en todos lados menos aquí.
Mis padres siempre estaban viajando por trabajo desde que estaba pequeño. Pese a que antes me dolía muchísimo su ausencia, terminé por acostumbrarme a ello.
Realmente soy adoptado, mis verdaderos padres murieron cuando yo tenía cuatro años. Puedo recordar fragmentos de vez en cuando. Cuando esto empezó a suceder, empecé a anotar en un cuaderno viejo todo lo que recordaba para así no olvidarlo luego.
Recuerdo que aquel día estábamos juntos, ellos me habían llevado a un parque que estaba cerca de nuestra casa. A unos veinte minutos. Creo que aquel día era mi cumpleaños. Eso no puedo recordarlo muy bien.
Cuando íbamos de regreso empezó a llover y casi no podía verse nada por la ventana. Además de ser de noche, la lluvia se hacía cada vez más fuerte y lo único que más o menos podía verse eran los brillantes faros de los demás coches en la carretera.
Sucedió en un abrir y cerrar de ojos. Íbamos precavidamente por las vías cuando, sin saber muy bien en dónde nos encontrábamos, unas luces resplandecieron a la izquierda del coche. Al parecer era un cruce, o algo parecido. El golpe fue seco. Pero lo suficientemente fuerte para dejar a mis dos padres sin vida y a mí inconsciente y bastante herido.
Cuando desperté, estaba en un hospital y a mi lado una señora que no conocía. La cual me informó la muerte en mis padres. Luego de aquello. Pasé varios días allí escuchando constantemente "Pobrecillo, perdió a sus padres y mira el estado en el que se encuentra", "Qué lástima". No lo soportaba. Ninguna persona tenía que pasar por eso.
Luego de un mes en el hospital, unas personas me dijeron que iría a un orfanato. Y que seguramente podrían adoptarme rápido y me iría con una linda familia. Aquello me causó un trago bastante amargo, pues ni siquiera tuvieron una ligera delicadeza para decirme aquello.
Luego de un año, a los cinco fui adoptado por una pareja bastante joven que no podía tener hijos de manera natural. Así que se dieron la tarea de buscar y buscar hasta que dieron conmigo. Mientras ellos hablaban con la directora del orfanato oía a los niños mayores decir "A Jace lo adoptó una familia rica", "Qué envidia". Yo sólo me limité a mirar hacia abajo esperando a mis nuevos padres. El papeleo duró unos dos días hasta que por fin pude irme. La directora siempre me decía que para tener cinco años era bastante inteligente y entendía muchas cosas que la mayoría de los niños no entendían inclusive mayores que yo. Mamá y papá siempre me decían que una persona ignorante no progresaba y no aportaba nada a este mundo. Incluso cuando murieron me fortalecieron ese pensamiento. No debía ser ignorante de aquella situación ni de lo que tenía que vivir de ahí en adelante.
Al llegar a mi nueva casa no paraba de llorar todas las noches. Lo único que me había quedado era una fotografía que estaba en nuestra casa. En ella estaban mi madre y mi padre sosteniéndome de las manos cuando tenía dos años.
Duré unos años en acostumbrarme a aquella nueva familia y en llamarles "Mamá y Papá". A pesar de todo seguía siento un pequeño que quería hacer oídos sordos y mente cerrada de que sus verdaderos padres habían muerto frente a sus ojos. Y no quería darle el título de mis padres a unos completos desconocidos.
Pasaron algunos años hasta que poco a poco fui aceptando todo. Las cosas iban bien hasta que mis padres empezaron a viajar sin parar y yo cada vez empezaba a sentirme más solo. Todo aquello había estado sucediendo año tras año hasta que se volvió lo normal. Aprendí a hacer todo solo y sin ayuda de nadie. Poco a poco me fui volviendo más distante; ya no los llamaba ni ellos a mí. Volvimos a la situación inicial. Ya no podía permitirme llamarlos padres y confiar en ellos.
Muchas personas creían que mi vida era genial. Los chicos decían envidiarme por tener a tantas mujeres a mis pies; que mis padres fueran ricos y que podían darme todo lo que pidiera. Decían se yo debía ser infinitamente feliz.
Pero no.
No era feliz, al contrario, odiaba mi vida. Y todo ese dolor reprimido lo cubría con mi actitud arrogante y desinteresada. Me gustaba jugar con las mujeres para distraer mi mente de mis emociones negativas. Llegó el punto en que ya todos sabían que yo era un mujeriego. Pero a nadie le importó, las chicas ahora se ofrecían a mí para acostarnos de vez en cuando. Y yo tomaba aquella diversión para arrimar mi verdadero dolor a donde ni siquiera yo pudiera encontrarlo.
Pese a todos los reclamos que recibieron mis padres desde el instituto por mis malas notas y mis peleas; así como de los vecinos porque siempre hacía fiestas a las que llegaba la policía, en los casos más normales; a ellos no les importó.
Ya tenía dos años sin verlos y habiendo recibido muy pocas llamadas de su parte. Eso fue lo que coronó todo. Nunca tuve una verdadera familia y siempre había estado solo.
Y así fue todos estos años, nunca me había enamorado hasta que conocí a Olivia. Y Dylan me la arrebató vilmente cuando más había confiado en él. Luego conocí a Melissa y juro por Dios que algo en mí se despertó y mi corazón se calentó.
Ella me quería lejos. Pero yo haría hasta lo imposible para estar cerca de ella. Quería saber de su vida, de su pasado y de todas las cosas que le gustaban y también las cosas que odiaba. Estaba enamorado de ella como nunca. Ni siquiera con Olivia llegué a sentir esta sensación que apretaba mi pecho con fuerza.
La quería. Y soñaba con tenerla.
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Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)
Teen Fiction-Maldición, para de molestarme -dijo Melissa exasperada. Jace sonrió con arrogancia. Propio de él. -Oh, vamos, sólo quiero que me des un beso -susurró mientras apretaba el cuerpo de la chica contra el suyo-. Sólo uno, preciosa. -¡Ni lo sueñes! Sólo...