Habían pasado cinco días en la mansión, y sinceramente me moría de ganas por matar a Lance cada vez que se acercaba o cada vez que besaba mi frente. Pero sabía que no podía ni debía hacerlo. Porque debía ceder.
Jace, con todo el dolor del mundo, me había dicho que pese a lo aterrado que estaba por los besos de Lance, yo tenía que permanecer quieta por los momentos. Me había dicho también que él y su padre estaban avanzando bastante bien. Por lo que suponía que yo no estaría ahí más de un mes. Tal vez hasta menos, que era sinceramente lo que esperaba.
Había estado llorando cada noche sin falta. Porque sabía que yo no podía hacer nada por más que lo deseara. Y también, porque extrañaba estar en los brazos de Jace. Quien probablemente estaba igual de deprimido que yo.
La diferencia, era que yo no podía permitirme que mi depresión saliera a la luz. Porque me bastaba solamente con que Lance lo supiera.
Henrietta había creído la pequeña mentira blanca que Lance la había dicho para encubrir la situación.
«Ella extraña mucho su casa y a sus padres»
Por supuesto que aquel no era el caso, pero era mejor que ella creyera aquello. Pues ella seguía pensando que yo tenía algún tipo de mal que me causaba suficiente dolor como para estar llorando tan constantemente.
Aun así, y pese a mi falta de sueño por el llanto nocturno, estaba aprendiendo a lidiar con Lance utilizando mi actuación de siempre.
—¿Te has estado sintiendo mal? Te ves algo cansada —me preguntó Lance angustiado.
—Sabes que no es así —me recosté del sofá y cerré los ojos—. Has pasado varias horas detrás de mi puerta.
La sala se quedó el silencio y abrí uno de mis ojos para ver por el rabillo a Lance con las mejillas encendidas. Volví a cerrarlo y una sonrisa socarrona se escapó de mis labios.
—¿Te has quedado en silencio porque es verdad? —me burlé y sentí como se removió con evidente incomodidad.
—No es así —se quejó él y volvió a quedarse en silencio, dejando así la habitación únicamente acompañada por el sonido de la televisión y nuestras blancas presencias.
No había podido hablar con Jace desde las cuatro de la tarde. Lance había estado conmigo durante las siguientes seis horas. Y mi frustración comenzaba a hacerse presente mediante los pequeños golpecitos que mi pie le daba al suelo.
—Regreso en un momento —le dije a Lance poniéndome de pie repentinamente. Él asintió y me sonrió.
Me di la vuelta y comencé a caminar rumbo a mi habitación. Cuando estuve al inicio de las escaleras, comencé a subirlas rápidamente de dos en dos. Corrí por el pasillo atrapando la mirada de quienes por ahí pasaban. Entré a la habitación y me encerré en el baño luego de haber tomado te celular-
—¿Hola? —me preguntó él desde la otra línea.
—Hola —sonreí.
—Princesa —me dijo él. Sentí su voz subir de ánimos también—... Pensé que no me hablarías más —hasta pude imaginar el lindo puchero que estaba haciendo. Su voz se tornaba como la de un niño pequeño cuando hacía ese tipo de comentarios.
—Perdón —me sinceré—. Lance no me había dejado ir hasta ahora —rodé los ojos.
—¿Te ha hecho algo aparte de lo que me habías dicho? —preguntó serio.
—Nada de eso —negué con la cabeza—. Sabes que si algo sucediera tú serías el primero en saberlo.
—Soy consciente de eso —respondió él—. Aun así, quiero estar completamente seguro de ello.
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Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)
Roman pour Adolescents-Maldición, para de molestarme -dijo Melissa exasperada. Jace sonrió con arrogancia. Propio de él. -Oh, vamos, sólo quiero que me des un beso -susurró mientras apretaba el cuerpo de la chica contra el suyo-. Sólo uno, preciosa. -¡Ni lo sueñes! Sólo...