Capítulo 57

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—¿Qué tal te fue? —me preguntó mi madre cuando había cruzado la puerta.

—Todo fue genial. Gracias —asentí algo seria—. ¿Dónde está papá?

—Él está dormido. No se ha sentido muy bien estos días.

Obviamente no debería sentirse bien cuando ha obligado a su hija a casarse con un extraño.

—Ya veo —susurré—. Bueno, espero que mejore pronto —toqué su hombro—. Si me disculpas, iré a darme un baño. Estoy algo cansada.

Mi madre asintió y yo subí las escaleras sin decir otra palabra. Entré a mi habitación e inmediatamente fui al baño. Algunos suspiros se escaparon de mis labios cuando estaba intentando recordar el momento en el que mis padres se preocupaban por mí: por mi salud y mis sentimientos. Sonreí amargamente cuando no pude recordar nada. También, estaba pensando en lo patética que se había vuelto mi vida desde hace apenas un par de días. Me sentía el ser más miserable del universo. Y sentía que haber cumplido mis anhelados dieciocho había sido mi más grande condena. Pero, aunque no quisiera aceptarlo, realmente la culpa no era de mi mayoría de edad. Pues el contrato había existido desde antes. Lo que significaba que mi desgracia había aparecido antes de que yo misma lo hubiese notado.

Lloré. Lloré porque no sabía qué sería de mí. En todo momento, lo único en lo que podía pensar era "Jace, por favor no me falles. Te lo imploro". Porque, si bien era cierto que yo confiaba en él, no podía evitar tener el mal presentimiento de que, lo conocía tan bien, que sentía que ni él mismo sabía lo que estaba haciendo. Y eso me resultaba atroz.

Lloré, pidiéndole al cielo que por favor me ayudara a salir de ese pozo oscuro en el que las circunstancias me habían sumergido. "Nervios" y "miedo", ahora eran palabras tan pequeñas que ni siquiera podrían combatir la ensordecedora realidad de lo que estaba sintiendo realmente.

Sin haberlo notado, me había vuelto presa de mis sentimientos negativos.

Y sentí nuevamente, una abominable y fría sensación crecer dentro de mí.

JACE

Estuve esperando la respuesta de papá durante horas. Estaba comenzando a perder la paciencia. Y cuando había caído la media noche quería matar a mi padre por poner tan poca atención sobre mí.

Al fin, a las dos de la madrugada. Mi teléfono empezó a sonar.

—¿Tienes idea de hace cuánto te llamé? ¡Son las dos de la mañana! —bufé cuando había contestado.

—¿Me necesitas o no? —fruncí el ceño.

—Te odio.

—¿Qué necesitas, hijo mío? —preguntó ignorando mi comentario.

—Pa. Tengo un problema grave...

—Te dije que usaras protección.

—No es esa clase de problemas, papá.

—Oh... Continúa.

—¿Cuándo podemos vernos? Prefiero tratar este tema en persona. Sinceramente —crucé los dedos esperando que me diera una fecha lo más cercana posible. Él y mamá estaban al otro lado del país.

—El sábado que viene.

—¿No puede ser antes? —supliqué.

—Jace, ¿qué diablos pasa? ¿Por qué no puedes decírmelo y ya?

—Sólo te daré una idea.

—Bien.

—Hace unos meses empecé a salir con una chica que me gustaba desde mucho antes.

—¿En serio? ¡Genial! ¿Cómo se llama?

—Melissa.

—¿Melissa...?

—Seller.

—...

—...

—Ese es el nombre de la hija de Dan Seller. ¡Qué coincidencia!

Creo que mi papá era igual de idiota que yo.

Probablemente.

—Pa. Es ella —dije cansado.

—¿Qué?

—Sí.

—¿Y cuál es el problema, entonces? Ignorando que tu novia es una chica bastante peculiar, ya de por sí...

—¿Conoces a Lance Carter?

—Basura humana.

—Vale, lo conoces... —suspiré—. Los padres de Melissa firmaron un contrato con él, sin el consentimiento de ella.

—¿Contrato de qué?

—Compromiso.

—... Estaré allá cuanto antes —colgó y yo fruncí el ceño.

¿Ese era mi papá? Pues no precia. Usualmente no era tan atento.

—Viejo loco —susurré antes de quedarme dormido.

El día siguiente, era domingo. Me desperté y suspiré profundamente. Me quedé observando el techo blanco de mi habitación.

Un fuerte dolor de cabeza vino a mí, haciéndome fruncir el ceño. Estaba tan estresado que mi salud había decaído un poco. Dos días antes estuve a punto de desmayarme por la falta de sueño. No estaba comiendo muy bien tampoco. Usualmente no tenía hambre. Lo único en lo que pensaba era en Melissa, y en que si fallaba todo estaría completamente jodido.

Mi plan, constaba de tres partes:

Número uno, Melissa debía ceder ante todo lo que sus padres propusieran.

Lo cual suponía que tendría inevitablemente que llevarse bien con el maldito Lance Carter que yo tanto odiaba. O al menos fingir que se llevaba bien con él.

Ésta parte estaba resultando bastante bien.

Número dos, obtener la ayuda de mi padre en campos legales y financieros.

Planeaba que mi padre pudiera hacer algo para contraatacar a Lance. Algo que pudiera romper el contrato de matrimonio.

Sin embargo, este era el paso más difícil por dos motivos.

El primero era, que, si no resultaba, dado lo inestable que era la situación, Melissa terminaría casándose con Lance y todo terminaría por mi culpa.

Y el segundo, consistía en que, si de casualidad mi padre me ayudaba, tratar de buscar una manera de atacar a Lance iba a ser la tarea más complicada de todas.

Definitivamente ese paso iba a ser el más insoportable.

Número tres, Melissa volvería a mí legalmente si todo salía bien. Y todo sería como antes.

El número tres era mi favorito.

Pero.

Esperaba también que ocurriera algún milagro, y que recuperar a Melissa fuera más fácil que todo aquello.

Sin embargo, una cosa era segura.

Y era que pasara lo que pasara, ella iba a volver a mis brazos. Y ahora yo me comprometería con ella.

Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora