Lance había terminado gastando cuatro mil dólares más independientemente de mis intentos por convencerlo de que ocho mil dólares ya era lo suficientemente caro.
Era un desperdicio. Si ese hombre tenía tantísimos relojes como dijo, iba a terminar poniéndose ese sólo un par de veces y ya.
Estaba caminando con Lance cuando de repente su teléfono empezó a sonar haciendo que ambos nos detuviéramos en seco.
—Diablos —dijo él— dame un segundo. Espérame aquí —mencionó sin apartar la mirada de la pantalla.
—De acuerdo. Tómate tu tiempo —él contestó y se alejó de donde yo estaba.
Habían pasado unos cinco minutos y Lance seguía sin regresar. Yo había comenzado a desesperarme. Volví a mirar en la dirección en la que se había ido, pero ya no estaba ahí. Mientras le gritaba enfurecido al teléfono, había ido alejándose poco a poco, y cada vez más. Yo suspiré pesadamente y decidí seguir esperándole allí. Alguna razón tendría para tardar tanto. No iba a fastidiarle. Tampoco podía irme, porque, de nuevo, y así como Jace me había dicho la vez que me había llevado a ese lugar, yo no sabía realmente cómo volver a casa. Y el gran problema que se le sumaba a esta ocasión era: que no sabía a dónde volver.
De repente, alguien me jaló del brazo haciendo que de mi garganta se escapara un grito ahogado. La persona tapó mi boca con su mano y pegó mi espalda a su pecho, arrastrándome con él. Yo cerré los ojos aterrada, sintiendo como estos empezaban a cristalizarse. Un gigantesco olor a cigarrillo estaba impregnado en su ropa, mezclado con una fuerte colonia que me resultaba más familiar de lo que esperaba.
—No grites —susurró en mi oído y la piel se me erizó—. No quiero llamar demasiado la atención, Roja.
Jace.
Me moví con dificultad. Él me había arrastrado hasta un pasillito con poca luz por el que nadie pasaba. Ahí estaban las cosas de limpieza. El pasillo era lo suficientemente pequeño como para que él y yo no pudiéramos tener más de treinta centímetros de espacio entre ambos.
Aunque, sinceramente cuando vi su rostro entre toda la sombra, mi deseo más grande era acortar más esa distancia.
Pero él lo hizo por mí.
Me besó.
Como si no hubiera parado de desearlo ni por un segundo. Mi espalda estaba pegada a la pared. Y él, con insistencia, empujaba mi cuerpo aún más. Mis brazos abrazaron su cuerpo, que se sentía más musculoso que antes, especialmente sus brazos. Supuse que sería el boxeo que Jace había estado practicando sin cansancio. Mi corazón, más que acelerado, golpeaba dolorosa y fuertemente mi pecho, pero aquello no me importaba ni siquiera un poco.
Cómo había extrañado a este chico.
Cuando finalmente nos separamos, él me abrazó con fuerza y pude oír que su corazón se encontraba en el mismo estado que el mío.
—Te he extrañado, Roja —susurró con nostalgia. Pese a todo, yo aún no entendía muchas cosas y evidentemente seguía en shock—. No sabes cuánto...
—Mi pequeño Jace —susurré aferrándome a él—. ¿Cómo es que tú estás aquí?
—Eso no importa realmente —respondió sin soltarme—. Pero aquí estoy. Vine a verte —no insistí. Ya luego lo haría hablar—, y a darte buenas noticias después de este largo mes de espera. Te agradezco profundamente tu paciencia.
—¿Buenas noticias? —por primera vez lo miré aún con los brazos en su cintura. Él me sonrió con dulzura y acarició mi cabello.
—Se acabó —me dijo sereno. Mis ojos empezaron a picar un poco y de repente, un par de lágrimas empezaron a bajar por mis mejillas.
—¿C-Cómo? —pegunté asombrada. Él volvió a sonreír y secó mis lágrimas.
—La llamada que recibió Lance, era de tus padres. Hicimos que rompieran el contrato que tenían con él. Va a entrar prontamente en campos legales. Pero todo ha terminado. Al menos es lo único que puedo decirte por ahora. El resto puedo contártelo en algunos días cuando estemos bebiéndonos un café juntos. O cuando estemos mirando las estrellas en la hacienda —mis mejillas se pintaron de rojo—. Diablos, qué hermosa te has puesto. Extrañaba esto —me besó otra vez más.
—Entonces —le dije cuando nos separamos—. ¿Cuándo puedo volver a casa? —Jace había comenzado a jugar con algunos mechones de mi cabello.
—Sinceramente —se encogió de hombros—. Cuando lo desees. Tú solo avísame y te enviaré un taxi para que vaya a recogerte —fruncí el ceño.
—¿Cuándo quiera? —él asintió—. Pero Lance...
—Él no puede detenerte —me cortó con seriedad—. Se ha acabado para él.
Jace pareció sentirse irritado cuando mencioné a Lance. Su agarre en mi cintura se había apretado un poco y su mandíbula se había tensado.
—Que, por cierto —me dijo volviendo a suavizarse—. Deberías ir con él. Debe estar buscándote y no quiero que te metas en problemas por mi culpa —asentí haciendo un puchero—. Tranquila. Puedes decirle que vas a regresar cuando quieras hacerlo —acarició mi mejilla—. Sal por el lado contrario y dile que estabas dando una vuelta mientras le esperabas.
—Está bien —asentí—. Entonces, nos vemos pronto —le sonreí emocionada y él me abrazó nuevamente.
Hasta luego, Roja —susurró en mi oído—. Te amo —besó mi mejilla.
—Te amo, Jace —le di un corto beso en los labios y él se separó de mí—. Hasta pronto —sonreí y comencé a alejarme de él por el lado contrario.
Mientras estaba caminando iba pensando en que toda aquella situación había hecho que me olvidase por completo de preguntarle a Jace por qué había comenzado a fumar de nuevo. Pero ya se lo preguntaría después. En aquél momento mi duda más grande era, el cómo y qué habían hecho Chase y Jace Collins para hacer que mis padres quisieran romper el contrato de compromiso con Lance. Y me había chocado un poco la idea de que Jace no me hubiera comentado qué había ocurrido con exactitud durante el último mes.
Pero una cosa era cierta.
Y era que por fin iba a poder regresar mi vida a la normalidad.
Por fin, iba a volver a casa.
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Heyhey. ¿Qué tal?
Venía a agradecerles por todo el apoyo que me han estado dando, y para disculparme por mi ausencia estoy últimos días. No me he sentido muy bien y mi cerebro no estaba funcionando correctamente para escribir.
También quería informarles que la historia está a punto de terminar en al menos unos tres capítulos más. Extrañaré mucho escribirla. Pero creo que ya viene siendo hora de que Jace y Melissa vuelvan a estar juntos y tengan su final feliz.
Gracias nuevamente a todos por su enorme apoyo.
xx.
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Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)
Novela Juvenil-Maldición, para de molestarme -dijo Melissa exasperada. Jace sonrió con arrogancia. Propio de él. -Oh, vamos, sólo quiero que me des un beso -susurró mientras apretaba el cuerpo de la chica contra el suyo-. Sólo uno, preciosa. -¡Ni lo sueñes! Sólo...