Capítulo 39

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—¿Te sientes bien? —le pregunté a Jace, que lucía más pálido que de costumbre.

—Anoche no podía dormir. Estaba emocionado —se rio.

—Debes tratar de dormir, Jace —fruncí el ceño—. Me ves todos los días. No deberías sentirte así a tal punto de no dormir —le reprendí. Íbamos en el auto de camino al instituto.

—Déjame en paz —lloriqueó—. Sí, me emociono fácil. ¿Qué hay de malo con eso? —refunfuñó y yo solté una risota.

Aparcó su coche en su respectivo puesto cuando entramos al estacionamiento. Luego de lo que ocurrió con mi casillero, la gente ya había dejado de mirarnos siempre que llegábamos. Y, como Jace se la pasaba la mayor parte del tiempo conmigo, ya no era nada raro de ver, sinceramente.

Jace rozó mis dedos con los suyos y luego tomó mi mano. Yo lo miré asombrada.

—Espero que no te moleste que empiece a presumirte de esta manera —mis mejillas se coloraron.

Justo cuando hablaba de que las cosas se habían calmado. Jace hacía esto. La gente comenzó a mirarnos mientras cotilleaban. Había una suposición extraña referente a Jace Collins: a él no le gustaba tomar de la mano a sus conquistas.

—¿Es cierto que nunca tomaste de la mano a nadie? —le pregunté rompiendo el silencio.

—Es cierto —contestó sin mirarme—. Eso suponía demasiados sentimientos como para hacerlo a la ligera. Mi tacto siempre fueron los hombros o la cintura. Nunca las manos. Es por eso que la gente está alborotada. Como debes saber, te he hablado de muchas cosas en relación a mi madre. Esto puede que tenga algo que ver. Cuando salíamos, mamá tomaba mi mano con bastante gentileza, así como tú y yo lo hemos hecho en varias ocasiones. Aunque creo que es la primera vez que lo hago delante de tanta gente. Perdón si te incomoda —negué con mi cabeza.

—Para nada —le sonreí.

—¿Qué hacen creando tanto alboroto? —nos preguntó Emma llegando de repente. Iba acompañada de Dylan y Mike. El moreno saltó y abrazó a Jace.

—¡Hermanote! —lloriqueó—. Eres un campeón —sugirió apretando a Jace con fuerza—. Oh, sí, un maldito y suertudo, Sucio Campeón —dijo entre dientes alborotando el cabello de Jace.

—B—Bastardo, no pue—do respirar...

—¡Michael! —lo empujé algo lejos de Jace.

—¡Melissa! —se tiró a abrazarme—. Corresponde mis sentimientos —lloriqueó.

—¡Maldito desgraciado! —lo empujó Jace lejos y me abrazó—. Ella nunca será tuya —le sacó la lengua y Mike hizo un puchero. Emma suspiró con el ceño fruncido.

Oh Mike, eres menudo tarado.

—No sean tan ruidosos —sugirió Dylan. El cual no había hecho más que mirar la pantalla de su celular con una sonrisa desde el principio—. Me desconcentran.

—¡Deja a Violet aunque sea un minuto! —le reclamó Emma.

—Sí, sí. Te compraré un café luego, Emma —le respondió desorientado. La morena frunció el ceño otra vez.

—Vas a volverte un feo vejestorio si sigues frunciendo el ceño así —le dijo Mike riendo.

—Oh, tú cállate, idiota —escupió dándose la vuelta—. Mel, ¿Me acompañas al baño?

—Enseguida —me despedí de los muchachos y la seguí tratando de caminar al mismo paso que ella.

—Quiero morirme —susurró cuando estuvimos en el baño, sentada en el lavabo—. Estoy tan celosa de ti, Melissa —sollozó. Hice una pequeña mueca tomando sus manos.

—No lo estés, mírame, soy una chica común.

—Aunque digas eso. Sé que no es así —suspiró—. No tengo ninguna clase de sentimiento negativo contra tu persona. Es sólo que... No lo sé, le gustas a Jace, a Dyl y también a Mike. Siempre has estado rodeada de chicos atractivos. No estoy diciendo que yo no. Pero esta es la primera vez que alguien me gusta tanto. Y me frustra que no me vea a mí. ¡Ese idiota ni siquiera tiene vergüenza con Jace! —se quejó—. Por mínimo respeto debería ser más consciente de que tú y Jace se gustan. ¿Seguirá siendo así cuando ustedes sean novios? —mis mejillas se pusieron rosadas—. Espera... ¿Están saliendo?

—¿Quién sabe? —desvié la mirada.

—¡Pero si apenas recién me habías dicho que no estaban en nada serio! —gritó emocionada.

—Pasó ayer —dije sonrojada. Ella sonrió ampliamente.

—Ahora por eso tengo una excelente excusa para olvidar las ganas que tengo de matar a Michael —me reí.

—No dejes que te pisotee. Estoy segura que más pronto de lo que crees él estará buscándote a ti —le sonreí.

Tengo un plan.

* * *

—Jace —llamé su atención cuando íbamos en el coche de regreso a casa.

—¿Sucede algo?

—No sé si está bien que te diga esto. Pero eres mi única salvación. Necesito un favor.

—Procede...

—Hablemos dentro —sugerí cuando él aparcó frente a mi casa. El castaño asintió.

—¿Qué ocurre? —preguntó cuando ambos nos encontrábamos sentados uno frente al otro en la encimera de la cocina. Cada uno con un café.

—Necesito que hagas que Mike se enamore de Emma —pasé nerviosamente mi dedo pulgar por el borde de la taza.

—¿A qué viene eso? —enarcó su ceja.

—No sé si últimamente has notado algo extraño en Emma.

Jace pareció pensar un par de segundos.

—Oh, sí. Iba a preguntar por eso. Ya entiendo qué ocurre...

—Captas más rápido de lo que pensé —le dije repentinamente.

—Es un don —se encogió de hombros—. Haré lo que esté en mis manos. También me conviene para que Mike deje de tratar de acercarse a ti —rodó los ojos.

—Eres mi única salvación...

—Mañana empezaremos —asentí.

JACE

—Hermano —llamé a Mike cuando estábamos en la práctica de fútbol el día siguiente de haber hablado con Melie. No iba a defraudarla.

—¿Qué ocurre? —me preguntó cuando nos permitieron descansar un par de minutos.

—¿Te gusta alguien? —le pregunté y tomé un poco de agua.

—Melissa —escupí todo el líquido que había en mi boca.

Mereces morir, Michael.

—Voy a matarte un día de estos —soltó una carcajada—. ¿Qué opinas de Emma? —sugerí.

—Es guapa.

—¿Sólo guapa? —pregunté desconcertado.

—¿Qué quieres que diga? Le diré a Melissa que te gusta su mejor amiga —fruncí el ceño.

Será idiota.

Definitivamente esto iba a ser más difícil de lo que quería.

Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora