—Roja —me dijo Jace removiéndome. Me había quedado dormida en el camino—. Hemos llegado.
Abrí lentamente mis ojos y miré por la ventana. Mis ojos se cristalizaron.
Estaba en casa.
—Ya, no llores, preciosa —sonrió—. Ha terminado. Es hora de que vuelvas a sonreír.
Bajamos del auto, en la entrada estaban mis padres, Emma, Dylan y Mike.
—¡Melissa! —gritó Mike corriendo hacia mí con los brazos abiertos.
—¡No me jodas! —gritó Jace frenando al chico poniendo una de sus manos en la frente de él—. ¿A dónde apuntabas, maldito? —le dijo entre dientes.
Mike retrocedió en silencio y sólo me saludó con la mano.
—Hija —se acercaron mis padres y me abrazaron. Incómoda, palmeé sus espaldas amablemente—. Te hemos extrañado.
—Bueno —sonreí un poco forzada—. He vuelto —ellos asintieron.
—Iremos a preparar algo —me dijo mi padre y ambos entraron a la casa. Yo me alejé en dirección a los chicos.
—Buenos días, gente —les sonreí y todos se abalanzaron encima de mí—. ¿Me extrañaron? —me reí.
—¡Extrañar se queda pequeño! —gritó Emma.
—Melissa —me dijo Jace detrás de mí. Me di la vuelta. A su lado, Había un hombre de unos cuarenta y cinco años, alto y bastante atractivo. Y de inmediato supe de quién se trataba—. Él es mi padre, Chase Collins.
—Encantado de conocerte, linda señorita —sonrió con los ojos entrecerrados.
Sé que no es el padre biológico de Jace.
Pero diablos.
Se parecen.
—Un gusto, señor Collins —estreché su mano él bufó y me abrazó.
—Nada de eso, niña —protestó—. Llámame Chase, por favor. Ahora somos familia.
Vi a Jace golpearse la cara con la palma de la mano ocultando su vergüenza. Me reí un poco.
—¿Cómo podría? —le dije al hombre, quien me miró desconcertado y se alejó.
—Te haré llamarme Chase —dijo decidido y Jace lo empujó con brusquedad.
—¡¿Qué diablos?! —le dijo poniendo sus manos alrededor del cuello de su padre.
—¡Jace, idiota! ¡¿Cómo puedes pensar mal?! —le gritó el hombre desesperado, tratando de sacarse a Jace de encima.
—Jace, deja a tu padre —le dije seria y él bufó y soltó al hombre—. Al menos escúchalo primero.
—Bien, bien —dijo él—. Habla, viejo —le dijo entre dientes.
—Le decía que haría que me llamara Chase porque ahora somos familia —dijo el hombre indignado—. Eres un mocoso escandaloso —gruño sacudiéndose la ropa.
—Les agradezco a ambos por ayudarme —les dije mirándoles—. No sé qué habría hecho sin ustedes.
—No hay por qué agradecer, Roja —me sonrió Jace—. Mi deber era sacarte de ahí.
—Así es —continuó su padre—. Espero de todo corazón que ambos sean felices y que seamos toda una familia feliz.
Sonreí avergonzada.
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Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)
Teen Fiction-Maldición, para de molestarme -dijo Melissa exasperada. Jace sonrió con arrogancia. Propio de él. -Oh, vamos, sólo quiero que me des un beso -susurró mientras apretaba el cuerpo de la chica contra el suyo-. Sólo uno, preciosa. -¡Ni lo sueñes! Sólo...