—Es usted muy interesante, señorita Seller —sonrió Lance—. ¿Podría llamarla de manera informal?
No, definitivamente no puedes.
—Adelante —sonreí.
—Muchas gracias. También me gustaría que tú me llamaras informalmente.
Definitivamente sé a dónde va esto.
—Está bien...
—Tus padres me contaron que te has graduado hace poco. felicidades por eso —me sonrió dulcemente.
—Oh, sí, muchas gracias —le devolví la sonrisa—. Ha sido duro. Supongo que también te han contado de nuestras constantes mudanzas —él asintió.
—Sí, me imagino que mudarse constantemente no ha sido nada fácil para ustedes. Especialmente para ti, por el instituto y ese tipo de cosas.
—Y que lo digas —asentí—. Pero al menos este último año pude quedarme aquí a terminar el instituto superior.
Las ganas de huir seguían presentas. Ya no tan fuertes como antes. Pero quería ir con los chicos. Lance y yo hablamos durante una media hora hasta que por fin pude escapar de él.
—Melissa —lloriqueó Jace—. ¿Por qué te has tardado tanto? —me abrazó fuertemente—. Me estaba muriendo de ganas de ir a partirle la cara a ese maldito —me reí y acaricié su cabello.
—Yo sólo quería salir corriendo de ahí. En serio, eso fue incómodo...
—¿Qué fue lo que sucedió realmente? —preguntó Emma.
—Realmente no sé. Mis padres sólo me dejaron sola con él para que nos "Lleváramos bien". Sinceramente no puedo comprender por qué diablos han traído a un Carter a esta casa. Es la cosa más fuera de lugar que mis padres han hecho —bufé.
—¿Y de qué estaban hablando? —preguntó Dylan y Mike asintió—. Han durado bastante en eso...
—No demasiado, sobre nuestros gustos, aspiraciones a futuro. Cosas varias. No es tan malo como creí. Pero sinceramente lo único que quería hacer era cortar la conversación y salir corriendo. Ha sido una de las cosas más incómodas que he tenido que pasar.
—¿Notaste cómo te estaba viendo? Jace iba a explotar —bromeó Emma—. Creo que le gustaste.
—¡Cállate, maldita loca! —lloriqueó Jace abrazándome con más fuerza—. No merezco esto, Melissa. Haz algo —me miró con ojos de cachorro.
—Emma, no digas esas tonterías. Además, ¿por qué un Carter se fijaría en una Seller? Es más absurdo que la idea que tuvieron mis padres de traerle a esta casa.
—No ayudas, Melissa —me dijo Jace.
—Lo siento —me reí—. Ya no hablaremos más de eso, ¿te parece? —le sonreí dulcemente.
—Perfecto.
El resto de la celebración fue bastante más tranquila. Llegó el momento en el que nos habíamos terminado olvidando de todo lo que había ocurrido con Lance más temprano. Habíamos comido, bebido y bailado. Conocí a otras personas nuevas. Pero nada más fuera de lo usual.
Los regalos caros no pudieron faltar. Otra vez, lo único que tenían en común la mayoría de las personas presentes era su cifra ilegible de bienes bancarios. Además de su objetivo de querer aparentar para quedar en buenos términos con la empresa de mis padres.
Con Lance no volví a toparme en el resto de la noche. Mejor para mí y los chicos. Así pudimos disfrutar todos juntos sin más momentos incómodos.
—¿Estás pensándolo bien? —me preguntó Jace cuando estábamos bailando a ritmo de una lenta canción.
—Excelente. Me has dado un excelente cumpleaños, Playboy —sonreí divertida.
—Por favor no me llames así —carcajeó—. Qué vergüenza —lo abracé mientras reía.
—No te avergüences de tu oscuro pasado —bromeé.
—Oh, Roja... Lo hago demasiado.
OMNISCIENCIA
Melissa y Jace reían sin parar, divirtiéndose como niños pequeños. Sin embargo, a la distancia, Lance veía desganado la escenita romántica que los dos novios tenían armada.
—Joven Carter —se acercó una linda señorita de unos veinte años contoneando sus caderas—. ¿Le gustaría bailar?
Lance suspiró y se removió en su asiento.
—Lo siento. Estoy comprometido. No tengo intenciones de bailar con usted —respondió cortante sin mirar a la joven que lo miró indignada—. Me disculpo. Pero le pido que por favor se retire —la mujer bufó y se fue tan seductoramente como llegó.
Lance le echó un vistazo a Melissa mientras movía un poco su copa de vino. La joven se movía con gracia al compás de la música. Su sonrisa era hermosa y cálida. Ella se veía inmensamente feliz junto a Jace Collins. Lance recordaba haber visto a Jace alguna vez en una reunión de negocios. La empresa de la familia Collins y la de la familia Carter estaban casi al mismo nivel. Por lo que esa persona sería un evidente y complicado rival.
—Joven Carter —se aceraron los padres de Melissa—. ¿Está todo bien?
—Sí, todo bien. Sin embargo, ¿cuándo piensan decirle? —Lance les lanzó una mirada de impaciencia—. Esto no puede continuar así por mucho tiempo.
Helena le echó un vistazo a su hija y soltó un suspiro. Con todo el dolor del alma ella dijo lo siguiente:
—Quiero que venga mañana a las cinco de la tarde. Ya habremos hablado con ella para ese momento.
Lance asintió tras un respingo. Él también sabía lo complicado que iba a volverse todo. Sin embargo, a sus ojos, la mejor decisión sería decirle la verdad a Melissa antes de que pasara más tiempo.
—Yo iré retirándome —dijo Lance poniéndose de pie—. Mis saludos a Melissa. Gracias por la atención.
Dan y Helena se despidieron cordialmente del joven que con paso algo firme se retiró de la casa, no sin antes echarle un último vistazo a la fachada.
—Melissa —susurró—. Me estoy desesperando...
Lance subió a su coche y lo puso en marcha a toda la velocidad a la que fue capaz de correr. El castaño aparcó frente a la gran mansión a la que le había tomado alrededor de una hora llegar.
—Joven Lance —dijo el mayordomo cuando Lance entró a regañadientes a la mansión—. ¿Cómo ha estado la celebración?
—La celebración ha estado excelente. No te preocupes. Soy yo el del problema —espetó él—. Preparen un baño caliente —ordenó a un par de mucamas.
—Enseguida, Joven Carter.
Lance se metió en la bañera cuando ésta estuvo lista. Echó su cabeza hacia atrás y cerró los ojos.
—Melissa —susurró—. ¿Podrás llegar a amarme tanto como amas a Jace? Estoy ansioso...
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Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)
Teen Fiction-Maldición, para de molestarme -dijo Melissa exasperada. Jace sonrió con arrogancia. Propio de él. -Oh, vamos, sólo quiero que me des un beso -susurró mientras apretaba el cuerpo de la chica contra el suyo-. Sólo uno, preciosa. -¡Ni lo sueñes! Sólo...