Jace y yo subimos a su auto y él inmediatamente lo puso en marcha.
—¿Cómo has estado? —me preguntó enseguida.
—Bueno, ha sido bastante pesado. Nunca había tenido una semana tan dura como esta, debo decir. Entre la débil relación con mis padres, Lance apareciendo por aquí y por allá, y tu ausencia... Yo creo que ha sido bastante —me recosté en el asiento y eché un vistazo por la ventana—. Ha sido horrendo.
—Pero hoy será diferente —me dijo y lo miré con una sonrisa—. Hoy hay dos planes. Primero, debemos ponernos al día con todo lo que ha estado ocurriendo. Y luego, te llevaré a ese sitio tan misterioso del que te estaba hablando antes.
—¿No me dirás nada, cierto? me reí cuando él había negado con la cabeza—. Malo...
—Tómatelo así si quieres. Yo no abriré la boca hasta que llegue el momento.
—Está bien, Señor Misterio.
—Me gusta ese apodo —sonrió dulcemente.
El camino fue excelente. Hablamos y reímos sin parar. Hacía tiempo que no nos reíamos así. Se sentía como si estuviéramos viéndonos después de años.
—Primera parada —dijo Jace luego de una media hora de haber conducido.
—¿Qué? —le pregunté—. ¿Qué hacemos aquí? —le sonreí.
—Tienes que comer algo primero, y no quería llevarte a algún punto demasiado cercano porque el bastardo prometido de mi novia podría estarnos siguiendo.
—Emma...
—Sí —se rio—. Me pasó un mensaje diciéndome que el imbécil estaba en tu casa cuando ella llegó, y que le dijiste que se apresuraran antes de que las siguiera —se encogió de hombros.
Pero... ¿en qué momento?
—Bueno, ya luego hablaremos de todas esas cosas. Primero entremos.
Jace me había llevado a una pequeña pizzería a la que habíamos ido una vez e infinitamente le había pedido que regresáramos.
—Estoy emocionada —confesé y soltó una carcajada.
—Vi venir esa reacción, bonita —me sonrió y se acercó al mostrador—. Puedes escoger una mesa mientras yo ordeno, hay una fila algo larga. No quiero que esperes de pie, princesa —besó mis labios cortamente y yo asentí con las mejillas rosadas, dándome la vuelta, y sintiendo como mi cara cada vez se veía más avergonzada.
¿Era cosa mía, o Jace se estaba comportando más amoroso de lo usual? No me malinterpreten. Jace usualmente era bastante cariñoso ya de por sí. Pero en este momento se estaba comportando como todo un caballero. Y juro por Dios que sentía que mi corazón se saldría por mi boca en cualquier momento.
Al fin, me senté en una pequeña mesa para dos que estaba junto al gran ventanal de la tienda. Uno de los factores que hacían de éste uno de los mejores lugares era su localización, algo aislada del resto de donde vivía. Aunque aún estábamos en la ciudad, nos faltaba un poco menos de media hora para salir. Y ya empezábamos a encontrarnos con algunos lugares más aislados. Como esta pequeña localidad. Que estaba justo frente a una linda villa poseedora de un hermoso lago que se asomaba a lo lejos, y cuyo reflejo con el sol hacía del panorama algo completamente mágico. Bastante encantador, para ser una pizzería. Creo que el secreto era ese. Atrapar a los clientes con la acogedora sencillez del local. Y con la hermosura que se mostraba por aquella ventana.
—Hola —saludó Jace sentándose frente a mí—. Me estarán avisando —me mostró un pequeño control remoto. De esos que vibrarían cuando la orden estuviese lista.
—Extrañaba este lugar —le sonreí—. No puedo evitar sentir y abrazar esa atmósfera calmada. Es lo que me ha hecho tanta falta luego de todo el estrés que he estado pasando...
—Melie —me llamó y tomó gentilmente mis manos—. Quisiera saber... ¿qué ha sido de ti esta semana? Podemos hablar mientras esperamos la orden.
Justo ahí, volví a sentirme nerviosa.
—Bueno, para empezar, con mis padres, no hablamos mucho, a decir verdad. Lance, estuvo visitándome casi a diario —suspiró un poco y acarició mi mano.
—Continúa. ¿Qué hacías cuando Lance iba?
—Bueno, normalmente salíamos a pasear por ahí. Pero también charlábamos en el patio trasero o en la sala de estar si mis padres estaban arriba. No les gustaba interferir, y Lance prefería estar a solas conmigo.
—¿Te ha hecho algo ese infeliz? —ahora fui yo la que acarició su mano. Negué suavemente y vi cómo él se relajó.
—No, sólo hemos hablado —le sonreí—. No te preocupes, siempre que algo ocurra, yo te lo haré saber.
—Está bien —susurró—. Sigue...
—Bueno, él y mis padres parecen llevarse bien. Pero cuando él se va, papá empieza a actuar diferente. Y, llámame loca, pero una vez lo oí susurrar en la cocina "Carter, eres despreciable". Aunque no sé si se refería precisamente a Lance o a su padre —Jace asintió suavemente pidiéndome que continuara. Pero eso significaba que debía decirle que...
Maldición.
—Hay algo más —no fue una pregunta. Él lo había afirmado—. Puedo ver en tus ojos que hay algo que has estado evitando decirme desde el principio. Lo más importante y lo que debí saber primero. Melissa... Habla —sentenció y mi cuerpo repentinamente se sintió frío—. Sé que me estás escondiendo algo muy importante, ¿no es así? —preguntó y yo negué.
—No... Yo...
—Mel —suspiró—. Me hablas como si no te conociera lo suficientemente bien como para saber que me estás mintiendo —hizo una mueca—. Vamos, cuéntame qué es eso que tan preocupada te tiene. Hasta el punto de querer ocultármelo.
Bajé la mirada y suspiré con pesadez.
—¿Así de grave es? —me preguntó y asentí—. Dime...
—Debo mudarme con Lance a partir de la semana que viene —susurré aún sin mirarle. Sentí cómo apretó mi mano.
—¿M—Mudarse? —me preguntó incrédulo y yo asentí
JACE
Maldita sea, esto ya era demasiado. ¿Por qué ella debía mudarse con él? ¿Y si ese maldito le hacía algo mientras ella estuviera bajo su techo?
Además, ¿qué tan irresponsables debían ser los padres de Melissa como para permitir algo así? Era una locura.
Miré a Melissa, ella tenía la mirada clavada en el suelo y sentí su mano ponerse helada.
—Melie —susurré y ella levantó la mirada—. Tranquila. Te sacaré de esta —acaricié su mano y le Sonreí ignorando todo el dolor que estaba sintiendo—. Está lista —le dije cuando sentí el aparato vibrar—. Comamos. Hoy no pensarás más en ese idiota.
Me levanté y besé sus labios.
Que empiece el plan.
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Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)
Teen Fiction-Maldición, para de molestarme -dijo Melissa exasperada. Jace sonrió con arrogancia. Propio de él. -Oh, vamos, sólo quiero que me des un beso -susurró mientras apretaba el cuerpo de la chica contra el suyo-. Sólo uno, preciosa. -¡Ni lo sueñes! Sólo...