Capítulo 14

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Otra vez era lunes, me levanté, a duras penas, pues mi cuerpo quería seguir atado a mi cama y mis sábanas. Realmente quería quedarme en casa por varias razones, la principal de ellas era que no podía siquiera ver a Dylan de frente. Después de lo que había sucedido, no habíamos vuelto a escribirnos ni nada por el estilo. Por otro lado, el clima no era precisamente soleado y fresco. Fuera de casa había una lluvia que parecía no querer cesar y el mismo frío se sentía pese a las ventanas estar cerradas.

—¿Sería malo salir de casa con estos tiempos? —me susurré a mí misma mirando como el fuerte viento se llevaba consigo varias hojas y algunas ramas pequeñas.

No me encontraba en condiciones de pescar un resfriado. Y, pese a que el instituto se encontraba relativamente cerca de mi casa, con aquella lluvia la caminata me llevaría un poco más de lo esperado.

No sabía para qué discutía tanto conmigo misma si sabía que de todas formas iba a salir de casa, aunque el mundo se estuviera acabando.

Luego de ducharme y desayunar, me puse una chaqueta y luego de tomar mi mochila y un paraguas, salí de casa con un paso apresurado.

Tras unos diez minutos logré llegar con la ropa un poco húmeda. Pues, aunque llevara paraguas, la brisa hacía que algunas gotas me alcanzaran. Hacía mucho frío y la lluvia parecía que iba a adueñarse de aquel día.

A lo lejos pude ver a Dylan sentado en unas escaleras mientras revisaba su teléfono. No vi a Emma por ningún lado a su alrededor. Por lo que supuse que se había quedado en casa. Ellos no vivían juntos, pero se iban juntos siempre. Suspiré al no tener ninguna alternativa, más que ir a sentarme a su lado.

—Hola —susurré tomando asiento al lado del castaño el cual levantó su vista con una bonita sonrisa.

—Buenos días, bonita — no pude contener el rubor que se apoderó de mis mejillas. Se rio al ver mi cara—. Lo siento, no puedo evitar decirte lo linda que eres. Este clima también te sienta bien —ladeó un poco su cabeza y yo me quejé.

—No es necesario que seas tan cursi, Dyl —susurré tratando de no mirarlo a los ojos. Dylan soltó una risota.

—Perdóname —soltó aún entre risas y yo fruncí el ceño.

—¿Emma?

—Se quedó en casa hoy. Debía cuidar a su hermano, sus padres debían hacer nosequé en algún lado. Creo que tiene que ver con su cumpleaños.

—Es en una semana —respondí recordando—. Ya veo...

La campana sonó y ambos nos separamos. Me tocaba deporte, así que fui al gimnasio luego de cambiarme. Unos tres minutos luego de haber llegado observé por la puerta pasar a Jace y a algunos de sus amigos.

«Siento que ya esto lo he vivido»

JACE

Tenía que ir al gimnasio del instituto con los chicos. Luego de cambiarnos, y al entrar, pude ver una cabellera cobriza resaltar de entre todas las personas. Esto me recordaba el día en el que Dylan y yo nos peleamos y terminamos en detención.

—Parece que tu chica está aquí hoy, Jace —se burló Mike y yo fruncí el ceño—. Harás lo que me dijiste, ¿no? —asentí, tal vez algo desconcertado y decepcionado de mí mismo. Mi plan era actuar como el idiota al que ella había conocido. Así podría pensar la manera de acercarme a ella. Pero me sabía mal tener que tratarla con mi actitud de patán, ya que era consciente de que ella odiaba esa parte de mí. Sin embargo, por ahora no había más nada que yo pudiera hacer.

MELISSA

—Vaya, vaya —oí a mis espaldas—. Bonito trasero, Seller —tensé la mandíbula y tras girarme rápidamente solté un golpe en dirección a su cara, pero él atrapó mi mano a unos cuantos centímetros de impactar—. Veo que sigues siendo igual de ruda, ¿eh?

Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora