Habían pasado unos cuantos días, y la ceremonia de despedida estaba cada vez más cerca. Jace y Dyl cada vez se desaparecían más y más porque el equipo de fútbol estaba practicando no sé qué. Al parecer les habían prohibido divulgar información. Yo, como parte del comité de estudiantes, cada vez tenía más y más cargas. Sentía que estaba a punto de volverme loca.
—Relájate un poco, Roja —Jace me abrazó por la espalda y yo suspiré—. Yo ya terminé por hoy. ¿Necesitas ayuda en algo?
—¿Seguro que puedes hacerlo sin estropear nada? —me reí y él frunció el ceño ofendido.
—¡Oye! ¡No soy tan estúpido! —solté una carcajada y él bufó—. Lo haré todo sin cometer un sólo error y así mis capacidades serán reveladas.
* * *
—Lo siento —sollozó mientras yo vendaba su mano. De todas las tareas que le di, lo único que había logrado hacer había sido poner un mantel... Sólo uno.
—Eres patético —me reí acariciando suavemente su mano—. Y adorable.
—No soy adorable. Sí patético, peto no adorable —lloriqueó—. Quería impresionarte y lo eché todo a perder —agachó la cabeza. Me senté en su regazo y acaricié su cabello.
—Mírame —levantó su vista a la par que sus manos sostenían mi cintura—. Aprecio mucho tu intención, Jace. Gracias al cielo que las actividades que te di no eran realmente pesadas. Pero... Sigo sin entender cómo diablos te cortaste la mano —susurré.
—¡No me ayudas en absoluto! —volvió a llorar apoyando su cara en mi hombro. Me reí para mis adentros.
—Definitivamente eres adorable, Jace —reí y besé su frente cuando éste levantó la vista—. ¿Quieres pasar la tarde en mi casa hoy?
—Eso no se pregunta —sonrió—. Sabes que siempre voy a aceptar.
—Sólo por si acaso —sonreí.
—¡Hey, tórtolos! —nos gritó Mike entrando por la puerta con el ceño fruncido—. Diablos, Jace. Te dejo ir un par de minutos y te encuentro así —le reprendió—. Melissa, deja de hacerle caso a éste, yo soy mucho mejor —presumió cerrando sus ojos azules. Jace lo fulminó con la mirada.
—Tú eres el único que es capaz de decirle eso a la chica de tu mejor amigo.
—Oh, claro que sí —volvió a abrir sus ojos y se acercó a nosotros pasando su brazo por alrededor del cuello de Jace y frotando su puño contra su cabello—. Porque eres mi hermanito y los hermanos comparten.
—No compartiré a Melissa contigo, Mike. Te lo he dicho miles de veces —bufó él abrazándome con fuerza.
Me reí. Esto siempre era así, Michael era un chico bastante bromista. Y era el único al que Jace no reprendía por jugar esa clase de bromas. Unos días atrás había empezado a notar que Emma hacía unas cuantas muecas de desagrado cuando oía al moreno decir esa clase de comentarios. Luego me enteré de que a ella le había comenzado a gustar el chico. Lo cual me dio a entender lo celosa que estaba. Quería ayudarla. Pero yo no conocía demasiado bien a Mike aún. Y cuando Jace nos veía juntos se aseguraba de dejar al muchacho a unos varios metros de mí. Por lo que la tarea de conocer a Mike y convertir a Emma en un objetivo completamente irresistible para él, se me había hecho casi imposible.
—Iré a terminar lo que me ha tocado hoy. Nos vemos luego —me levanté del regazo de Jace y besé su mejilla.
—¿Qué hay de mí? —lloriqueó el moreno aún sin soltar a Jace.
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Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)
Novela Juvenil-Maldición, para de molestarme -dijo Melissa exasperada. Jace sonrió con arrogancia. Propio de él. -Oh, vamos, sólo quiero que me des un beso -susurró mientras apretaba el cuerpo de la chica contra el suyo-. Sólo uno, preciosa. -¡Ni lo sueñes! Sólo...