Capítulo 22

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—Jace —susurré mirando mis manos. Habíamos pasado a la sala de estar para calmar un poco el ambiente.

—¿Uhm? —me observó detenidamente—. Dime.

—Lo siento —me sentía tan tonta. Terminé llorando como una niña cuando él me estaba diciendo todo aquello. Más bien debía mantener la compostura y decirte que le entendía, no llorar.

—¿Por qué? —ladeó su cabeza.

—Terminé llorando cuando me hablabas —escondí mi cara entre mis manos.

—Eres una tonta —se rio—. No te disculpes por algo como eso. Supongo que a cualquiera le sucedería. Hasta yo lloré un poco. Confieso que me estaba muriendo por llorar como tú. Pero, ¿qué imagen le daría a la chica que me detesta si lloraba frente a ella? —lo miré y él me estaba sonriendo cálidamente. ¿Cómo podía animarme en un momento así? ¡Él debía sentirse mucho peor!

—N-No te detesto —susurré bajando la vista nuevamente—. Tal vez... Tal vez me agrades. Sólo un poquito —hice un gesto de pequeñez con mis dedos.

JACE

Maldita sea, qué tierna era. Me estaba muriendo por abrazarla y llenar sus mejillas de besos. Pero lógicamente no perdería la compostura de esa forma. Ella apenas comenzaba a aceptarme poco a poco. Mis impulsos sólo lanzarían todo por la borda.

—¿Tan poquito? —hice un puchero.

—Sí, sólo un poquito —sus mejillas se enrojecieron sutilmente.

Aguanta.

—Ya luego te agradaré más y más —le dije acariciando su cabeza. Su cabello era realmente suave. Ella me miró asombrada al tacto. Automáticamente aparté la mano—. Perdón, no lo haré de nuevo —rasqué mi nuca, nervioso.

Jace, tarado. Acabas de decir que tus impulsos iban a arruinarlo todo.

Lo sé, lo siento.

—D-Descuida.

Sus mejillas estaban rosadas, y ella evitaba todo contacto visual con mi persona. ¿Qué clase de situación era esta? Jamás me hubiera imaginado que algo así sucedería teniendo en cuenta que, hace dos meses, Melissa me odiaba desde lo más profundo de su ser. Y yo sólo quería acostarme con ella. ¿En qué estaba pensando?

Supongo que el tiempo que había estado tras ella me fue enseñando poco a poco lo patética que era mi manera de pensar. Ella me volvió a la normalidad con su manera única de hacer las cosas. Me había enamorado perdidamente de ella. ¡Y ni siquiera la había besado aún! Eso jamás me había ocurrido. Aunque, ¿cómo no enamorarse? Todo en ella era absolutamente hermoso y perfecto: su cabello, su rostro, sus ojos, su voz, su cuerpo, su personalidad y hasta la manera en la que caminaba. Todo de ella me gustaba cada vez más. Y me impresionaba yo mismo. Pues llevaba mucho tiempo sin sentir algo como eso. Más bien, creo que jamás lo había sentido. Ni siquiera Olivia había causado aquel sentimiento en mí.

—Creo que debería irme —dije apenado. Sinceramente no quería dejarla. Si por mí fuese me habría quedado todo el día. Pero ella lucía un poco cansada y sentí que era mejor que descansara. Ella asintió suavemente.

—De acuerdo —dijo por lo bajo y sus mejillas se sonrojaron. ¿Qué le estaba ocurriendo? Ella Jamás había actuado de aquella manera conmigo. E incluso estoy seguro de que con Dylan tampoco. Cuando llegué a verlos juntos, sí es cierto que ella se sonrojaba. Pero no tanto así. Y su voz me hablaba con una timidez realmente adorable. Me estaba volviendo loco.

Ella se levantó y yo la seguí hasta la puerta. Di un último vistazo a su casa. Era realmente grande. Pero a su vez acogedora y bastante bonita. Sin embargo, era una casa muy grande para una pequeña chica que estaba realmente sola en ella. Por eso no quería dejarle. Porque sabía lo horrendo que era habitar una casa tan grande uno solo. Mientras más grande el espacio, más solitario era todo. Y me dolía que ella tuviera que sentirse así. Aunque supongo que la causa de nuestro acercamiento tan rápido durante aquella tarde, había sido precisamente que teníamos aquella cualidad en común. Suspiré. No podía hacer nada por más que quisiera.

—Gracias por el café —sonreí y ella me devolvió una adorable sonrisa.

—De nada. Gracias por la compañía —asentí suavemente—. Nos vemos luego.

—Hasta mañana, Roja —dije cuando estuve cruzando la puerta.

Subí a mi coche y tardé un par de minutos en arrancarlo. Aún no podía creer lo que había sucedido. Jamás hubiera pensado en pasar un rato como ese con Melissa. Después de todo, parecía casi imposible siquiera hablar con ella. Estaba bastante feliz, debo admitir. Cada vez estaba a un paso menos y eso me ponía considerablemente emocionado.

Definitivamente esa noche no iba a poder dormir de la emoción.

MELISSA

Luego de que Jace se fuera me quedé pensando en infinitas cosas. Como, por ejemplo, ¿en qué momento permití que Jace se acercara tanto? Tal vez todo había ocurrido y yo no lo había notado. Y aunque odiara aceptarlo, me estaba empezando a adaptar a su compañía. Él parecía más confiable que antes. Ya no habían rumores acerca de él. Y noté en varias oportunidades su indiferencia hacia algunas chicas que se le insinuaban. ¿En qué se había transformado Jace? No lo sabía, pero me agradaba este nuevo Idiota. Y me sorprendía enormemente todo lo que me había contado. Y que sólo yo aparte de Michael supiéramos aquello me hacía sentir algo halagada. Pues él había confiado lo suficiente en mí como para contarme aquello que aparentemente no quería que nadie más supiera.

DYLAN

Luego de lo que había sucedido con Melissa yo no había logrado dormir bien. Me la pasaba todo el día pensando en ella. El tiempo que habíamos pasado alejados se me hacía cada vez más desagradable. Pero luego de aquello me di cuenta de que el que realmente estaba enamorado había sido yo. Tal vez le haya gustado en algún momento. Pero muy en el fondo, estaba tratando de ignorar el hecho de que ella no sentía lo mismo durante el tiempo que estuvimos "juntos".

Suspiré profundamente. No había logrado sacármela de la cabeza en ningún momento. En el avión, Emma se la pasó llorando por el abuelo. Yo traté de calmarla todo el tiempo, a pesar de que mi mente estaba en otro lado. Todo el tiempo que llevábamos en Canadá (dos días, casi) parecía una eternidad. Quería regresar. Quería verla de nuevo. Estaba preocupado. Jace iba a aprovechar mi ausencia. Sabía que ella no sentía nada por mí. Pero, aun así. Quería que ella se alejara de él.

Me encontraba en una cafetería sentado frente a un ventanal enorme. Quería tratar de despejar mi mente. Pero diablos, era demasiado complicado.

—¿Dylan? —oí detrás de mí. Mi corazón se paralizó tras oír aquella voz.

—Violet —susurré al voltearme. La miré atentamente. Se había vuelto más alta y hermosa. Su cabello era bastante largo y el color dorado de él se había acentuado bastante con el paso de los años. Ella me sonrió dulcemente mientras asentía. Y, momentáneamente, olvidé todo lo demás...

Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora